La antigua confitería Broggi Hermanos se ubicaba en la antigua calle Plateros, lo que hoy es el número 125 del Jr. Ica. Impulsado por los ciudadanos suizo-italianos Pedro, Juan y Martín Broggi, hacia la década de 1870 su espacioso local investido de gusto neoclásico se había convertido en ‘point’ de artistas, intelectuales, y todo limeño que soñara con distinguirse. Como señala el investigador Pablo Cruz, allí se realizaban las primeras reuniones de la Sociedad de Beneficencia Helvetia y del Rotary Club de Lima, y a sus letradas tertulias acudían escritores como Felipe Sassone, Octavio Espinoza o Enrique Carrillo. Allí tenía su taller el acuarelista Francisco “Pancho” Fierro, lo que habría sido, posiblemente, la última residencia del pintor costumbrista fallecido en 1879.
Siglo y medio después, nada parece quedar de aquella fachada neoclásica, ni de sus mamparas o citrinas de madera. Hoy un chifa ocupa su lugar, con diversas combinaciones de un menú de 10 soles cuyos platos fotografiados de despliegan colgados de la reja de metal.
Sin embargo, la historia de su valor monumental no se ha perdido. Se encuentra en la Ficha Maestra número 00126 del Programa Municipal Para la Recuperación del Centro Histórico de Lima (Prolima), órgano desconcentrado del municipio capitalino que promueve la recuperación de un Centro Histórico inscrito en la lista del Patrimonio Mundial de la Unesco. Al igual que la confitería de los Broggi, otras 193 fichas conservan la memoria de otros 193 inmuebles monumentales del Damero de Pizarro, tres siglos de propietarios, detalles arquitectónicos, información visual, estudios sobre lo que se mantiene y sobre lo que se ha perdido.
Como parte del Plan Maestro del Centro Histórico de Lima 2019-2029, y con una inversión de 100 millones de soles, la Municipalidad de Lima y Prolima tienen al frente dos años de épica tarea: la restauración de las fachadas de 194 inmuebles, proyectos que se encuentran en nivel de expediente y que esperan su ejecución próxima. Como señala Luis Martín Bogdanovich, gerente de Prolima, esta recuperación del espacio público se suma a la inminente repavimentación para uso peatonal de 42 cuadras de los jirones Áncash, Azángaro, Lampa, Amazonas, Junín, Camaná, Rufino Torrico y Cailloma, además de las plazuelas de San Francisco, Santo Domingo y del Teatro. El proyecto incluye la mejora del mobiliario urbano, señalética vial, arborización de las vías principales y señalización turística. “Queremos recuperar el Centro Histórico manteniendo todos sus valores”, explica Bogdanovich.
Una ciudad abierta
A inicios del siglo XX, el centro de Lima era intensamente comercial, como la retratan las fotografías de época que muestran sus mascarones de madera, las puertas plegadas hacia la calle y las lujosas vitrinas de sus comercios ubicados en el primer piso de sus casonas. “Nos gusta pensar que la recuperación de esos valores plásticos y arquitectónicos están muy vinculados al nuevo uso peatonal que tendrán ahora las calles del centro.
En los próximos dos años de trabajo, la intervención del equipo de restauradores se centrará en las fachadas de las casonas históricas. No se trata, enfatiza el arquitecto e historiador de arte, de una simple mano de pintura o de un maquillaje urbano, sino de una estrategia articulada que se ha aplicado con éxito en otros centros históricos urbanos bajo los estándares de la Unesco. El proyecto espera que, estabilizando estructuralmente las fachadas, se garanticen las condiciones económicas que estimulen posteriores intervenciones al interior de los inmuebles, sea a cargo del Estado o de los capitales privados. Para Bogdanovich, resulta inviable apostar por la recuperación integral, proyecto por proyecto, de un total de 650 monumentos existentes en el centro: los recursos y el tiempo necesarios harían imposible tal empresa. “De lo que se trata es de “aterrizar” las expectativas y reimaginar la gestión. Una cosa es lo que soñamos y otra es lo que podemos hacer con inteligencia, en el marco de nuestras posibilidades”, explica.
Así, lo que el Plan Maestro promueve son intervenciones en grupos de áreas urbanas para apoyarse mutuamente. “En intervenciones puntales, como puede ser la restauración de un teatro, un convento o una casona, puede darse el caso que puedas dejar muy bien el inmueble, pero el entorno permanece degradado y ello afecta la sostenibilidad de la inversión”, explica el gerente de Prolima, quien pone como ejemplo el caso de la Quinta Presa en el Rímac, actualmente en restauración, pero cuyas dos intervenciones anteriores terminaron degradándose porque nunca se pensó en recuperar el entorno. “En función a este aprendizaje se ha propuesto que las intervenciones sean a través de ejes o zonas”, explica.
Con la intervención de todo el Damero de Pizarro, las autoridades municipales confían en atraer la inversión privada necesaria para recuperar el interior de los inmuebles y garantizar su adecuado mantenimiento. “Cuando las calles recuperen su belleza, la misma economía de mercado permitirá la recuperación de los interiores”, señala Bogdanovich. “Lo que hay que hacer es atraer una inversión que quiera seguir recuperando la ciudad y no solo usufructuar lo que se está haciendo”.
Cada casa, un caso
Hablamos de la Finca Piaggio, de la Casa de Nicolás de Piérola, del edificio Gildemeister, de la Casa Goyeneche o de la Antigua casa de ejercicios de señoras limeñas o del Sagrado Corazón. Pero también de una línea de propietarios a lo largo de los siglos, de herederos dispersos, inquilinos precarios, propietarios inhallables. Para desarrollar proyectos en los que el consentimiento del propietario es imprescindible, Prolima debió avanzar paso a paso, identificando los inmuebles a intervenir, desarrollando diagnósticos históricos, arquitectónicos, estructurales y de propiedad, un proceso basado en la confianza. “Aunque parezca mentira, hay propietarios que se resisten a que se les restaure sus propiedades a título gratuito”, comenta Bogdanovich.
Una confianza que se obtiene con relaciones más profundas que meros intercambios documentales. Un primer entusiasmo en el vecindario se logró tras la restauración de los jirones Ancash y Carabaya, al lado de Palacio de Gobierno, pero fue la labor de los promotores que se acercaron a los vecinos para socializar este plan de recuperación, compartiendo la historia de su propiedad y mostrándoles cómo quedará tras la intervención, lo que facilitó el consentimiento. “Así como en el IV Centenario de la fundación de Lima o en el Centenario de la Independencia se colocaron placas de bronce para honrar la memoria de personalidades ilustres, con esta inédita investigación de cada una de las 193 casas podremos también ponderar la memoria de sus antiguos propietarios. De tal manera que cada monumento no tenga solo un significado arquitectónico, sino que posea también memoria histórica, que de testimonio de la gente”, señala.
Una oportunidad de recordar, por ejemplo, al coronel Juan Mariano Goyeneche, quien remodeló su residencia colonial para convertirla en una de las más bellas casonas de estilo dórico de la ciudad, o los enamoramientos con el Art Nouveau del arquitecto Augusto Benavides Diez Canseco, responsable del Edificio Zevallos, antes de abrazar el estilo indigenista; o el triunfo del arquitecto alemán Werner Benno Lange al combinar Art Deco y modernismo alemán en la sede de la empresa Gildemeister, el edificio comercial más representativo de la década del 20; al comerciante catalán Ricardo Nadal y Solá, quien estableció en 1915 su histórica botica de estilo francés en la calle Correo (Hoy Camaná).
O como a los hermanos Pedro, Juan y Martín Broggi, para volver a su antigua confitería. ¿Cómo recuperar la memoria de un edificio del que ya no parece quedar ningún rastro? Como señala Bogdanovich, la normativa permitirá la restitución de los elementos arquitectónicos perdidos. Una propuesta de restauración estética y arquitectónica que repercutirá en la recuperación de los espacios, su historia y su dignidad.
Se necesitan manos
PROLIMA ha anunciado en sus redes sociales que requiere jóvenes voluntarios, estudiantes o egresados de la carrera de arquitectura, para sumarse a su proyecto de la renovación urbana y recuperación del Centro Histórico de Lima.
“La tarea es épica y nunca seremos suficientes, necesitamos el concurso y la participación de todos”, señala el gerente de Prolima, Luis Martín Bogdanovich. “Este es un proyecto que debe continuar por años y se requiere formar a las generaciones que asumirán este reto y que ahora se encuentran en la universidad”.
La convocatoria tiene que ver especialmente con los planes para la promoción de la vivienda, anteproyectos de arquitectura en 62 lotes sin condición patrimonial y que podrán recibir inversión inmobiliaria de manera más inmediata. “Para destugurizar el Centro histórico, lo más practico es generar nueva oferta de vivienda, obviamente con la mirada reguladora del Estado. En su llamamiento, se solicita a los interesados vocación de servicio y experiencia en el uso de programas de diseño arquitectónico. Enviar CV a r.martel.orihuela@gm
VIDEO RECOMENDADO
LE PUEDE INTERESAR
- Atención lectores: estos serán los libros que se esperan en el 2021
- Capitán América cumple 80 años: la historia del soldado que hoy enfrenta su mayor batalla por un país dividido
- Lo que veremos en el 2021: la cultura se reactiva con cautela y esperanza
- Explicando el oficio: Curadores reconocidos con el premio Llama 2020 reflexionan sobre un trabajo que muchos desconocen
- ¿Esto es arte? El ladrillo que construyó una polémica en un concurso de escultura peruano: hablan su creadora y los jurados
- Ramón Mujica: cuando el reino del Perú quiso su independencia | ENTREVISTA
TAGS
Contenido Sugerido
Contenido GEC