Johan Cruyff fumaba en el vestuario. Usain Bolt lloraba antes de correr. André Agassi usaba peluca y cuando jugaba al tenis rezaba porque no se le caiga. Todos los héroes deportivos de la historia tienen un lado que los humaniza. También les da gripe, también les salen legañas. En 1961, el año en que se bajó de un avión para visitar por única vez el Perú, el actor Johnny Weissmüller (1), el Tarzán más querido de la historia de cine, cinco veces medallista de oro olímpico, también dejó ver que el Rey de la selva descansa. Se jubila. El fotógrafo de El Comercio que llegó hasta el hotel en San Isidro donde se hospedaba, hizo clic justo en el momento en que Tarzán era ya un hombre adulto sin rigurosas dietas. En 1961, en una foto tomada en el Perú, el hombre que vencía con sus puños a los leones africanos ahora tenía papada.
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