El cine todavía se filmaba en blanco y negro cuando las primeras actrices latinas llegaron a Hollywood, bajo una mirada exotizante contra la que hasta ahora se pelea. Eran tiempos de Dolores del Río, pero también de Lupe Vélez, quizá la primera en encarnar con éxito el estereotipo con el que se ha encasillado a varias generaciones de mujeres latinas a la fecha: tono fuerte, temperamento voluble y un infaltable toque “picante” en su estilo. Vélez era vista como una fiera. No por nada la llamaban la ‘Pantera Mexicana’. Si uno ve The Girl from Mexico (1939) y su secuela Mexican Spitfire (1940), apenas podría notar diferencia entre su actuación y lo que hizo Sofía Vergara setenta años después en la sitcom Modern Family. Ahí está la raíz del mal. Su penoso suicidio en 1944 abonó todavía más una leyenda salvaje que marcó —sin haberlo planeado— a las que llegaron después que ella.
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Decir que las cosas han cambiado sería pecar de ingenuos. Pero sí se notan ciertos cambios positivos. El caso más reciente es el de Jenna Ortega (20), la actriz que hoy brilla en su papel de Merlina en la serie de Netflix del mismo nombre. De ascendencia mexicana y puertorriqueña, no duda en reconocerse como latina aunque no sepa hablar español. Lo que ha contado a la prensa es revelador. Dice que ha tenido que rechazar papeles porque no quiere interpretar “a una criada ni a la hija de un líder del cartel”. La ex princesa Disney tuvo que esperar mucho hasta que le empezaran a ofrecer roles de mujer con po- der, algo que veteranas como Jennifer López o Salma Hayek solo consiguieron después de que crearan sus propias productoras.
Negarse a aceptar roles con el estereotipo de “latina” a tan corta edad es de resaltar. No todas lo tuvieron tan fácil. La española Paz Vega (47) era una estrella en alza en su país allá por el 2004 cuando se fue a Hollywood. La meca del cine la recibió haciéndola interpretar a una sirvienta que no sabía el idioma en la comedia Spanglish. Casi quince años después, otra actriz latina, la cubana Ana de Armas, jugó con mejor viento a favor al interpretar a una enfermera al servicio de una familia adinerada (y blanca) en el éxito Knives Out. Solo que esta vez era ella la protagonista de una película que se burlaba de los estereotipos hacia lo latino que tienen las clases acomodadas de EE. UU.
De Armas ha jugado tan bien sus cartas que parece estar predestinada para el triunfo, pero no lo estuvo en absoluto. De hecho, llegó a Los Ángeles sin saber una palabra de inglés y tuvo que recibir un acelerado curso en el idioma. Como “chica Bond” en Sin tiempo para morir demostró que pelea mucho mejor que el espía británico y es tan cool que hasta rechazó sus avances de maduro seductor con un épico gesto de desagrado. Lo que ha logrado con su rol de Marilyn Monroe en Blonde (2022) es histórico, pues de la veintena de actrices que han interpretado a ese ícono anglosajón, es la única de origen latino. Al final a nadie le importó su acento hispano, cuando se trata de una buena interpretación. De Armas compite por el Globo de Oro este martes y quizá podría dar la sorpresa, ante la favorita Cate Blanchett.
Para el director de la revista de cine Ventana Indiscreta, José Carlos Cabrejo, si uno ve una película con Salma Hayek de los años 90, como Del crepúsculo al amanecer, puede notar “una exaltación de la sensualidad y del exotismo” que en estos tiempos ya no es posible. Esto por diversos factores como que ahora se es más crítico con lo que se ha venido en llamar male gaze (la mirada masculina heterosexual) “y por un contexto actual que es más inclusivo con las minorías étnicas”, dice el también conductor del podcast de cine Páginas indiscretas.
Otro ejemplo de actriz que ha roto el techo de cristal que había sobre las latinas es Anya Taylor Joy, de padre argentino y madre inglesa. Nacida en 1996, en Miami, pero criada en Buenos Aires hasta los ocho años, tiene al castellano como su lengua materna y le encantan “las empanadas”, como recuerda siempre el youtuber del canal Te Lo Resumo Así No Más.
Con su pelo platinado y su piel de mármol, la existencia de Anya en Hollywood desafía clasificaciones y sorprende a muchos que aún andan confundidos en sus prejuicios sobre lo latino. De hecho, la revista Vanity Fair la llamó una “actriz de color”, lo que causó indignación en redes, entre latinos y no latinos. A Anya la hemos visto hacer desde papeles de mujer vikinga hasta en el rol de Emma, el personaje de Jane Austen. Para el 2024 la veremos hacer de Furiosa, el spin off de Mad Max.
En el batallón de latinas en Hollywood hay que mencionar a Isabela Merced Pizarro, de madre peruana, que es cantante y actriz, y a quien hemos visto en “Transformers: el último caballero” y “Dora, la exploradora”. Sus últimos proyecto han sido el remake de “El Padre de la novia” y en Rosalina, donde hace el papel de Julieta, en una nueva versión libre del clásico de Shakespeare contado desde otro punto de vista.
Menos conocida es Rosa Salazar, de padre peruano, que fue protagonista de la película Battle Angel: Alita, producida por James Cameron. Otras latinas destacadas son Adria Arjona (la hija del cantante Ricardo Arjona), que hemos visto en Narcos, en El Padre de la Novia y tiene un rol en la serie Andor, de Disney+. Sobresalen también las mexicanas Ezia González (Godzilla vs. King Kong) y Xochitl Gómez, a la que vimos en Dr. Strange en el Multiverso de la Locura”, de Marvel.
Los tiempos han cambiado desde que Rita Moreno interpretara a una latina en el musical West Side Story y se llevara un Óscar en 1962. Su victoria fue histórica pero no ayudó a lograr una representación mas diversa de lo latino en esas latitudes. La historia podría estar cambiando para bien de todas ellas —y las mujeres a quienes representan—, pero está claro que lo ha hecho a pasos de tortuga. //