La marinera mochera luce el esquema de la tradicional. Tiene saludos, paseos, coqueteos, careos.
Moche
Luis Miranda

El distrito es famoso por sus huacas. La Huaca de la Luna es quizá la más hermosa y cromática del país y la del Sol, indiscutiblemente, la más espigada. Pero Moche, ubicado en La Libertad, también es célebre por su marinera. La estatua de Olga Fernández, en plena plaza de armas, confirma el amor que el pueblo vecino de Trujillo le tiene a una danza que podrá tener orígenes españoles y afroperuanos, pero a la que la sangre mochica le dio su forma definitiva.

Y esa forma tiene que ver con la manera de pisar el suelo, sin zapatos, sin altanería, sin fruncimientos señoriales ni acoso sensual, pero sí con soltura, cortesía y mucha alegría. La marinera de Moche se ganó el corazón del público desde que hace 52 años la citada Olga, adolescente aún, se presentó descalza al concurso anual de Trujillo, como para dejar en claro que la gente del campo podía competir de igual a igual con esas damas de sociedad que entonces danzaban con zapatos o zapatillas de ballet.

Esa presentación fue histórica porque la entonces Miss Mundo, Madeleine Hartog, regresó a Lima después de haber asistido a dicho concurso y bailó marinera en un show, sin zapatos, para emular la sencillez y alegría de esa joven campesina que sacaba chispas del suelo, como dice la canción. Desde ahí las damas prefieren lanzar los tacos lejos de la pista.

SOY LEYENDA. Olga Fernández fue la primera mujer en bailar descalza al estilo mochero en el famoso concurso de Trujillo, 1968. A su lado, su hermano Ronald Fernández, director de la escuela de marinera Moche.
SOY LEYENDA. Olga Fernández fue la primera mujer en bailar descalza al estilo mochero en el famoso concurso de Trujillo, 1968. A su lado, su hermano Ronald Fernández, director de la escuela de marinera Moche.
/ LUIS MIRANDA

Olga Fernández ganó el concurso recién diez años después, a pesar de que en ediciones anteriores fue una de las favoritas del público, pero extrañamente no de los jueces. Ahora ella tiene una escuela en España y, a sus 72 años, sigue concursando con una alegría y jovialidad que causa sana envidia en otras abuelas de su edad. Pudimos fotografiarla durante su visita anual al Perú en calidad de campeona categoría oro del 2019.

La pareja de Olga en aquel histórico certamen era un joven con los pantalones recogidos en la pantorrilla llamado Félix Aguilar Sachún, injustamente relegado a segundo plano y cuya familia sigue llenando de logros al distrito. Sobrino suyo es el joven Jean Pierre Villanueva Sánchez, gran valor del baile del pañuelo. Su padre, Freddy Villanueva, es fundador de la escuela Orígenes Moche, una de las más activas instituciones culturales en una localidad donde las rivalidades entre familias no escasean. La danza de marras aquí despierta tanta pasión como el fútbol.

LA TÉCNICA DEL ESTILO ‘MOCHERO’

“La marinera mochera luce el esquema de la tradicional. Tiene saludos, paseos, coqueteos, careos. La diferencia es que está cargada de requiebros, venias y reverencias. Una es erguida y la otra más expresiva”, aclara Ronald Fernández, otra de las leyendas de la danza, hermano de Olga y director de una escuela con réplicas en una docena de países, de las que han egresado varias generaciones de bailarines y profesores de marinera.

ESPECIAL NUEVA SANGRE. Freddy Villanueva y miembros de su escuela Orígenes Moche se alistan antes de una presentación. Su familia representa a la nueva generación mochera.
ESPECIAL NUEVA SANGRE. Freddy Villanueva y miembros de su escuela Orígenes Moche se alistan antes de una presentación. Su familia representa a la nueva generación mochera.
/ LUIS MIRANDA

Los pueblos campesinos de la costa conservan el estilo extremadamente respetuoso del baile, a la usanza de los abuelos, con los rostros apuntando al suelo y evitando un exceso de contacto visual. En Simbal, hacia la sierra liberteña, la danza tiene un estilo ahuaynado. Los mocheros le han añadido técnica y soltura, pero conservan los pies en la tierra y las damas lucen las hebras de algodón nativo trenzadas en el cabello. Es un baile que está presente en cada festejo y efemérides, una manera de expresar el amor a las maravillas de la vida.

“Los mocheros tenían la costumbre de acudir en grupo al campo y clavar una cruz de palo en el centro de los sembríos. Entonces se bailaba una marinera a manera de inicio de la ceremonia de la siembra”, añade Ronald Fernández.

Uno de los alumnos más exitosos de Olga es Julio Enrique León Azabache, múltiple ganador del concurso de marinera y hoy uno de los profesores más solicitados en Lima y Moche.

EL FUTURO. Mariela Puma y Carlos Vega, alumnos de la academia Moche. El último, de 21 años, ha ganado más de 70 títulos, entre ellos campeón de campeones en el concurso Todas las Sangres. “La marinera mochera luce el esquema tradicional pero está cargada de requiebros, venias y reverencias”.
EL FUTURO. Mariela Puma y Carlos Vega, alumnos de la academia Moche. El último, de 21 años, ha ganado más de 70 títulos, entre ellos campeón de campeones en el concurso Todas las Sangres. “La marinera mochera luce el esquema tradicional pero está cargada de requiebros, venias y reverencias”.
/ LUIS MIRANDA

En Moche también bailan las negras de Calazán, grandes muñecas de carrizo y papel cometa que alegran las festividades con sus rígidos brazos y el infaltable pañuelo. Las mueven jóvenes camuflados en su interior y su origen se remonta a inicios del siglo XX. Quien perpetúa esta tradición es el joven padre de familia Simón Asmat, nieto del creador de dichas muñecas, que también cuentan con un monumento en uno de los parques del pueblo. Son tan populares que hasta los políticos en campaña suelen usarlas.

Las mejores fechas para visitar Moche y apreciar su marinera descalza son el Domingo de Ramos de la Semana Santa, la fiesta de San Isidro Labrador el 15 de mayo y la fiesta de Santa Lucía y la Virgen de la Puerta, del 12 al 15 de diciembre. //

Contenido Sugerido

Contenido GEC