Bautizada como la Edad Oscura, la época medieval y sus mil años de dominio religioso guardan tantos misterios que es difícil no sucumbir, aunque sea un poquito, a su atractivo. La controversia de esta era, sus lagunas históricas, combinadas con la vasta imaginación de escritores, han ayudado a dar forma a un universo complejo que nunca existió, pero que respira y se percibe vivo. Lo llaman fantasía medieval, esa en la que señores feudales y caballeros conviven con brujas, magos, dragones y demás fauna asombrosa. En los últimos años, la fantasía de este tipo ha dado un salto en el espacio, gracias al incansable trabajo de sus fans locales, que han logrado insertar elementos de ella en nuestra cotidianidad, como si se tratara de un cuento fantástico de Borges.
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Hoy día es posible ver en los acantilados de Miraflores a distintos clanes de guerreros luchando entre ellos en verdaderas batallas campales, con el sol de Lima muriendo detrás. Por sus ropas de cuero y cotas de malla, parecen extras de El Señor de los Anillos, pero solo son exponentes locales del soft combat, una afición que se asentó en nuestro país en la década pasada. En esta disciplina, los participantes se traban en duelos con espadas de espuma. Cada contacto de estas con el cuerpo es una vida menos. Como no hay árbitro que lleve las cuentas, se confía mucho en la honestidad de los participantes: un “muerto” debe permanecer como tal una vez que sus limitadas vidas se le acaben. Lo contrario implicaría la sanción social.
En Lima hay al menos cinco grandes clanes y constantemente están reclutando sangre nueva a la que instruyen en los principios básicos de la esgrima antigua, sin ahondar mucho pues para eso ya hay otros grupos especializados en esta área. Estos últimos son los cultores de las llamadas Artes Marciales Históricas Europeas, que practican esgrima medieval con espadas de madera en escuelas como Ad Bellum, Bellatores y Sala de Armas (Arequipa). A final, el vacilón del soft combat es más lúdico. Se trata de jugar y representar a un personaje que admiras o crear uno propio.
Una válvula de escape
Para lograr un mayor realismo, en el soft combat se valora el uso de trajes de inspiración medieval. Mientras más completa sea la indumentaria, más “vidas” te otorgan. Una marca que fabrica trajes aquí es Howling Shadow, de Daniel Ramírez, conocido en este peculiar mundo como ‘Luxoriel’. Este comunicador de 34 años empezó confeccionando su propia ropa inspirada en la Edad Media y le salió tan bien que pronto le empezaron a llegar pedidos. Armó un taller en su casa de Miraflores, en el que realiza trabajos en tela, cuerina, cuero y más.
Un traje completo como el de Jon Snow, de Juego de Tronos, puede tardarle unos cuatro días. Lo que más tiempo le toma es el trabajo en cueros, que se hace a mano. “Un concepto que manejo en mi marca es ‘sé tu propio héroe’. Por ello, antes de recibir un pedido, siempre le pregunto a la persona, ¿cómo quieres sentirte? ¿Cómo quieres que te vean? ¿Qué clase de guerrero eres? ¿Un mago? ¿Un cazador? ¿Un caballero? Luego le doy sugerencias de cómo proyectar esa imagen que busca”, dice. No se trata de hacer cosplay, añade, sino ayudar a que diseñen su propio personaje.
Acto de magia
Mucho antes de las peleas de soft combat, los fans de la fantasía en el Perú encontraban otros espacios de expresión, como la sana lectura y los juegos de rol. Fundamentales ahí fueron la saga literaria de El Señor de los Anillos, de J. R. R. Tolkien, el verdadero padre de la movida, y fenómenos como Calabozos y dragones, que permitía a los jugadores encarnar distintos roles como guerreros o magos en escenarios imaginados de forma colectiva.
Uno de esos fans de larga data es Francisco García, que descubrió ambos mundos en los años 90 mientras estudiaba Biología en la universidad. Leer esa copia prestada de El Hobbit le cambió la vida. Hoy, García es el presidente de la Sociedad Tolkien Peruana, que ya tiene 21 años de fundada. “Entonces nos conocíamos y escribíamos a través de Yahoo Groups. Éramos tan pocos que nos juntábamos en casas, en reuniones a las que iban entre 10 y 15 personas”.
Para explicar el encanto incombustible de la fantasía medieval, Francisco prefiere parafrasear algo que el mismo Tolkien contó en una conferencia. Ficciones de este tipo gustan porque son “una forma de evadir temporalmente la realidad, sin desentenderse de ella”. No es una evasión de puro escapismo, es “una evasión de las formas reales. Pero cuando vuelves de la fantasía, regresas renovado”.
La fantasía medieval ya no se reúne a puertas cerradas como en los primeros años de la Sociedad Tolkien. Desde el 2015 se realizan en el Perú eventos grandes como el Medieval Fest, que congrega a miles de aficionados a esta sensibilidad, en locales como la Centro Español, de Salaverry, o el Parque de las Aguas, en el Cercado de Lima. El último festival duró ocho días en los que el público pudo acercarse y conocer más de esta curiosa afición. Allá tomaron hidromiel, que es una especie de cerveza muy antigua, en marcas como Ragnarok y Ancestro; jugaron con espadas, hicieron lanzamientos de flecha, bailaron y hasta compraron productos en el mercadillo, que reúne a varios emprendimientos locales inspirados en ese periodo histórico.
La responsable de este mercadillo es Kam Lin Chiang, psicóloga y artesana que fabrica “atrapasueños” de inspiración celta a través de su marca La Magia de Deva. Vestida como una vikinga, Kam Lin –que es nuestra chica de portada y esposa de Bruno Balbuena, gran impulsador desde los inicios de la comunidad medieval– explica por qué cada vez más gente se siente bienvenida a participar de movidas así. “Hay gente que se siente sola en sus gustos. Piensan que quizá son raros o que no encuentran amigos y acá hallan un espacio donde sentirse cómodos. Nosotros no juzgamos, somos bien abiertos. Acá hombres y mujeres pueden ser lo que sueñan, ser guerreros y valientes o lo que elijan”. Por estos días, el mercadillo medieval se desarrolla en el Truck Park de Surquillo. Ahí los fans pueden comer, comprar y ver de estreno, en pantalla gigante, el último capítulo de La Casa del Dragón.
Fantasía vs. realidad
Sobra decir que muchas de estas expresiones que llamamos medievales en esta nota no son históricamente correctas ni pretenden serlo. No hace daño precisarlo. Lo recuerda Sergio Bebin, Ph. D. en Antropología de las Américas y profesor de la Facultad de Humanidades de la Universidad de Piura. “Lo que noto en estas series es que se viste a los hombres con ropas oscuras, trajes negros o marrones, de cuero, como si fueran estrellas de rock, y no es lo que se ve en los cuadros de la Edad Media, en donde los trajes masculinos eran coloridos, con rojos, verdes, azules, lilas. Los hombres usaban pantalones bombachos y calzas o medias largas”.
Para el docente de la UDEP, la misma casa de estudios que ha anunciado un Diplomado de Estudios Medievales, parte de esta interesante reinterpretación de lo medieval, desde ópticas modernas, se ve en las series de moda, como La casa del dragón, en las que parecen querer abordarse temas como el machismo en la sucesión dinástica, con personajes que evidencian una psicología más bien propia de épocas actuales y no del Medioevo. El ser de la Edad Media era profundamente religioso, estaba atado a supersticiones varias y miedos irracionales que la fantasía medieval, convenientemente, suele dejar de lado porque, como decía el director de un periódico de pueblo en esa hermosa película de John Ford (El hombre que mató a liberty Valance), “cuando la leyenda se convierte en hecho, publica la leyenda”. //
El evento reúne a una serie de emprendimientos inspirados en el medioevo. Hay danzas, música, combate, comida, concurso de trajes y venta de artículos de fantasía. Culmina con el estreno -en pantalla gigante- de La Casa del Dragón.
Día: domingo 4 de setiembre
Hora: desde las 2 p.m.
Lugar: Truck park (portocarrero 344, Surquillo)