El 6 de diciembre del 2015 es una fecha que el futbolista peruano Jhoel Herrera nunca olvidará. Aquel día, el lateral derecho del Real Garcilaso, chalaco nacido hace 39 años, vivió en carne propia el viejo y horrible racismo subsistente en nuestro país. No fue un acto oculto ni asolapado: desde la barra del equipo rival (Melgar), el deportista fue agredido verbalmente en pleno partido y él solo atinó a levantarse el polo y golpearse el pecho. Como quien dice: soy negro y qué. El acto fue repudiado incluso por los jugadores del equipo arequipeño. El jugador recibió todo tipo de mensajes de respaldo y por primera vez su nombre fue tendencia (trending topic) en Twitter. Ese día, Jhoel Herrera conoció el poder de las redes.
Desde aquel nefasto día, el futbolista –que ha sido diez veces convocado a jugar con la Rojiblanca– se volvió activo en Twitter. Tenía una cuenta abierta en esa red social desde el 2010, pero en aquella ocasión se dio cuenta de la potencia que podía alcanzar su voz con 44 caracteres. Entonces decidió hablar de todos los problemas que veía a diario, como lo hizo siempre con su familia alrededor de una humilde mesa. Hoy Jhoel tiene más de 21 mil seguidores.
“Cuando empecé a tuitear, me di cuenta de que podía decir una cosa y eso no caía en saco roto, porque las personas a las que quería llegar me respondían. Ya no solo era con mi esposa o mis compañeros de equipo con quienes podía conversar una serie de cosas que nos preocupan, como pedir a la gente que trate de cuidar el agua, de no talar los árboles. Entonces sentí que esa era la manera de hacer que otras personas que no tienen voz la puedan tener a través de mí. Tenía la posibilidad de ayudar y en varias oportunidades lo he hecho con mucho cariño y mucho amor. Sin ningún otro interés”, nos dice Jhoel desde el Cusco.
Jhoel ha escrito, además del racismo, sobre la necesidad de proteger el medio ambiente, sobre la corrupción en el país, sobre los malos políticos, las carencias en los diferentes servicios públicos e incluso es uno de los más activos promotores del empoderamiento femenino. De hecho, uno de sus tuits más recordados es el que posteó con una carta en la que respondió un triste comentario del presentador Paco Bazán sobre el fútbol femenino en el Perú. “Amigo Paco Bazán, [...] su comentario es una vergüenza, uno cuando tiene un micrófono en un medio masivo debe tener cuidado con sus opiniones. Le podría dar cátedra de lo que pasan las chicas en el fútbol femenino para poder, siquiera, llegar a un entrenamiento. Pero me extendería demasiado”, escribió Herrera en Twitter.
Quizás a muchos sorprendan las preocupaciones sociales de este jugador. Pero para Jhoel no hay ninguna novedad en eso. De niño aprendió a preocuparse por el otro, mientras ayudaba a su mamá Eusebia a atender el comedor popular o a los niños del programa Vaso de Leche que cada día llegaban a su austera casa del barrio José Boterín, en el Callao. Y en los últimos años ha promovido acciones en favor de la sociedad, como actividades para recoger la basura de las calles.
Aun así, o quizá sin saber esto, Herrera ha recibido también mensajes en los que le dicen que se ocupe de lo suyo. “Oye, futbolista, dedícate a jugar y no te metas”. Pero él no se hace mala sangre y hasta dice que reflexiona al respecto para entender esos razonamientos. “Creo que la imagen de los futbolistas está tan manoseada que se piensa que son borrachos, mujeriegos y una serie de cosas; entonces trato de entenderlos. Pero es una generalización y un prejuicio, porque hay muchos que son administradores o buenos padres de familia, pero quienes salen en primera plana son los que se van a juerguear, los que amanecen tirados en la calle, los que orinan en el aeropuerto. Ese morbo es lo que vende”, dice.
Jhoel se ha tomado en serio esto de ser tuitstar. Hace semanas se compró la Constitución del Perú y la estudia mientras viaja a jugar los torneos del Descentralizado. En las últimas semanas, sus seguidores le pedían que postule al Congreso. Por ahora está dedicado al fútbol, aunque nos dice que no descarta intentar seguir ayudando en el futuro pero desde la política. Por lo pronto, ya se ha puesto como objetivo estudiar Gestión Pública. “Si llegara el momento, quiero que tengan en mí a una persona preparada. No quiero estafar a la gente. Ni quiero ir al Congreso y tener a 40 asesores para que me digan hasta cómo escribir una carta”, finaliza. //