Manuel es bajito y discreto. Uno imaginaría por las florituras de su voz y el fulgor del saco de luces que se puso para una sesión de fotos, que se siente un divo, una especie de Juan Gabriel peruano. Pero no, él saluda sencillo y susurrando ronquito desde la grandeza de su metro sesenta.
Han pasado 58 años desde que un jovencito con un registro increíble irrumpió en la música peruana. Entonces fue calificado como la voz más alta, más aguda, de la canción criolla. Sus inflexiones en temas como Destino o Cuando llora mi guitarra estrujaban el corazón de los que iban a verlo cantar a El Parral de El Rimac o los que los escuchaban por radio. Algunos pensaban que era la voz de una mujer, otra Lucha Reyes.
Recuerda cuando durante una serenata de Lima en la plaza de armas, el alcalde Luis Bedoya Reyes le concedió las llaves de la ciudad a pedido de la cantante española Marisol. Y es que un Donayre de unos 17 años había cantado con tal sentimiento que simplemente opacó a las grandes estrellas del criollismo que también habían participado esa tarde. "A quién le damos las llaves de Lima", preguntó Bedoya. "Pues al chico de blanco con la cinta roja en la cintura", no dudó la estrella invitada.
Esa vez Rafael Matallana lo llevó entre la multitud hasta el palco del alcalde para que fuera premiado. Y su madrina María de Jesús Vásquez, la reina y señora de la canción criolla, estaba más orgullosa que nunca y se felicitaba de haberlo invitado a cantar en el segmento de la serenata destinado solo a ella.
-Todavía tiene esa llave, le pregunto.
-No, han pasado 28 años desde que me fui y se perdieron muchas cosas, me responde.
Se perdieron también todos los discos de oro que ganó por su 8 LPs, cuando era un joven que llegó a grabar tres discos por año, porque la gente quería más Donayre para sangrar a tajo abierto con sus valses. O mejor dicho con su voz.
Era una voz única que Lucha Reyes también amadrinó. Lucha, la Morena de Oro, la que dejó para la inmortalidad su mágica versión de Regresa. Una canción que Donayre puede interpretar con el mismo tono de voz. Pero con una tristeza más grande porque cuando canta no puede dejar de recordarla, a ella y a su trágico final. "Fue como una segunda madre", dice con gratitud.
La conoció en una verbena en la iglesia Virgen del Carmen de Barrios Altos. Manuel había acudido a curiosear. Sus miradas se cruzaron varias veces. Hasta que ella lo invitó a subir al escenario.
***
Cuando Manuel cumplió seis años quería un regalo. Que su padre pasara el día con él. Pero nunca llegó. Un camionero que viajaba por Sudamérica no podía darse el lujo de estar puntual en el cumpleaños de su hijo. Pero esa ausencia trajo algo positivo. Por entonces se presentaba el circo Acapulco en San Luis de Cañete. Y uno de los artistas de esa carpa mexicana era amigo de la familia de Donayre. Al ver la tristeza del niño, el artista lo lleva a la función pero también lo invita a cantar ante el público. "Esa noche estaba Jesús Vasquez entre los asistentes", recuerda. El niño cantó y deslumbró. Era 1955 y quizá ese haya sido su verdadero debut.
En 1958 Mercedes Traslaviña los llevó a Radio Atalaya de Lima y en la ciudad pudo tener las oportunidades que no le daba Cañete.
Destino fue su primer éxito. Tuvo admiradores pero también detractores. Un famoso periodista de espectáculos dijo que Donayre no cantaba sino gritaba. "Quién es ese negrito que grita cuando canta. No durará ni siete meses, escribió Guido Monteverde. Y fíjate los años que tengo cantando", me dice.
"Lo mismo dijeron de Lucha Reyes", agrega cuando caminamos por esa tripa urbana que es la quinta San José de Barrios Altos donde alguna vez vivió las jaranas junto a una familia llena de talentos. Los vecinos lo reconocen y lo saludan. Algún malcriado pasa y musita: "La Donayre".
"Dentro de la humildad en que viví tuve todo lo que se puede pedir para ser feliz".
Donayre ganó mucho dinero en sus giras y shows. Pero eligió al humilde barrio de San Martín de Porres como residencia. "No me arrepiento de haber ayudado a mi familia y no haber adquirido riquezas. Ahora somos quinientos contando sobrinos, nietos, primos".
El Diamante Negro agradece al cielo o a la naturaleza que su garganta siga igual. Pregúntale a los músicos, dice.
Por eso María de Jesús Vásquez, reina de la canción criolla, también lo hizo su ahijado años después que lo escuchara bajo esa carpa de circo. Junto a Polo Campos pasearon su show por todo el Perú y luego por América.
La voz de Donayre se hizo legendaria a pesar que el criollismo empezó a mostrar signos de muerte. Lucha Reyes falleció de la forma más trágica y temprana y los demás criollos fueron perdiendo la razón y la vida en la pobreza y el abandono.
En 1992 Donayre fue invitado a una serie de presentaciones por Europa, México y Estados Unidos. La gente en el exilio lo idolatraba y no quería que Donayre regresara al Perú.
En Estados Unidos le propusieron que se quede. Que en el Perú los cantantes del pueblo terminan abandonados. Que sus hijos tendrían mejor vida.
Fue una decisión difícil pero aceptó. Tuvo que conseguir un trabajo de limpieza para formalizar su estadía pero siguió cantando todo lo que pudo. Veinte años después de esa decisión pudo obtener la green card y regresar al Perú. Lo primero que hizo al llegar a Lima fue tomar un taxi a San Martín de Porres para abrazar a su madre. Y lo segundo visitar la tumba de su padre en el cementerio El Angel.
***
Esta vez Manuel Donayre Aguilar ha regresado para cumplir 70 años y para celebrarlo en un show que promete inolvidable en el teatro Municipal. Visitó San Luis de Cañete, donde fue recibido con honores de hijo predilecto por las autoridades y la población.
La gente pues no lo ha olvidado. Sus canciones siguen vibrando con fuerza. Ya no en discos de Sono Radio o en CDs de CBS sino en Spotify y Apple Music.
"Yo creo que la gente me quiere porque siempre le he tenido respeto", dice con humildad. Lucha Reyes le aconsejaba que nunca se mareara con el éxito.
Manuel Donayre siguió los consejos. Lo rebautizaron como Diamante Negro. Pero por dentro siguió siendo el chiquillo humilde y bajito que solo quería llevar felicidad con su voz.
SEPA MÁS
CUÁNDO: El concierto coincide con el cumpleaños número 70 del intérprete peruano radicado en EE.UU.: 23 de noviembre a las 8 p.m.
DÓNDE: Teatro Municipal de Lima.
ENTRADAS: Entre S/ 51 y S/ 255. Teleticket de Wong y Metro.