El tema de la infidelidad parece estar en boca de todos en estos días, como si se tratara de una tendencia nueva o un ‘trending topic’ en una red social. Sin embargo, el asunto no tiene nada de novedoso y aparece hasta en la Biblia. La prensa del espectáculo, siempre lista para husmear en las sábanas del prójimo, parece estar actualmente en una cruzada moral por descifrar quién hace qué en la cama de quién. Esa es la parte más mediática del asunto, digamos, pero de manera discreta, casi subterránea, existe desde hace años una industria en torno a la investigación de aventuras extramatrimoniales.
Las agencias de detectives privados ya no son como las pintaban en las películas de los años cuarenta. En ese entonces, veíamos a hombres de mediana edad como Humphrey Bogart, enfundados en sus trajes de dos piezas y sus sombreros de ala corta, siempre a la caza de infieles. Las cosas se han diversificado mucho desde entonces. En el segundo piso de un edificio en San Borja funciona una agencia de detectives muy distinta a las usuales. Se hacen llamar el Escuadrón Femenino Fénix, y como su nombre lo deja claro, está compuesto solo por mujeres.
Con más de diez años de fundado, este equipo de chicas no descansa hasta dar con las evidencias de un ‘affaire’. Pero no lo hacen por el ráting ni por el triste espectáculo de ver a un famoso caído. Aunque es un trabajo como cualquiera, dicen, lo ven también como una ayuda: “Lo que nosotros hacemos es conseguir las pruebas necesarias para que una persona pueda solicitar y conseguir un divorcio”, cuenta Liz Rodríguez, abogada y fundadora de esta empresa que actualmente emplea alrededor de 25 personas.
La idea se le ocurrió a Rodríguez luego de entrar a trabajar a un estudio de abogados y ver cómo muchas personas, sobre todo mujeres, no podían sacar adelante sus trámites de divorcio y solicitar sus indemnizaciones y derechos económicos en una sociedad de gananciales, como es el matrimonio, debido a lo difícil que es probar una infidelidad a veces.
“La infidelidad no es un delito, no hay cárcel por ello, pero es una de las 16 causales de divorcio que admite el código civil, entonces hablamos de un tema importante”, señala Rodríguez. Recuerda que el primer caso que investigaron las obligó a irse de viaje. Vigilaron a un posible infiel y lo siguieron hasta una ciudad del interior del país, y ahí descubrieron que el hombre no solo era bígamo, con dos hijos, sino que te- nía una aventura extra con una muchacha a la que había embarazado. Un polígamo.
Rodríguez destaca la importancia de las mujeres en su equipo, no solo desde una perspectiva de márketing, sino también por la supuesta capacidad de ellas para percibir detalles que a otros pasan desapercibidos. “No sé si es sexto sentido, pero las mujeres sabemos cuando algo está pasando, quizás porque estamos más atentas a los detalles. Los hombres quizá son un poco más confiados. No saben cubrir sus pistas. Otra cosa buena de trabajar con mujeres es que esto nos abre muchas puertas, porque no sospechan tanto de nosotras”.
Cuando el tipo de trabajo requiere un mayor desafío, pueden hacerlo de incógnito. Sus agentes de campo salen disfrazadas de barrenderas, de cambistas de dólares y hasta de vacunadoras si es posible. En esos casos, llevan consigo microcámaras que esconden en botones o en los lentes, para conseguir las pruebas necesarias. “Lo que sí hemos visto es que las razones para ser infiel cambian según el sexo. Un hombre engaña como si fuera una aventura, algo superficial, hasta lo alardea. Las mujeres lo suelen hacer por despecho o porque se han enamorado”
Las redes sociales han hecho evolucionar el concepto de infidelidad, dice Rodríguez, al punto de que hoy hay más formas de sacar la vuelta de las que hubieran pensado nuestros abuelos. “Está la microinfidelidad, que es la que vemos en las redes, como cuando le hablamos a alguien con intenciones sexuales o le damos ‘like’ a fotos”. En sus estadísticas internas, advierten que las mujeres serían más infieles que los hombres, en una proporción de 70% vs. 30%, pero esto es porque son los hombres quienes más contratan sus servicios. Otra forma de leer esas cifras sería que ellos son más celosos o inseguros con sus parejas. De lo que sí puede dar fe Rodríguez es que del 100% de casos que analiza, un 99% son culpables. Vaya con cuidado.