Como ha sucedido históricamente en otros espacios, la incorporación de la mujer en el deporte ocurrió de forma tardía. Hace poco más de cien años, en las Olimpiadas de París 1900, se incluyó por primera una delegación femenina, conformada por apenas seis deportistas. Fue recién en Ámsterdam 1928 que la representación dejó de ser simbólica: cerca de 300 mujeres estuvieron en competencia. Por eso, a mediados de la década del 60, fue todo un acontecimiento que la nadadora María del Rosario de Vivanco (Lobitos, 1949) clasificara a Tokio 1964, convirtiéndose así en la primera peruana en integrar una delegación olímpica.
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