Esto también es loco y por eso mismo, valiente: estudiar para ser gestor deportivo en un país con sus clubes en crisis eterna. Juan Manuel Vargas podría estar disfrutando sus ganancias pero está loco, es decir, loco en el sentido más extravagante de la palabra. Siempre ha querido descubrir qué hay detrás de esa puerta que nadie abre —pregunten a los utileros de la ‘U’ 2004-, siempre ha sido rebelde sin causa -miremos las cámaras de la Videna— y siempre ha sabido escuchar a sus mayores —al Puma Carranza, Tyson Galliquio, Cuto Guadalupe—. Con estos señores ha caminado los últimos meses, enterado de los problemas de la ‘U’, consciente de que no basta solo con decir que uno es hincha para aportar sino que es urgente estudiar. Los fanáticos que bajan a la cancha tienen que pasar antes por las aulas. Y, finalmente, ha estado cerca de Jean Ferrari, el nuevo administrador de Universitario, con estudios en Gestión Deportiva y Derecho, en quien ha visto ese tipo de locura que contagia: enfrentarse a un acreedor poderoso desde la calle y vencerlo. Y que la gente crea que el milagro de salvar a su club sea posible.
Por eso, y porque ya tiene 37 años y el fútbol ya tiene un pasado para él, pero podría tener un futuro, el Loco Vargas, Chucky de Magdalena, decidió matricularse en el Máster de Gestión Deportiva en Johan Cruyff Institute, cuyo nombre en sí mismo es una revolución. No dudo que será el delegado de la promoción VIII: así son los líderes.
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Vargas no volvió al Perú en 2017 por plata: la tenía. Su carrera en Italia y España le ha servido para garantizar el futuro de su familia, una esposa y cinco hijos. Y cuando desde Universitario le acercaron la propuesta —imposible de competir con cualquier mercado, por discreta—, Vargas pidió unas horas para conversar con su familia. Había que mover la casa, instalarse en Lima, ver colegios, habituarse a una rutina como la limeña que, convengamos, no es Florencia o Sevilla. Pero sobre todo había que querer. El Puma Carranza habló con el Loco y fue difícil convencerlo. Lo llamó Guadalupe y fue bueno. Faltaba algo. Una persona cercana al jugador cuenta que una de sus hijas le dijo:
—Papá, ¿por qué ya no sales en los periódicos?
Su último partido oficial había sido en mayo del 2016. Su último gol con Betis un mes antes. La última vez que jugó por la selección en marzo: el día del 2-2 horrible con Venezuela en Lima. La noche en que Vargas apenas podía caminar.
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A las semanas, habló con El Comercio, largo, en el área de parrillas de Campo Mar U. Fue tan sincero con él mismo, tan duro con sus propios errores, tan certero con lo que venía para él —dijo, entre otras cosas, que vivía “el hoy, de mañana solo sabe Papá lindo”— que publicada la nota se apartó de los medios, entrenó hasta donde pudo y salvó el descenso, se dedicó a su familia y solo hizo noticia, verdadera noticia, ahora que vuelve a ser un estudiante más. Y quién sabe, universitario.
LA ÚLTIMA ENTREVISTA DE JUAN VARGAS
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Juan Manuel Vargas será, en unos meses, un nuevo gestor deportivo con estudios profesionales, en el país que no tiene gestión. Espero que el rumor de una posible vuelta a la U 2021 para despedirse no lo aleje de este propósito. Se sumará a la lista de ex campeones nacionales como Jorge Cazulo, Leao Butrón, Diego Penny, Julio García y Miguel Torres, que también entendieron que el fútbol se juega en los escritorios. Saberlo, y que su fotografía del carnet se haga viral, es una de esas pocas alegrías que me saltan cuando entro a Twitter. El tamaño de esa noticia, y lo que significa ese ejemplo de un hombre que lo tiene todo, se mide mucho más que en retuits.
Se llama volver a empezar. //
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