La obsesión por el detalle y una creatividad colosal encuentran cobijo en un atributo que también resulta ser un paliativo al apuro abrumador de los días: el placer por investigar. De ahí que la creación de demonios, elfos, o cualquier otra criatura fantástica formen parte de un largo proceso que, desde la imaginación de Juan Diego Peschiera hasta su materialización en el arte de transformar la apariencia mediante cosméticos, prótesis y otras técnicas creativas, termina siendo siempre un viaje alucinante. “Yo soy bien nerd, disfruto todo lo que implica sentarse a leer y estudiar la idea antes de empezar a dibujar, esa parte me fascina”, sonríe. Pero, ¿cómo es que su destreza puede llevarlo a escenarios tan disimiles como el de caracterizar a un monstruoso orco y maquillar a pacientes simulados para una clase de medicina forense?
El arte de lo verosímil
Es media tarde de un martes y llevamos algunos minutos en espera. De pronto, Juan Diego Peschiera entra en escena con una inmensa maleta cosmética color negro y una sonrisa fresca y amable, pese a que acaba de lastimarse parte del talón al intentar lidiar con el arrastre de su pesado compañero de mil batallas. Nos presentamos y luego de un apretón de manos, nos dirigimos a un espacio cómodo y tranquilo para que empiece a develarnos su arte. Mientras acomoda la inmensa maleta rodante surge la primera duda frente a un especialista en efectos especiales.
—¿Esa herida es de verdad o maquillaje?—, dispara uno de los asistentes apenas un instante después de que Juan Diego nos enseña el raspón causado por la enorme valija. Reímos.
‘Peshi’, como le dicen de cariño, no es un improvisado en la materia. Lleva 14 años haciendo docencia en el Perú sobre el diseño de efectos especiales, maquillaje y caracterización. Para este último Halloween, su pasión por el maquillaje escaló a un modelo de negocio aún poco asociado con el arte: se alió con Rappi para ofrecer una sesión de caracterización a quienes decidan adquirir una de las 20 gift card puestas en oferta. El resultado, como era previsible, fue un verdadero boom en la plataforma de comercio electrónico. ¿Cómo surgió esta ingeniosa y a la vez audaz idea? “Nació la posibilidad y dije, ¿por qué no?, entonces arriesgamos y decidimos probar a ver qué pasa”, resume Juan Diego con una naturalidad que se confunde con desinterés, pero que probablemente esconde una personalidad dispuesta siempre al riesgo de probar suerte.
Un guion y lo fantástico
Fue, precisamente, producto de esa disposición por lo nuevo que de más joven decidió hacer maletas e irse a estudiar dirección teatral en la universidad de Palermo, en Argentina. Era el 2007 y la idea de convertirse en un artista del maquillaje de caracterización le era tan ajena como la de esculpir una herida de bala en el cráneo de un paciente simulado bajo la atenta mirada de un médico forense.
—Mi chamba es bien extraña—, dice en tono sutil y remata—: “En el maquillaje para recrear muertes en cadáveres simulados, me baso en el análisis de la morgue, que es como un guion que debo seguir al pie de la letra bajo la supervisión del especialista, es muy exigente porque ahí no hay espacio a la creatividad, todo tiene que ser muy rigurosamente real”.
Mientras repasa una de las múltiples facetas a la que lo ha llevado el maquillaje, ubica a Daniela, su modelo de turno, en el centro del estudio, ya sentada en una silla alta, para iniciar una caracterización que le tomará aproximadamente una hora. Es en este punto que empieza la magia: ‘Peshi’ abre su monumental maleta y despliega una serie de herramientas y materiales que saturan la vista de quien no está acostumbrado a ese ejército de varitas mágicas que pueden describirse entre paletas de sombras, aguacolores, purpurina, pedrería, glitter, pestañas, prótesis, entre otros materiales. Y entonces surge la pregunta.
—¿Cómo te conviertes en un maquillador de efectos especiales?
Y detrás del asombro propio de quien lanza la interrogante, aparece una sonrisa discreta, casi cómplice, de alguien que sabe contar muy bien su historia y, sobre todo, disfruta haciéndolo.
“Lo que yo siempre digo es que el maquillaje me escogió a mí. Yo estudié dirección de teatro, tengo una licenciatura en dirección, tenía un curso obligatorio en caracterización, pero la verdad es que nunca le di bola, hasta que estuve haciendo mi tesis y me crucé con mi profesora de maquillaje. Es ella quien me dijo ‘oye estoy abriendo un curso de prótesis, ¿no te quieres meter?, y bueno, todo es mejor que dedicarse a la tesis, así que me inscribí al curso y la verdad es que me enamoré”, cuenta el hoy artista de 35 años.
Su primera aproximación al arte, sin embargo, empezaría mucho antes. De chico fue el dibujo aquello que lo capturó. Dibujaba todo el tiempo en las últimas hojas de los cuadernos de colegio. Primero, intentando replicar a los personajes de su serie favorita X-Men, luego intentando crear sus propios personajes de fantasía. “Me gustaba dibujar cómics, diseñar personajes, siempre me gustó crear mis propios seres fantásticos”, recuerda. Hoy en día ese talento lo sostiene y complementa con mucha base teórica.
El rigor del realismo
—¿Qué es más difícil, caracterizar, un ser fantástico o maquillar una herida?
—Lo realista, porque si yo hago un dios griego, tú me puedes argumentar que se ve diferente, pero la fuente de inspiración siempre será mi imaginación y cada quien tiene su propia idea; pero si yo tengo que hacer una herida, un moretón o caracterizar a un anciano, los límites son mas cortos, cuando hacemos algo más de fantasía o terror, los límites los pongo yo, que te gusten o no ya va por otro lado, en cambio en lo otro, los límites los pone la realidad misma.
Ya ha transcurrido la primera hora de maquillaje y Daniela, la modelo de elegida para esta sesión y también su amiga, ya padece los primeros estragos de la obligación de mantenerse inmóvil para dejar que el arte impregne sin sobresaltos sobre su rostro. “Yo estudié en Argentina, volví y estuve trabajando como asistente de dirección en el teatro de Lima, trabajé varios años ahí y poco a poco me salían más cosas de maquillaje, hasta que terminé saliéndome de dirección para dedicarme completamente al maquillaje”, cuenta ‘Peshi’ mientras elige cuidadosamente el grosor del pincel y perfila su vista adiestrada para calcular mentalmente el siguiente movimiento.
—¿Qué es lo más difícil de tu oficio?—, pregunto y de inmediato caigo en cuenta de lo ridículo de la consulta.
—En promedio, un maquillaje complejo puede tardar tres horas, pero una jornada de rodaje son 12 horas, tengo que estar todo el día, arranco a las 5 de la mañana y termino a las 5 de la tarde si es una película de terror. Un vez, me tocó caracterizar a 10 personas de los personajes de la película Avatar, fue una locura”—, repasa y no puede evitar una carcajada como celebrando la proeza.
El maquillaje de caracterización es clave en cine, teatro y televisión para transformar a los actores en personajes complejos. En Perú, solo unos pocos maquilladores dominan esta técnica, entre ellos Juan Diego, quien además produce sus propios cosméticos de manera artesanal. Con años de experiencia, su trabajo es cada vez más solicitado en producciones de cine, teatro y publicidad.
“Cada vez la industria del cine en el Perú está creciendo mucho más, el teatro también cada vez está requiriendo más maquillaje, pero aún somos muy poquitos los que hacemos esto. Eso sí, la verdad cada vez hay más, lo cuál hace que la calidad de los trabajos suba un montón; esto nos obliga a ir mejorando, ir creciendo y que este viaje sea un constante aprendizaje”, añade, reconfortado por un ambiente que, entre risas y buen humor, lo hacen entrar en confianza.
Genio y figuras
El cronómetro de la cámara marca una hora y ocho minutos. Hemos terminado. Daniela por fin puede desplegar movimiento en su rostro y con apenas una tibia sonrisa el maquillaje se luce en plenitud. En sus trabajos es tan creativo como intenso, ahí combina el uso de maquillaje artístico con el diseño de dentaduras postizas; prótesis en silicona, látex y hasta gelatina, incluso maquillaje con aerógrafo. “Muchas veces llego a usar los mismos componentes que uno utilizaría para la repostería”, resalta.
Juan Diego disfruta mucho la etapa de caracterización, pero aquello que más lo cautiva luego del proceso de investigación para el personaje, es la escultura. “Con lo que más sufro es con los moldes, es la parte que menos me gusta, siendo ha sido mi Talón de Aquiles”, confiesa.
—¿Te imaginabas en esta versión artística?
—Al menos yo como artista como profesor, creo que el arte siempre va a saber cómo llegar... solo hay que saber escucharse a uno mismo—, afirma y remata sin llegar a sonrojarse —: ¡Uy, me puse poético!
El genio creativo de Juan Diego Peschiera no conoce de límites. Es como si viviera en un estado perenne de curiosidad y experimentación, por lo que -para él- casi todo puede convertirse en el ingrediente idóneo para desplegar su talento y el buen humor. Después de todo, el arte es, principalmente, un estado del alma.
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