Detrás de una orquídea, suele haber una fascinante historia que se resume en la nomenclatura científica que las distingue. Hace unas semanas, en el santuario de Machu Picchu, un grupo de biólogos descubrió una especie que bautizaron como ‘Sarcoglottis wernerherzogii’, en honor al cineasta alemán Werner Herzog, que filmó algunas de sus obras más memorables en la ciudadela inca. Esta orquídea, que se asemeja a la cabeza de un dragón y solo florece una vez al año, entre setiembre y octubre, se suma a la lista de más de 400 plantas nativas de este tipo que se han registrado en esta tierra de pasado milenario.
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Nuestra fascinación por las orquídeas proviene desde tiempos ancestrales. Benjamín Collantes, biólogo e investigador, cuenta que esto probablemente se deba a sus distintas formas y colores, que en muchos casos aparentan seres zoomórficos o antropomórficos. En el libro “Los comentarios reales de los incas”, se dice que la nobleza incaica consideraba a esta planta parte de su universo simbólico. Un ejemplo es la ‘Epidendrum aff. secundum’, conocida ancestralmente como “huiñay huayna”, un vocablo quechua que significa “siempre mozo” o “siempre lozano”. Se dice que los incas colocaban esta orquídea de tallo delgado y flores lilas en la cabeza de los jóvenes graduados del servicio militar, a modo de insignia.
El Santuario Histórico de Machu Picchu es rico en orquídeas gracias a sus bosques nubosos, que permiten su adecuado crecimiento de manera silvestre. Sus flores son generalmente hermafroditas y, en la gran mayoría de casos, están formadas por tres elementos externos llamados sépalos (dos laterales y uno dorsal), dos pétalos y un labio o labelo, que suele ser de un color más intenso y sirve para atraer a los polinizadores. Los tamaños son variados: desde las diminutas Platystele que tienen menos de 1 mm, pasando por flores de 15 o 20 cm de diámetro del género Miltoniopsis, hasta los 76 cm que conforman las ‘Phragmipedium caudatum’.
En el camino inca hacia Machu Picchu y sus alrededores nos podemos topar con toda esta variedad de orquídeas, pero existe un lugar que las ha clasificado y posee un amplio registro de estas plantas. Se trata de Inkaterra Machu Picchu Pueblo Hotel, que cuenta con un sendero en el que los visitantes pueden descubrir hasta 372 especies nativas. “El hotel tiene 10 hectáreas de bosques de nubes que permiten una alta concentración de orquídeas. Desde hace varios años, venimos haciendo distintos trabajos de investigación y preservación en esta zona. Hemos podido identificar 26 nuevas especies, las cuales han sido aceptadas y publicadas en diversas revistas científicas”, nos dice Gabriel Meseth, gerente de proyectos de Inkaterra.
FLORES DE EXPORTACIÓN
Hace cinco años, justo antes de la pandemia, surgió la idea de trasladar las orquídeas silvestres de Machu Picchu más de 18 mil kilómetros fuera de su hábitat, a la lejana Singapur, un país con un especial gusto por estas plantas. El objetivo era presentarlas en una exposición en el jardín botánico Gardens by the Bay, por iniciativa de la directiva de uno de los parques naturales más impresionantes del Sudeste Asiático. El proyecto pudo concretarse recién en agosto de 2023 gracias a un trabajo en conjunto entre la embajada peruana en dicho país y la empresa Inkaterra.
“En un principio, nos pareció descabellado poder hacer toda esta operación. Había muchos trámites y procesos con distintas entidades para sacar las orquídeas del país. Teníamos que cumplir con una serie de protocolos. Entonces, el reto fue pensar en la manera más conveniente”, nos cuenta Carlos Vásquez, exembajador de Perú en Singapur.
La única forma de trasladarlas era a través de unas cajas de acrílico que José Koechlin, fundador de Inkaterra, felizmente poseía. Haber mandado a confeccionarlas habría elevado notablemente el costo de la operación. Fue así que 87 flores de orquídeas nativas de Machu Picchu, preservadas en acrílico para mantener su forma y color natural, pudieron cruzar el océano y ser apreciadas fuera de su hábitat por 1 millón 700 mil personas.
Las flores de la exposición “Orquídeas de Machu Picchu” se exhibieron junto a un modelo a escala del santuario inca, una de las siete maravillas del mundo moderno. Estaban acompañadas por una selección de artefactos emblemáticos de las culturas milenarias del Perú, reproducidas por el artista peruano Edi Mérida. Llegó a su fin el pasado 31 de marzo, luego de alcanzar un récord histórico de visitas, lo que la convierte en la muestra más concurrida acerca del Perú fuera de nuestras fronteras.
Una iniciativa sin precedentes, que puso nuevamente en valor el patrimonio cultural y natural del país. //