En 2004, a pocos minutos de Sacsayhuamán, Julio García (Piura, 1981) se entrena con la misma, terca obsesión de quien recién empieza. De quien no ha ganado nada todavía, ni gloria o su hijo menor, dinero. Por ahí está Ibáñez, más allá está Lugo, bromea Ccahuantico. Unos niños con el uniforme del colegio de Ciencias esperan por autógrafos. ¿Podemos hacer una nota?, le pregunto al volante de Cienciano del Cusco que hace solo meses le había ganado a River. Al River de Gallardo y Salas. Que en unos meses iba a festejar, a la distancia, que el Rojo le gane a Boca otra final. Al Boca de Palermo y Tevez. Su cortesía es inmediata, fácil como su zurda. Julio García, que ya era el campeón de la Copa Sudamericana y futbolista con agenda, tiene unos minutos para conversar. Y antes, tiempo para firmar, uno por uno, los cuadernos de matemática de esos niños.
Lo que importa no es lo que hablamos, importa que hablamos. Para los reporteros inexpertos como yo, eso graba a fuego.
Quince años después, Julio César García Mezones -así lo llamaban los locutores mexicanos cuando la rompía en Morelia- es escritor. “Es verdad, pues”. Ha publicado 3 libros (Sí se pudo, Los Churres de Flamengo y Navegantes), que podrían resumirse como una colección de sus recuerdos como futbolista, mensajes de superación para hombres comunes, crónicas deportivas en clave de humor de sus años en Alianza y Cienciano. Los ha agotado. No es lo único que le ha pasado: en estos años se estrenó como papá de Claudia y Gabriel, dejó el fútbol luego de ser futbolista/entrenador/dirigente/psicólogo y creó un chat de Whatsapp con los cracks de Cienciano, que luego él mismo desactivó; se hizo ojeador de la FPF en el norte del país, se deshizo de todas sus camisetas con historia y también, al día siguiente de la noche del 1 de febrero del 2013, se volvió el entusiasta paciente de una clínica local a donde va de lunes a viernes para recuperar el movimiento de sus piernas. Ese día tuvo un accidente con su auto en Piura. Solo recuerda que volaba. Pudo quedar cuadrapléjico. Los doctores no tenían fe. Él sí.
-Para mí todos los días son ganancia, dice hoy, a los 38 años. Tiene el ánimo de quien va a correr una maratón. De quien va a ganar una maratón.
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¿Qué modales conservas de tu etapa como futbolista?
La dieta, un poco. Aunque yo nunca fui de cuidarme mucho, era flaco nomás. Nunca hice dieta estricta. Me quedó comer a las horas, siempre una ensalada. La siesta, también. Además no puedo darme el lujo de subir de peso. Siempre voy a ser futbolista, y de esos años me quedó el hábito, la disciplina que tengo hoy.
¿Es verdad lo que decían de Germán Carty? Que hasta el pollo a la brasa lo convertía en músculo.
Pues digamos que sí. Su metabolismo era otro. Lo vi hace 6 meses, antes de venirme a Piura y estaba igualito. Lo que pasa con Germán también es que sigue haciendo ejercicios y se cuida mucho. Pero de quien recuerdo era un monstruo era el colombiano Tardelis Peña. Una vez, el PF lo subió a la balanza y le dijo: “Hombre, vos no podés subir de peso porque todo eso se convierte en músculo”. Era una roca. El exceso de grasa era para él pura fibra. Germán es así.
En tu podio de los mejores jugadores de ese Cienciano, ¿Carty es el número 1?
Fue el goleador de la Sudamericana, Miguel. Cómo no. Pero nosotros éramos un equipo y sería injusto hacer un podio. De Ibáñez, por ejemplo, tenía liderazgo. Carty fue un goleador definitivo. Bazalar tenía toda la experiencia. Saraz la explosión, el desequilibrio. Acasiete tenía solvencia atrás y luego emigró. Morán, ¿tú te acuerdas lo impasable que era Morán? Portilla, que saltaba una barbaridad, era impresionante. No se puede elegir a ninguno porque todos jugaron por encima de los 8 puntos. Paolo, Lobatón, Martín García, el Cholo Ccahuantico, el Loco Holsen... ¡Lo que jugó Juan Carlos La Rosa! Si eso no hubiera sido así no nos hubiese alcanzado. Tuvimos 14, 15 jugadores así, en ese nivel: era la única forma para salir campeones. Cuando lo hablamos, ahora, que alguna vez hemos querido hacer giras y eso, coincidimos todos.
Cuándo ves los videos, ¿que te pasa? ¿Te emocionas de nuevo, lloras, te pones nostálgico?
Me etiquetan tantas veces en los videos que... te soy sincero, me aburre. Además, hay una cosa que me molesta: el tono lastimero. Dicen, por ejemplo: “¡La historia de cómo el peor equipo fue el mejor del continente!”. Eso me desanima. El otro día que hablamos por el video de Fox Sports... parece que solo River hubiera jugado ese partido. Mi recuerdo es otro. Yo, hasta pasados los 60 minutos, no lo sufrí. Pero eso te venden y está bien. Mi recuerdo de ese partido es otro.
¿Cuál es?
Que lo luchamos, que lo peleamos, que llegamos a los últimos minutos con uno menos -y luego me expulsan a mí- pero River no nos sobrepasó.
¿Qué te dijo Freddy Ternero cuando te expulsaron?
Nada. Salí y casi me puse a su lado en el banco, arengando a mis compañeros. Me parece que River había jugado ya todas sus cartas. Físicamente, no daba más. La primera tarjeta me la gané, pero yo iba midiendo al árbitro y veía que estaba controlado el partido. Cuando Mascherano rompió líneas, ahí sí, dije: “Este es el momento”. Tenía que jugármela. En la segunda tarjeta ya las piernas no me respondían. Era el minuto 42 del segundo tiempo. Recuerdo que caminé un poco hacia el centro del campo, para hacer tiempo. ¡Puta madre! Se jugaron ocho minutos luego. Nada me dijo Freddy. Ya era la heroica nada más. Y luego de eso fuimos campeones.
¿Estás peleado con Juvenal (Silva)?
No, yo no. Estuvimos distanciados, sí. Nos vimos en una reunión del 2014 o 2015, de los campeones del Cienciano y desde allí nada más.
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EL HOMBRE SIN SOUVENIRS
¿Qué guardas de esa noche en Arequipa?
Solo los recuerdos. No tengo nada más.
¿No tienes ninguna camiseta de Cienciano de la campaña?
No, quizá mi hermana. Pero no guardé nada. Es más, la medalla de la Copa Sudamericana, me dice mi padre, está en su casa guardada pero yo ni la he visto. Las camisetas las regalé y en cada mudanza, de Chipre a México, luego a Lima y ahora a Piura, se fueron quedando.
¿La de la final tampoco?
La regalé, pero no tengo ni idea. Es posible que haya sido a mi enamorada de entonces, una chica brasileña, a quien le haya regalado esa camiseta. A veces tengo sentimientos de culpa porque algún amigo me dice: “Regálame una camiseta”, pero bueno. Tengo el consuelo de verme en las fotos. Y los recuerdos.
¿Siempre fuiste así? Hay camisetas que hoy valen mucho dinero, fuera de su valor sentimental. Para un coleccionista, por ejemplo.
Mira. Una vez mi papá fue a mi casa en Lima y descubrió una serie de camisetas, de Gremio, de Nacional de Medellín, de Bolivia, de Colombia. Me dijo: "Me las llevo". Y fue lo mejor, sabes. Él se las llevó para pasearlas orgulloso, o para jugar al fútbol o sencillamente para tenerlas. Era el padre de un campeón de la Sudamericana y no hay nada mejor que saber que les dio ese uso. Siempre fui así, no le doy mucha importancia a las cosas materiales.
GARCÍA Y LA LITERATURA
¿Cómo fue tu encuentro con la Literatura?
No me gusta el drama ni en las películas ni en la vida real. Soy muy frío para eso. Cuando salí de la clínica, luego del accidente, me dije: “Bueno, Julio, toca seguir”. Nunca me vi como el pobrecito que quedó inválido. Y entonces empecé a escribir, en redes sociales, para mis amigos, y así fui concibiendo la idea de un libro. Me parecía una manera de agradecer a quienes me seguían contándoles mis buenas y malas experiencias, con un poco de humor a veces. Con nostalgia. Ahí partió la idea. Me ayudó a entender que esto no es sino una circunstancia.
¿Qué fue lo más emotivo que te pasó?
Publicar mis textos en libros. Fue increíble que la gente se interese por leerme. Porque le cuente historias sobre fútbol y sobre lo que me pasó. Y bueno, también puedo decir con orgullo que soy futbolista y ahora soy escritor. Algún mérito debo tener.
¿Leíste en redes sociales esa crítica innoble al futbolista, a los millones que gana, y la comparación con lo que gana un médico en estos tiempos?
Yo sé que no lo quieres decir y te lo agradezco: para algunos, el futbolista es un burro, piensa solo en mujeres y trago. ¿No? Yo siempre fui y estoy muy orgulloso de haber sido futbolista. Y he leído, me gusta informarme, hablo con propiedad. Es ignorancia: no saber que el fútbol es un ente privado que no recibe un sol del Estado peruano y que más bien, sirva para que los políticos se cuelguen de allí. No sé qué tiene que ver el sueldo de un doctor con el de un futbolista, son cosas absolutamente distintas. Es mezclar papas con camotes. ¿Alguien cree que Vizcarra le paga el sueldo al mejor futbolista del Perú? Eso es ignorancia, qué vamos a hacer.
¿Cómo te estás cuidando del coronavirus allá, en Piura, una región tan complicada?
Primero, me he informado mucho. Y he informado a mi familia. Luego, cumplo todas las obligaciones y mandatos del Gobierno sobre el aislamiento social obligatorio. No salimos para nada. Pero sí debo decir que necesitamos información para prevenir. Y mucho respeto.
¿Ganaste mucho dinero con el fútbol?
Lo suficiente. Me permitió invertir y eso me da cierta tranquilidad para mis cosas, las terapias. También tengo el respaldo de mi padre: ahora que he vuelto a vivir en su casa de Piura me trata como si fuera un pequeño. No me deja gastar en nada. Mi casa aquí no está lista aún y me ha recibido de nuevo: yo me fui a hacer mi carrera a los 16 años. Me cuida desde el desayuno.
LAS TERAPIAS
¿En qué momento estás de tus terapias?
Es lenta, pero ya no es tan lenta. Para mí todo es mejoría. Depende del esfuerzo que yo le ponga, de mi sacrificio, de la alimentación.
¿Qué cambio has notado en este tiempo?
La movilidad, ¿sabes? Y el control de la parte inferior de mi cuerpo. Al inicio era de 0%, hoy es casi de un 80%. Tengo más control en la cadera, en los músculos de las piernas, en los abductores. Ahora podemos hablar largo sin que me canse porque tenía débil la parte abdominal y se me hacía difícil respirar. (N.de.R. Estamos hablando ya hace una hora) Y ya no. Noto esa mejoría, pero como te digo, cada día que pasa para mí es ganancia.
¿Vas a seguir escribiendo?
Sí, espero que sí. Tengo también un proyecto personal con unos amigos, un emprendimiento deportivo vinculado al fútbol que estoy preparando. Me gustaría volver a trabajar en la Municipalidad de Castilla, aquí en Piura, cuando termine la pandemia. Y activar el encargo de buscador de talentos de la FPF en el norte del país, que quedó suspendido también. Luego espero terminar de escribir la segunda parte de Los Churres de Flamengo, que me parecía tenía segunda parte, que siento que quedó inconclusa. Y escribir poesía, que alguna vez pensé hacer. Lo voy a retomar, verás que lo voy a retomar.
¿De poesía entonces es el próximo libro?
Espero. Es algo que he querido escribir siempre y ahora que tengo tiempo, necesito retomar.
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