Al crítico de cine Isaac León Frías la pandemia no lo ha golpeado en lo familiar, por suerte, pero ha sido cruel en otro aspecto muy gravitante en su vida. Desde marzo de 2020 no ha pisado un cine. Un día antes de que se declarase la pandemia, el docente volvía de México de una empachada festivalera y se topó al llegar con una realidad sin salas. La transición fue difícil, sabiendo, quienes lo conocen, de su resistencia tenaz, de décadas, a ver películas en un televisor.
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‘Chacho’, como le dicen sus amigos y ex alumnos, prefería viajar para ver cine en pantalla grande antes que mirarlo en casa. Sumergirse en una butaca le daba una emoción especial que lo devolvía a Tambores apaches (1951), la película que vio de niño, lo aterró y marcó su vocación cinéfila. “Durante 70 años he sido un espectador de salas de cine y he seguido siéndolo hasta el día anterior a la cuarentena. Pero no me he quejado. Estoy viendo más cine que nunca, solo que en mi casa”, dice ahora que se ha convertido al visionado de películas por streaming y formatos similares, que puede ver en su computadora, televisor o proyectadas en el jardín de su casa. En esas condiciones ha escrito un libro, La revolución de Netflix en el cine y la televisión (2021), que, dado su historial, quizá nunca pensó firmar.
LA REVOLUCIÓN SE VERÁ POR STREAMING
El libro de León Frías aborda una realidad que los cinéfilos de experiencia, y la industria del cine misma, percibía con recelo, como los vaqueros veteranos al ver llegar la locomotora al Viejo Oeste: los tiempos cambian rápido y un nuevo orden se construye sobre el antiguo. En este caso, la irrupción es la del streaming, la última revolución audiovisual que nos volvió a muchos felices “consumidores de contenido” en casa.
Este año tan peculiar en que casi no ha habido estrenos en cine, los servicios de streaming han dado la hora. Esta semana han barrido con las nominaciones al Óscar. Netflix ha conseguido 35 para 16 cintas suyas. Dos de ellas, Mank y El juicio de los 7 de Chicago, se postulan a mejor película. La primera de ellas es la que más nominaciones tiene. Diez en total. Otros servicios de streaming también lo han hecho muy bien: Amazon Prime Video ha merecido 12 nominaciones, lo que supone un récord para la plataforma. Esta semana se estrenó también la versión renovada de La Liga de la Justicia, con un lanzamiento a nivel mundial por HBO Max y en otras plataformas en paralelo, lo que marca un hito.
Para entender la importancia de lo que ha pasado con el streaming basta recordar que hace solo dos años Steven Spielberg lo miraba con desdén y luego pasó a producir una serie para Apple TV. El director de E. T. pensaba que los Óscar no debían nominar a las películas de Netlix. Antes, en el 2017, la película de Netflix Okja, del coreano Bong Joon-ho (Parásitos), fue abucheada en el Festival de Cannes por un sector del público que consideraba que el evento no debía cobijar cintas que no tuviesen un estreno en salas.
Se armó tal polémica que, desde entonces, las películas de streaming han quedado proscritas en ese lugar. Otros festivales, como el de Venecia, no se han hecho problemas: la película Roma, de Alfonso Cuarón, producida por Netflix, se llevó el máximo premio en el 2018.
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NETFLIX Y HOLLYWOOD: UNA HISTORIA DE ROCES
Hollywood ha tenido con las plataformas una relación un tanto tensa, como si estas tuvieran que probarle algo. Para considerarlas elegibles al Óscar, las películas de streaming tenían que garantizar un estreno en salas de al menos dos semanas, una regla que este año la Academia dejó pasar por alto, por obvias razones. Y si las nominan, igual no las dejan ganar en los premios importantes. Recuérdese el ninguneo que recibió El Irlandés, millonaria superproducción de Netflix y dirigida por una leyenda como Martin Scorsese, que tuvo 10 nominaciones en el 2019 y no consiguió ninguna, lo que muchos vieron como un mensaje de ubicaína al recién llegado.
Para León Frías, lo que está pasando se parece a lo ocurrido en los años 50, cuando llegó la TV. “Fue un periodo de replanteamiento y el cine adoptó medidas para hacerle frente a la TV: la pantalla panorámica, la tercera dimensión, etc. Estos roces ya se están procesando. Muchas productoras tradicionales de Hollywood están entrando a la carrera del streaming y al final van a terminar entrando todas. Por otro lado, vamos a ver que el cine como espectáculo se va a renovar en alguna medida para ofrecer una experiencia distinta; puede ser butacas premium, pantallas más grandes o algo más”.
Alguien que, a diferencia de ‘Chacho’, nunca se hizo problemas para ver películas en pantalla pequeña es el crítico de cine Ricardo Bedoya, conductor del programa El placer de los ojos. “Cuando era pequeño veía las películas del canal 5, tenían un ciclo de la Warner. Todo el cine clásico lo he visto en TV”, recuerda Bedoya, que en el 2020 calcula haber visto más de 700 películas. Está suscrito a muchas plataformas, pero prefiere Mubi, que presenta contenido curado de cine de autor de todo el mundo.
“El streaming es una realidad irreversible. Está acá. Las plataformas son cada vez grandes, siguen creciendo, hay mucha competencia entre ellas y están produciendo películas a la manera en la que lo ha hecho Hollywood siempre. Es una realidad que ya no se puede negar. Lo que buscan ahora es justificarse y ganar un Óscar, que es el premio al prestigio, una forma de autopremio que tienen allá. Netflix y las otras plataformas están entrando cada vez más a eso y se están asentando como lo hicieron los estudios de Hollywood hace 100 años, en la gran época del cine después de la primera guerra mundial. En lo personal, pienso que la forma de ver películas es en pantalla grande, el problema es que acá teníamos pantallas grandes para ver siempre lo mismo”, dice en alusión a su crítica recurrente a la cartelera local.
¿Y qué hay del futuro de las salas de cine peruanas? De momento, antes que preocuparse por el streaming, están volcadas en su subsistencia como actividad económica segura y rentable. El Perú es uno de los pocos países de la región que no ha abierto aún sus salas. Según la Asociación Nacional de Salas de Cine (ANASACI), en México estas se reabrieron el 12 de agosto; en Brasil, el 10 de octubre; en Colombia, el 26 de noviembre; en Argentina, el 3 de marzo, por mencionar algunos casos. En ANASACI consideran inviable que se les imponga un aforo mínimo de 20%, cuando en otros países es del 40%, y que no se les permita vender comida en el cine. Hasta que ese tema no se solucione, seguiremos sin salas.
Quizás el streaming no llegue a compararse nunca con la experiencia de estar en una sala oscura y ante una pantalla gigante, lejos de la tentación de poner pausa cada diez minutos para contestar una llamada o entrar a revisar Instagram. Esa gran ilusión, centenario ritual en el que nos sumergíamos, volverá pronto y aprenderá a convivir con las nuevas tecnologías y pantallas. Pasó antes y volverá a pasar. //
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