Cualquiera que haya tenido de niño a un juguete por mejor amigo sabe el sentimiento que acompaña cuando estos se pierden o, peor, cuando en un parpadeo del crecimiento resulta que los botaron “para hacer espacio”. A todos aquellos descorazonados que echan de menos a ese E.T. con su índice luminoso, al muñeco de Marco con su mono “Amenís”, al Cubil Felino de Basa con la cabeza azul (que solo salió en el Perú), o a la Barbie Rocker que venía con líquido para el pelo y un caset, puede que en La Feria del Juguete se lleven una feliz sorpresa.
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Antes de ir se recomienda llevar un pañuelo. Nadie mejor que los vendedores del lugar para hablar de la relación que adultos hechos y derechos pueden tener por sus juguetes del ayer. Reencontrados ante la presencia de un trozo de plástico de su infancia, muchos se derrumban por el barranco de la nostalgia “Acá se llora mucho”, dice Germán Vicente, vendedor que acoge en su stand desde figuras de Los Caballeros del Zodiaco hasta álbumes originales de La Pandilla Basura (”el álbum prohibido, que decomisaban en el colegio”) y varios.
Desde su puesto en La Feria del Juguete, Vicente cuenta cómo se inició en esta aventura. Ocurrió no hace mucho, justo después de la pandemia. Empujado por la necesidad para sobrevivir, tuvo que dejar su oficio de relojero para empezar a vender su colección personal de juguetes antiguos. Eran su tesoro pero comer era más importante. Ahí que se dio cuenta del filón de negocio que es la nostalgia. Al poco tiempo, ya era un comprador y vendedor de todo tipo de artículos del pasado. Mucho de este material proviene de sus proveedores que peinan mercados como La Cachina, Tacora, etc.
En el origen de la Feria del Juguete, que agrupa a vendedores como Vicente, está Hernán Castro, su organizador. Hace varios años él y otros jugueteros vintage vendían sus productos en mantas sobre el suelo, por las cercanías al hotel Sheraton. Era su punto de operaciones. Hasta que descubrieron eso de la unión hace la fuerza y se asociaron para hacer mejores cosas. Como feria, se han paseado por diversos puntos de la ciudad. La semana pasada estuvieron en Miraflores, por gestión de la municipalidad de ese distrito, pero normalmente se los encuentra en Breña (Jirón Carhuaz 126) los fines de semana, o en su nueva sede de El Callao.
En el stand de Castro, bien embolsados con sus bolsas ziploc, los muñecos originales de los Thundercats parecen aguardar a por sus nuevos dueños. Una nota a sola mirada la buena factura de antes: el modelado perfecto, el color que no se ha ido, la nobleza de aquellas cosas que se hacían con cariño. El destinatario de estas piezas de colección, concebidas originalmente para manos infantiles, son hoy forzosamente los adultos: nadie dejaría en manos de un niño algo que hoy puede costar más de 200 soles.
Hacia el final del recorrido, donde nos cruzamos con Transformers de todo tipo, payasos Tilines, loncheras de Basa, Tortugas Ninja, Topos Gigios y visores View Masters, llegamos a lo que parece ser el paraíso de las Barbies. El emprendimiento se llama La Boutique de mis Muñecas y lo dirigen dos venezolanos que ya tienen cinco años creando ropa para estas creaciones de Mattel y similares.
“Empezamos en Venezuela hace dos años y acá en Perú tenemos tres. Hay un mercado para esto gracias a Dios. La gente viene con su diseño y se los hacemos o pasa también que quieren algÚn diseño ochentero específico y nosotros tratamos de reproducirlo lo más parecido posible”. //
¿DÓNDE QUEDA LA FERIA DEL JUGUETE?
Todos los sábados en “𝗖𝗮𝘀𝗮 𝗱𝗲𝗹 𝗣𝘂𝗲𝗯𝗹𝗼” Jirón Carhuaz 126 (pasaje) - Breña (al Costado de Metro Alfonso Ugarte y del Hotel El Sol) en el horario de 12 pm. a 6 pm.
De lunes a viernes en 𝗜𝗻𝗢𝘂𝘁𝗹𝗲𝘁 𝗙𝗮𝘂𝗰𝗲𝘁𝘁: Av. Elmer Faucett 3443, Callao (al costado del aeropuerto “Jorge Chávez”).
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De paseo por la feria
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