Estos meses han sido de bastante aprendizaje para Jaze: desde vivir solo hasta el proceso creativo de su primer disco. (Foto: Avión Amarillo)
Estos meses han sido de bastante aprendizaje para Jaze: desde vivir solo hasta el proceso creativo de su primer disco. (Foto: Avión Amarillo)
Vanessa Cruzado Alvarez

Juan Carlos Iwasaki tiene una memoria envidiable: recuerda sus juguetes de la infancia, la primera vez que aprendió a tocar un instrumento, el momento en el que supo que la música sería su guía y, claro, la vez que el freestyle le cambió la vida. A sus 20 años, el muchacho que se convirtió en para las , y, sin duda, es uno de los responsables del auge del freestyle en el país. Estar alejado de los escenarios le ha permitido retomar un proyecto importante: una carrera musical. “Primero me sentía mal. Venía viajando todos los fines de semana para competir en las batallas. Ahora ya no había y tuve que aprovechar este tiempo”, cuenta. La cuarentena también le ha ayudado a independizarse. En su (nueva) vivienda, en Miraflores, ha armado un home studio para enfocarse de lleno a un disco que verá la luz el próximo año. Como si eso no fuera suficiente, por estos días también lanzó el videoclip de ‘Son cosas’, producido por él mismo. Con risas a borbotones, Jaze nos atiende al otro lado de la línea. Esto fue lo que nos contó

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Sé que desde pequeño tuviste mucha influencia musical. Incluso fuiste baterista de una banda de rock, ¿cómo llegaste al freestyle?

En el 2015 estaba con mis amigos en una pichanga en el Liceo Naval, de San Borja. No era socio, pero me metía a jugar [risas]. Me dijeron “vamos a un parque que están improvisando”. En ese entonces no conocía las batallas. Mi vida era música: mi papá es músico, mi mamá impulso ese lado musical, tocaba en la banda del colegio, era baterista en una banda de rock. Conocía el rap, había escuchado un par de temas de Eminem, pero no sabía del freestyle. Llegué al parque y unos amigos estaban rapeando. Me preguntaron mi nombre [Juan Carlos] y empezaron a rapear con eso. Para mí eso ya era magia. Me quedé piconazo. Llegué a mi casa y mi hermano Rodrigo –de entonces 12 años- estaba jugando con el play y le dije que saliera de ahí porque íbamos a rapear. Puse un beat y no me salía nada, a Rodrigo tampoco. Pusimos un video en YouTube, pero él se despegó de las batallas. Su mundo era más de los juegos. Yo me convertí en un hincha de las batallas. Mis inicios fueron en San Borja, aunque no me consideraban tanto. Luego fundé un grupo con amigos que fui conociendo en reuniones y sabían que improvisaban: ‘Soporte Alterno’, una de las competencias más grandes del Perú y Latinoamérica. La gente lo ve como eso, pero para mí siempre será ese grupo de amigos.

¿A qué se debe el nombre?

Viene porque el freestyle, que era lo que hacíamos cuando salíamos del colegio, era nuestro soporte -alterno- para cuando la pasábamos mal. Tiene un significado especial. Llegando a ese punto, agarré confianza. Quería seguir creciendo. Iba a competir a otros barrios y empecé a ganar. Ya llegando al escenario, gané en la nacional, mi primer evento grande. Ahí dije “puedo hacer explotar [al público]”. Poco a poco empecé a escalas, hasta llegar a Red Bull, God Level -que ganó el mundial- y ya ahí la historia es más conocida.

"Uno se da cuenta cuando se está improvisando y cuando hace una rima ya pensada. En lugar de estar pensando en qué vas a decir o de tener la mente muy activa, mi consejo [al momento de improvisar] es no pensar en nada", refiere Jaze. (Foto: Avión Amarillo)
"Uno se da cuenta cuando se está improvisando y cuando hace una rima ya pensada. En lugar de estar pensando en qué vas a decir o de tener la mente muy activa, mi consejo [al momento de improvisar] es no pensar en nada", refiere Jaze. (Foto: Avión Amarillo)

¿Qué pasa por la mente de un improvisador en plena batalla?

Es bastante subjetivo y personal. En tu archivo ya tienes palabras que rimen con todo. Pienso en sofá y ya se me vienen palabras que terminen o -a o -ar. Luego con -coliseo, -leo, -creo. En ese momento ni lo pienso. Cuando conocí las batallas, ganaba el que mejor rapeaba; ahora, el que más ataca. El freestyle se ha vuelto un deporte y, personalmente, no me gusta eso. Por mucho tiempo me volví un deportista en las batallas, era mucho de atacar y atacar: no me importaba mucho cómo estaba rapeando -me refiero al flow, a la musicalidad. Me propuse a mí mismo ganar un mundial, sea en equipo o solo. Una vez ganado, pensaba retirarme de las batallas. Gané el mundial y seguí, pero esta vez con un estilo que realmente me gustase y es el que propongo a una persona que quiera iniciar: no pensar en nada, tener la mente en blanco. No es una idea mía, lo hacen un montón se freestylers. Antes, lo que hacía mientras mi rival estaba rapeando era pensar qué le iba a responder. Si me decía “tú no merecías ganar”. Pensaba “él dice que yo no merecía ganar, pero él ni ganó”. Entonces respondía por ahí

Tú dices que yo no merecía ganar, pero tú ni clasificaste

Cómo me criticas si tú ni siquiera ganaste

Y todos como “ohh”. Sabía que eso era efectivo para el público y eso iba a tener impacto en el jurado. Mi rival está haciendo arte delante de mí y tengo que respetar eso. Ahora, cuando él rapea, escucho sin pensar nada. Cuando me toca y si es que se me ocurre una respuesta en ese momento, lo digo. Eso es, para mí, estar improvisando al 100%. Antes de competir escucho mucho rap. Tengo una playlist que me ayuda a meterme en toda la onda, cosa que voy y rapeo sin importar si gano o no. Sin batallas, ahora estoy en un modo tranquilo. No sé cuánto tiempo esté en las batallas, no creo que mucho. No sé si este año ya lo haga porque tengo un proyecto musical fuerte.

"[En la improvisación] leer ayuda mucho. Hay gente que lo tiene como estrategia y, claro, se nota que su estilo es bien leído: es mucho vocabulario y pueden rapear increíble", dice Jaze. (Foto: Red Bull)
"[En la improvisación] leer ayuda mucho. Hay gente que lo tiene como estrategia y, claro, se nota que su estilo es bien leído: es mucho vocabulario y pueden rapear increíble", dice Jaze. (Foto: Red Bull)

¿Es la primera vez que piensas en retirarte?

He pasado por esto varias veces [risas]. Al final me terminé quedando. Tiene cosas chéveres las batallas. Finalmente es un trabajo. Cuando arranqué no era lo que es ahora. Ha crecido muchísimo. Era impensado que se volviera como hasta hace dos años y de lo que ha cambiado desde ese entonces. No sé cómo evolucione el freestyle. Por el lado de la esencia, hay gente que la mantiene y hay gente que siento que no, que la ha deportizado. Se respeta. Hay quienes la rompen siendo deportistas. Apuntaba a eso, pero decidí mantener la esencia: cuando rapeaba con mis amigos, sin que me filmen.

¿Qué motivó a que ahora quieras incursionar en la música?

El tema musical aparece tarde, pese a que siempre supe que quería hacerlo. Cuando tenía 10 años y estaba en el colegio, quería ser baterista. Sea como sea, quería hacer música. Cuando conocí las batallas, me afané tanto, que dejé de lado lo otro para solamente rapear. Hace unas semanas saqué un tema, que fue de una etapa en la que hacía full rap. Solía componer y lo guardaba todo en mi iPad. De la nada lo encuentro y no prendía porque no tenía batería. Me fui a Polvos Rosados a comprar un cargador. Pensé que no iba a funcionar, pero entré y encontré todas las canciones que hacía con mi voz de chiquito de 13 años. A mí la voz me cambió tarde. No me acordaba de eso que había hecho. He tenido una vitrina y me decidí [a hacer música]. Con las cosas que iba ganando, empecé a comprar cosas para grabar: una mac, un controlador, un micrófono. Una vez que tenía todo, me puse a grabar. Empecé encontrando mi versión y así salió ‘Tranqui’. Se siente una esencia de mi yo rapero, freestyler. Igual ‘Reloj Vital’, aunque tenga su onda medio reggae. En ‘Pinta Noma’, rapeo y hay un rock. Era una combinación de ambas cosas. Creo que es algo marcado que tengo. Es lo que define mi estilo. Se me ocurren melodías y las rapeo. Ya lo tengo interiorizado. El disco que estoy sacando tiene un estilo bastante particular. Me engloba a mí, sobre todo por el nombre del disco, que es algo que todavía no se puede decir [risas]. Ya irán sabiendo…

Si te pido que lo definas en tres palabras, ¿cuáles serían?

Variado, atrevido y distinto. El disco es una mezcla de tantas cosas diferentes que podría no parecer tan compacto. Tengo que contarle la vuelta para que esas nueve maquetas que he grabado -en casa- ahora las tengo que pasar al estudio y regrebarlas. Es todo un proceso. Tengo que ver la forma para que se sienta que las nueve son parte de algo. Eso es lo que estoy intentando lograr. Creo que voy por un buen camino y estoy contento con eso.

Jaze ha lanzado el videoclip de 'Son cosas', donde aparecen los actores Anahí de Cárdenas y Franco Cabrera. (Foto: Avión Amarillo)
Jaze ha lanzado el videoclip de 'Son cosas', donde aparecen los actores Anahí de Cárdenas y Franco Cabrera. (Foto: Avión Amarillo)

Ahora no solo estás emprendiendo una carrera, sino también creaste una productora (‘Avión Amarillo’)

Siempre he tenido eso de que me encanta tener el control creativo de lo que hago. Desde que estoy en el colegio. Si era algo como matemática, que se encargue el resto [risas]. Cuando era una exposición, actuación y sobre todo algo musical, ese era mi momento. Ponte, para ‘Tranqui’ (su primer videoclip) lo dirigió Rabbit, que es un genio. La rompe y su gente es supercrack. Pero, si bien era mi videoclip, sentía que todo era idea de Rabbit. Con el tiempo me he dado cuenta que a mí me gusta poder escribir, por ejemplo, el guion: lo que me gustaría ver, cómo me gustaría verlo, cómo me gustaría estar vestido, qué gente participa, cómo van a estar vestidos… Poder ver todo. Incluso para ‘Tranqui’ y ‘Pinta Noma’, que las grabé antes que ‘Reloj Vital’, trabajé con una productora -que es una genia- y sentía que quería tener el control creativo. Lo cual está bien porque era la productora, pero yo también lo quería tener [risas]. Ahora cuento con un equipo, con el que hemos chambeado para este videoclip. Siento que para el disco va a ser otra cosa. Estoy superemocionado.

A qué se debe el nombre

Se llama así porque de pequeño, cuando tenía 3 años, tenía un juguetito que era un avión amarillo y jugaba con él. Representa ese espíritu de niño: de querer descubrir, de la aventura, de la emoción de querer conocer cosas. El avión, que tenía en mis manos, lo hacía volar y tiene ese significado para mí. Incluso hay una canción del disco que se llama ‘Avión Amarillo’. No tiene nada que ver con la productora [risas], pero sí con el significado. Le puse ese nombre como para poder ser el director de todo: musical, de los videoclips. Es una chambaza, pero me encanta hacerla.

Han empezado con buen pie: han producido tremendo videoclip en plena pandemia

Aunque parezca que es una superproducción, ese día solo estábamos cinco personas, incluyéndome. Se grabó en mi anterior casa. Fue el productor del videoclip, el director de arte, el de cámaras y luces. Normalmente se necesita más gente. Era todo muy milimetrado. Demasiado divertido, superemocionante. A pesar de que es un video muy a la joda, porque es una canción de una anécdota, siento que quedó chévere. Para los videoclips que se vienen, va a ser una locura. Estoy feliz por ese lado.

A tus 20 años ya representaste a Perú, ganaste una competencia internacional y ahora incursionas en la música. ¿Cómo imaginas tu futuro?

Es una locura que hayan pasado tantas cosas grandes en tan poco tiempo. Estoy agradecido con mi familia, que me apoyó un montón. Con mi enamorada también. Cuando la conocí, no había ganado nada, ni tenía proyectos fijos. Ella me inspiró a hacer cosas nuevas. Siento que es el comienzo, aunque también podría ser el final de un ciclo. Si dejo de batallar, sería el cierre de un ciclo importante que me sirvió más que demasiado. Estoy consciente de que si no fuera por las batallas, mi música no se escucharía. Les debo muchísimo. Este año no hubo batallas. Si se supera la COVID-19 y vuelven los viajes, las competencias, ¿te imaginas? Habría competencias todos los días [risas]. La gente se va a morir por regresar a volver a sentir una rima en un escenario. Los competidores van a estar superfelices de regresar. Siendo sincero, también tengo ganas de regresar. De tener una competencia, ganar y hacer explotar a la gente.

Si bien es una dinámica diferente, se puede lograr eso con una carrera musical

Es un feeling distinto. El día que pueda dar un concierto para mucha gente -como el de batalla-, cantando una canción y me pueda callar para que ellos lo canten… Si es que logro llegar a eso, Sería un sueño cumplido. Me pondría a llorar en pleno escenario [risas]. Que sepan la letra que escribí... Uf... Atrás con una banda de amigos, porque voy a tocar con mis amigos. Eso no va a cambiar. Sería un sueño. Espero poder lograrlo. //

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ACLARACIONESEste artículo fue publicado originalmente el 3 de octubre del 2020 en la edición web de Somos.

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