Son los dos monstruos gigantes más famosos del cine y sus historias están conectadas de una forma extraña, como solo puede suceder en la serie B. En 1933, la RKO introdujo a Kong, el simio gigante, en un clásico que revolucionó el cine de efectos especiales. Catorce años después, Japón presentaría a su titán, Godzilla, que nació de la reverencia que tenían sus creadores hacia el mono enamorado. Sin el primate colosal no hubiera habido el lagarto, así de tajante, y su rivalidad nacía desde la semántica: Kong sería muy rey, pero Godzilla era dios. Agregar además que Godzilla en japonés se llama Gojira, el resultante de la combinación de dos animales: Gorila y Kujira (Ballena).
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