Como hombre optimista y agradecido, Fernando Zevallos (65) fundador de La Tarumba, prefiere enfocarse en lo positivo por venir antes que hablar de lo negativo que les tocó vivir. Durante la conversación con Somos, reitera siempre con una sonrisa su desinterés en el lamento o el sonar quejoso. No le parece justo. “Pienso que fue más duro para la mayoría de peruanos”, señala. El circo que comanda desde 1984 está ahora en la fase final de ensayo para su próximo espectáculo, después de haber superado los desafiantes momentos de la cuarentena. En aquella etapa dolorosa, al igual que el resto del planeta, tuvieron que parar y despedirse de algunos compañeros que no lograron ganar la batalla contra el COVID-19. Por todo ello, su show de regreso del año pasado lo sintieron como una catarsis. “Fue una celebración de la vida y un homenaje desde la alegría a todos los que ya no están. Pienso, por mencionar un nombre, en Misael Lara, que nos dejó. Él está presente en cada rincón de este circo. Cuando caminas por aquí y ves algo de madera, él lo hizo. El piso, las gradas, las mesas en que trabajamos...”, evoca Fernando y, como si fuera una señal, la silla sobre la que se recuesta hace un crujido extraño, como si protestara. “¿Ves? Ese es Misael”, dice y se ríe.
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