“No nos conocemos, pero nos necesitamos”. Esta consigna, escrita en letras negras sobre cartulina blanca, fue vista en una protesta en la plaza San Martín y parece perfecta para explicar al Perú que se va reconfigurando tras más de una semana de manifestaciones ciudadanas ininterrumpidas, iniciadas el 9 de noviembre. Las movilizaciones han marcado un hito y, al mismo tiempo, se han convertido en una brújula. Así lo considera la politóloga Noelia Chávez, para quien, a primera vista, durante estos años no habíamos encontrado una forma apropiada de dotar de sentido a nuestro bicentenario. Hasta ahora. “Si me preguntan qué puede unirnos en este bicentenario, diría que, muy a pesar de nuestra historia rota, parece que contamos con una generación que no se va a quedar callada, y esa podría ser una nueva esperanza de nuestra república. No porque tengan un proyecto político o una organización fuerte, sino porque concentran un potencial participativo que, si se canaliza e incentiva –sin capturarlos–, podría construir otros proyectos de país, nuevos y heterogéneos, aprendiendo del pasado y dándonos otra oportunidad”, explica Chávez, quien acuñó el término ‘Generación Bicentenario’ para referirse a aquellas personas, las más jóvenes, que se ubicaron en la primera línea de la protesta.
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