Extremos, como ella, son estos días para Juliana Oxenford. Levantarse. Asistir a su hija María (7) en las clases virtuales; tener reuniones con su equipo de trabajo vía Zoom por las mañanas; cocinar el almuerzo; buscar una caja de tinte de pelo de 22 soles para aplicárselo ella misma; estar al tanto de la coyuntura; chequear noticias en el celular; ballet virtual para María a media tarde; meter ropa en la lavadora; otra junta Zoom con la producción; manejar al canal; conducir un programa periodístico en vivo en medio de una pandemia mundial; enfrascarse en entrevistas y discusiones con gente de poder; volver a casa; comer algo junto a su esposo, el publicista Milovan Radovic; ver si María está bien tapada en su cama. Todo eso, cada jornada y con algunas variantes, llevando consigo a un pequeño de 19 semanas en el vientre. Él, la magia dentro del caos.
La periodista, uno de los rostros más emblemáticos de la cobertura COVID-19 en el Perú, no se amilana por la intensidad con la que vive. Parece nunca haberlo hecho. Ni cuando empezó su carrera con el mote de ser ‘la’ hija del actor Marcelo Oxenford, o al combatir el prejuicio de que una reportera ‘rubia’ y guapa no puede entrar a hacer reportajes al penal de Lurigancho. Tampoco al trabajar en los dominicales más importantes del prime time proponiendo las comisiones más bravas, o al ser despedida, como ocurrió el año pasado, de Radio Exitosa. Su actitud para estos tiempos difíciles no es distinta, aunque reconoce que le cuesta. Tiene que proteger con amor una barriga, mientras se inyecta sobredosis de información relacionada con contagios, muertos, enfermos, pobreza, abandono e incertidumbre para conducir Al estilo Juliana, que va por ATV. De todo eso y más, ella conversó con Somos.
Has dicho que naciste para ser mamá.
Te voy contar una historia: Milovan y yo éramos enamorados. Tenía 30 años y nos peleamos porque le había planteado mi deseo de ser mamá. Le dije: “Yo puedo ceder en algunas cosas, tú en otras, pero nunca voy a tranzar con la maternidad. Yo voy a ser mamá sí o sí”. Él había viajado un montón, estuvo viviendo siete años en Madrid y de hecho se quedó en Lima cuando la relación se volvió más seria. Pero Milo no estaba seguro de tener hijos. Entonces cada uno se fue por su lado. Como es la vida… En ese entonces yo trabajaba en RPP y entrevisté a un médico especialista en fertilidad. Cuando acabamos me preguntó por qué no congelaba mis óvulos ya que no tenía novio. “Así te quitas la presión del tiempo de encima”. Al final dije ya. Congelé tres óvulos. En el interin me llama Milo y me dice que lo había estado pensado y que tarde o temprano iba a surgir en él ese deseo ser de papá y que si era así él quería que yo fuera la mamá de sus hijos. Entonces, regresamos. A las dos semanas estaba embarazada, pero tuve una pérdida. Fue muy al inicio, pero me quedé traumada. Como todo en mi vida, lo llevé al extremo: “No puedo tener hijos, nunca podré”. La cosa es que el médico nunca me dijo que debía cuidarme por tres meses y a las dos semanas quedé de nuevo embarazada: venía María.
¿Estaba planeado este segundo bebe?
A los seis meses de María, Milo y yo nos separamos. No estuvimos juntos por cinco años. Volvimos y nos casamos en el 2018. No es que estuviéramos buscando un bebe ahora, pero no nos estábamos cuidando. Para noviembre del año pasado me comenzaron a venir una reglas muy raras. Fui al doctor y resulta que tenía un pólipo grande en el endometrio. Había que sacarlo. Me operaron. En enero me tenía que venir la regla y nada. Esperé febrero y nada. Me voy a la farmacia, me hago la prueba y positivo. Fui al médico y me lo confirmo: recontra positivo. Tenía como mes y pico.
¿Cómo tomaste la noticia?
Tantos años de terapia me han enseñado que el inconsciente es mucho más fuerte que el consciente. El hecho de no cuidarnos, con polipo o sin polipo, ya era una apertura a esa idea. Él está feliz y yo también, pero al toque te asaltan los miedos: una cosa es ser mamá a los 30 y otra a los 40. Y por María, porque ella es muy pegada a mí. Yo le dedico muchísimo tiempo. La llevo al colegio, hago las tareas, vamos a los cumpleaños. Yo vivo para mi hija. Entonces, ¿podré ahora compartir su tiempo con otro bebe? Después me preocupaba que el niño tuviera problemas por mi edad. Mi doctor sugirió que me hiciese una prueba de sangre que evaluaban en Australia. Pagué todo y justo cuando la muestra se iba cierran las fronteras…
Te ponía muy ansiosa este tema…
Muchísimo. Yo de por sí soy ansiosa, pero esto me generó una angustia terrible. Todo el día lloraba, encima la angustia de la cuarentena. Al inicio hacía cuatro horas de programa sin co conductor. Fue un cóctel emocional que era para matarme. En la semana 13, el doctor me hace una ecografía genética y me dice que el bebe venía perfecto. Finalmente en la semana 16 se podían llevar una muestra de mi sangre por Fedex en un vuelo humanitario a Australia. Mi doctor luego me confirmaría que el bebe estaba perfecto y que, además, era hombre. No lo podía creer.
¿La maternidad es tu lado más vulnerable?
Sí, sí. Totalmente.
¿Te daba igual que fuera hombre o mujer?
Mira, yo nunca imaginé tener una hija. Siempre me pensaba con hijos hombres, la patineta, el skate, la pelota. Pero me fascina ser mamá de una niña. Ahora no sé ni limpiar un pene… me muero…
¿Te da más tranquilidad tener un hijo hombre ahora por la situación de vulnerabilidad que viven las mujeres hoy?
Me gusta la idea de criar un hombre para poderlo dejar desarrollar su lado femenino. Él va a ser criado por una mamá que va a estar muy presente y por una hermana que van a poderle dar instrucciones y consejos de vida que espero lo lleven a ser un hombre sensible y respetoso.
¿Es tu madre tu gran inspiración?
Sin duda. Ella siempre fue muy adelantada a su época. Ya tenía amigos gay cuando yo era chiquita. Jamás le he escuchado un comentario racista. Siempre me enseñó a saludar al bodeguero… Ahora me paro peleando con ella por sonseras como por qué abriga tanto a María… Pero mi mamá es una luchadora por naturaleza. Ella no pasó por la universidad, se casó a los 19 años. A los 28 años ya tenía cuatro hijos. Se mudó acá, a otro país lejos de todos sus afectos. Empezó de cero. Nunca se tiró a la cama deprimida. Mi mamá es una maravilla. Siempre fue más mamá que mujer y mis dos hermanas y yo somos también de alguna manera así.
¿Cuán grande es tu miedo a contagiarte ahora que estás embarazada?
¿Te soy honesta? Ha crecido un poco el miedo. Pero tengo una idea muy clara respecto al tema emocional. Una cosa es ser precavida y cuidadosa y otra es vivir en pánico. Esta cuarentena ya es bastante fuerte para nosotros como para encima meterle esa inyección de momento siniestro de que el mundo se va a acabar. Tenemos que aprender a vivir con esto porque no se va a ir tan rápido. Los niños, por ejemplo. Yo no le voy a decir a mi hija “no salimos” cuando la he tenido dos semanas emocionada diciéndole que íbamos a dar una vuelta a la manzana. Para mí es importante que ella respire aire puro, que vea los árboles, que camine por la vereda, que pase por la puerta de la vereda. Entonces, mientras las dos tomemos todas las precacuciones del caso…
Una mujer embarazada es más sensible de lo habitual. ¿Cómo lidias ahora en esta situación y al mismo tiempo con comentar noticias terribles a diario?
Eso es lo que más me cuenta, creo. Una cosa es decir “las noticias son terribles, la cosa se pone espantosa, no prendo el televisor” y otra cosa es que, siendo periodista, tenga que consumir demasiada información. Pero así es el trabajo. De pronto sale el reportaje de una mujer en Carabayllo a la que hay que ayudar en la pandemia porque tiene tres hijos autistas … Claro, no me voy a poner a llorar en televisión, eso se lo dejo a (Milagros) Leyva, pero me voy a comerciales y respiro. Estoy quebarada. Y me ha pasado muchísimo que salgo del programa y antes de llegar a mi casa le doy dos vueltas a la manzana empapada en lágrimas porque se me junta todo. ¿A qué mundo estoy trayendo a mi hijo? ¿Cómo voy a llegar de aquí a octubre que es la fecha que doy a luz? ¿Qué va a pasar? ¿Cuánta gente más se va a enfermar? ¿Por qué tenemos un sistema de salud tan precario? ¿Por qué nadie se ha encargado de esto? Luego pienso en la suerte que tengo de tener una casa y seguir trabajando… Es horrible, también estoy emocionalmente bien golpeada.
¿Cómo te relajas?
Creo que en el fondo no me gusta relajarme. Mi modus vivendi es estar todo el día con la adrenalina a mil. Me quejo, pero en el fondo lo disfruto. Es parte de mi naturaleza.
¿Es esta la cobertura noticiosa más importante de tu carrera?
Sí. Es decir, como reportera he tenido coberturas muy trascendentales. Las marchas contra Chávez en Venezuela. También cuando aparece Humala y gana. Me parece que estaba en Panorama. A mí me había tocado seguirlo. Era personaje importantísimo entonces porque a la mitad de la gente le gustaba y a la otra le generaba miedo. En Latina hicimos una súper cobertura con el tema de los huaicos. Entonces, elecciones siempre va a haber, candidatos atípicos, problemas de política internacional. Pero lo que está pasando ahora es diferente. Esto nunca ha pasado en el mundo. El Perú nunca ha estado en cuarentena 70 días. Todo es tan incierto. Por eso esta es la cobertura más importante de mi carrera. La gente me dice: “oye, pero si estás embarazada no vayas a trabajar, hazlo desde tu casa”. Para mí es muy importante hacerlo desde el canal, por el feedback de mi equipo, que me escuchen en el switcher. Seguiré yendo y tomando todas las precauciones.
¿Cuáles son esas precauciones?
Solo hay tres personas en el estudio. Llego al canal un poco antes, está mi productor y los asistentes de producción, cada uno en su escritorio, separados. Ahí terminamos la pauta. Ni bien termina el programa me subo al carro y me voy.
A tus hinchas, por un lado, les gusta es que tengas una posición sobre los hechos. ¿crees que ahí radica el éxito que está teniendo tu programa?
Yo tengo cuatro meses en el canal. Nadie imaginó el éxito que íbamos a tener. Cuando pasó lo de la pandemia, pensamos que la gente iba a ver más canal 4 o el 2. Sin embargo, esto comenzó a crecer de una manera que no lo creíamos. Pero más allá de las cifras, porque el 4 se ha visto obligado a ponernos un programa de competencias en el mismo horario, justamente por la fuerza con la que veníamos., esto viene desde Latina. Nadie daba un sol por un noticiero a las 7 pm. Y cuando hace tres años y medio me lo proponen y yo digo sí, se tomó como un suicidio anunciado. Estaba “Esto es Guerra” y “Combate”. Yo me la jugué. Y funcionó y se generó un nicho. Eso quiere decir que sí hay interés de la gente por estar informada. No hay que minimizarla diciendo: “la gente solo quiere ver chicos poniendo los vasitos”. Me decían que por qué opinaba y ahora veo a un montón de colegas muy formales leyendo su prompter y después opinando. Yo no tengo en mi estudio teleprompter. Y sí me hace sentir bien que se me reconozca. Siento que si no estuviera construyendo algo, no sería tan imitado.
Tus críticos, por otro lado, dicen que te obnubilas, que crees que tienes la verdad absoltuta.
Mira, dueña de la verdad, no. Pero tomo partido. La objetividad no existe. Desde que decides cómo empezar una entrevista, ya tomas una posición. Si decides, ya tomas posición. El objetivo del periodista es contar la verdad o lo más parecido a lo que verdaderamente sucedió. Yo trato de ser impecable. No tengo una sola querella por difamación. Jamás digo algo si no tengo el papel con el sello oficial del Ministerio Publico. Y la opinión pasa porque soy un ser humano y sobre un violador no voy a decir solo: “ojalá que sobre él caiga todo el peso de la ley. Pasemos a otra nota…” No. Esto no puede estar sucediendo. No puede ser que violen a 150 niñas cada tres meses y que el 85% de esas agresiones sexuales sean al interior de sus casas. ¿Quién se está encargando de la salud mental en este país? No se está encargando nadie porque no les importa. Porque si te interesa te movilizas y si te movilizas generas un cambio. Pero no hacen nada. A mí, más que me quieran o me odien, me interesa que la gente me respete porque no soy una mentirosa, trato de ser lo mas autentica posible.
¿Qué criticas constructivas tomas en cuenta?
Muchas. Me dicen que corto al entrevistado. Es cierto, más ahora que las entrevistas son por skype y me cuesta seguir el hilo. A veces me dicen: “Juliana, ¿por qué hablas tanto? Y les doy toda la razón, hablo un huevo.
Y también hacers TikToks y estelarizas virales.
Y me cago de la risa. Yo tengo un huevo de correa. A mí no me importa qué va a decir la gente. A mí me importa ser honesta porque estoy convencida de que en la medida que sea más real como ser humano, voy a ser también mejor periodista. Por eso siempre digo: “es lo que hay”. Me cago de risa si hacen virales por mi forma de reir. Mejor si se ríen en medio de una cuarentena donde la estamos pasando todos fatal. Yo tengo un lado divertido que no tengo por qué reprimir. Es parte de. Yo voy al baño, juego con mi hija tirada en el piso, tengo diarrea, miedo, alegrías, tristezas. El ser periodista no me convierte en un busto parlante. No soy un cartón sin ningún tipo de sensibilidad. Es lo que hay.//