El idílico paisaje parece sacado de alguna ciudad del interior de China, pero está ubicado en San Jerónimo de Surco, a solo 75 kilómetros de Lima. Allí, a un lado de la catarata el Huanano y rodeados por la espesura del bosque, una veintena de jóvenes, hombres y mujeres, ejecutan una serie de coreografías sobre rocas. Con sus movimientos y posturas, y un alto nivel de concentración, dan forma a los cinco animales tradicionales del kung fu shaolin: el tigre, la grulla, el leopardo, la serpiente y el dragón. Todo muy místico. Todo muy espiritual.
“En estos retiros, lo que buscamos es adiestrarnos tanto mental como físicamente”, dice Walter Zuazo, gran maestro de kung fu tradicional y guía del grupo. “El objetivo de esta disciplina es aprender a defendernos y alcanzar la perfecta comprensión de uno mismo, no atacar ni pelear. Por eso es tan importante para nosotros la meditación. Vivir el presente y no estar pensando en el pasado o en el futuro, porque eso crea desequilibrio”.
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Walter, peruano de nacimiento, es el primer latinoamericano que ostenta el título de monje de shaolin. Antes era un destacado artista marcial que tuvo que irse del país por falta de apoyo. Ganaba medallas en Argentina, Canadá y EE. UU., hasta que la vida espiritual y de recogimiento lo llevó por una senda más reflexiva. En octubre del 2010 fue ordenado monje en el templo shaolin de Nueva York, luego de instruirse durante una década. Tras su graduación, recibió un nuevo nombre: Shi Heng Yi. Y la misión de expandir la filosofía del kung fu en nuestro continente.
Para convertirnos en monjes de shaolin −explica Zuazo−, hay que alejarnos del estilo de vida al que estamos acostumbrados. “Cuando recibimos la orden, nos comprometemos a llevar una vida de celibato. Además, rechazamos todo tipo de posesiones materiales y el consumismo. No bebemos alcohol, no fumamos ni comemos carne animal”.
Esa manera de visualizar las cosas, más austera y menos mundana, es la que Walter les inculca a sus discípulos. Uno de ellos es Joshua Tola (15), quien decidió practicar kug fu shaolin motivado por su hermana menor, Victoria (11), gran aficionada a las artes marciales. “Lo que más me ha dado este deporte es fortaleza mental. Antes me costaba levantarme temprano, pero ahora lo hago con todo gusto. Si uno se mentaliza, es posible lograr todo lo que se propone”, sostiene el adolescente.
En el kung fu, los colores amarillo, naranja y azul suelen corresponder a los principiantes o novatos. El color negro, por su parte, corresponde al nivel avanzado. “Sé que recién estoy comenzando y que el camino es largo, pero mi objetivo es mantener la práctica del kung fu shaolin el resto de mi vida”, concluye Joshua.
TRADICIÓN ANCESTRAL
El kung fu tiene una historia que se remonta a más de 1.500 años. Existen distintas versiones sobre su origen, pero la más conocida es la de un monje hindú que llegó al templo shaolin ubicado en la montaña de Lohan, cerca de la ciudad de Chengchou, en China. Ahí desarrolló un sistema de ejercicios basado en los movimientos de animales, en combinación con algunas técnicas de meditación provenientes del budismo.
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Al Perú, el kung fu llegó con la primera migración china, durante el primer gobierno del mariscal Ramón Castilla. Pero no fue hasta los años 60 del siglo XX que su práctica y su filosofía empezaron a divulgarse, en gran medida por influencia de la cultura pop. “Las películas y series influyeron mucho en la práctica del kung fu en el país. Por esa época, se estrenó la serie Kung fu y fue todo un boom”, recuerda Benjamín Gutiérrez, maestro de esta disciplina en el colegio peruano-chino Juan XXIII. A partir de entonces, abrieron los primeros centros de entrenamiento en las inmediaciones del Barrio Bhino, en el Centro Histórico de Lima.
En la década del 60, además, empezó a utilizarse el término “wushu” para referirse al kung fu como deporte de competencia. “Al haber muchas variantes del kung fu −más de 350 estilos son reconocidos por el Gobierno chino−, el wushu nace como un esfuerzo por estandarizar las artes marciales chinas. La idea era crear un sistema deportivo que permitiera competir a todos los practicantes de kung fu bajo las mismas reglas”, complementa Gutiérrez.
Desde el punto de vista deportivo, el wushu (o kung fu moderno, como también se le conoce) se divide en dos variantes: taolu y sanda. “El taolu es la escenificación de una rutina de combate, mientras que el sanda está orientado hacia el enfrentamiento uno contra uno”, explica el maestro. ¿Y el uso de armas? “Si bien fueron incorporadas para el combate, hoy se usan para el desarrollo de fuerza en los brazos y las muñecas y para propiciar una mejor coordinación del cuerpo”.
CUNA DE CAMPEONES
Aunque muchos no lo sepan, el kung fu en el Perú tuvo su época dorada en la alta competencia hace apenas unos años. En el 2019, durante la octava edición del World Kung Fu Championship, el evento más importante de esta disciplina, los peruanos Franco Vásquez y Taís Sánchez, ex alumna del colegio Juan XXIII, obtuvieron dos medallas oro en la modalidad de taolu. En total, fueron once las medallas obtenidas por la selección, que entonces era dirigida por Walter Zuazo.
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Sin embargo, hoy el panorama luce complicado. “La federación peruana se encuentra inoperativa. La pandemia, entre otros factores, hizo que cerrara sus puertas. Lamentablemente, no se ve intención de formar una junta directiva”, dice Zuazo. “Al no tener un respaldo institucional, muchos talentos decidieron alejarse de las competencias. Por ejemplo, Taís Sánchez se encuentra abocada a sus estudios en la universidad, lo cual es entendible”, añade Gutiérrez.
En ese contexto, jóvenes promesas de esta disciplina, como Alexandra Lung Fung (15) o Nicolás Long (14), sienten que no pueden desarrollar todo su potencial, pero no se amilanan. “El kung fu, más que competencia, es un estilo de vida. Yo me siento muy contenta de practicarlo porque me ha dado seguridad en mí misma”, nos dice Alexandra. “Desde que empecé a practicarlo, me cambió la vida. Siento que soy mejor hijo, mejor estudiante y mejor persona”, asegura Nicolás.
Para que los jóvenes no pierdan ritmo de competencia, algunas de las escuelas más prestigiosas del país han organizado la primera edición del Perú Wushu Fest, que se llevará a cabo este 1 de octubre en el Centro de la Amistad Peruano China (Avenida de la Peruanidad s/n, Jesús María). Será una jornada llena de acrobacias y sanos enfrentamientos. Como diría un viejo provervio chino: “Ganará quien sabe cuándo luchar, y cuándo no”. //
OPERACIÓN DRAGÓN
Estrenada en 1973 y protagonizada por el mítico Bruce Lee, esta película cuenta la historia de un agente secreto que entra a la isla de un magnate de opio para un torneo de artes marciales. La versión remasterizada se estrenó el 15 de setiembre en todos los cines UVK del Perú.
EL TIGRE Y EL DRAGÓN
La desaparición de una espada mágica es la excusa para contar una historia llena de misticismo, acrobacias y artes marciales. Dirigida por Ang Lee, esta película ganó un Óscar a mejor película extranjera.
KUNG FU
Caine, un monje shaolin, huye de China cuando su maestro es asesinado. Este es el inicio de una de las series más aclamadas de artes marciales, la cual se convirtió en todo un suceso en la década del setenta.
KUNG FU
En 2021, la cadena HBO estrenó esta serie, que cuenta la historia de una mujer experta en artes marciales que busca proteger a su comunidad de la corrupción y el crimen organizado. Disponible en HBO Max.