Nintendo hoy en día es uno de los grandes nombres de la industria de los videojuegos, pero sus orígenes se remontan a 130 años atrás, cuando Fusajiro Yamauchi creó un pequeño negocio de fabricación de cartas de juegos. Visto desde el presente y con la imagen actual de la empresa, puede parecer el inicio de una aventura inocente, pero la historia es algo distinta.
Por aquel entonces, Japón había levantado la prohibición que sufrían las cartas hanafuda, que eran usadas para multitud de juegos y muy populares en las apuestas.
Los juegos de cartas fueron llevados por los portugueses en el siglo XVI y fueron rápidamente adoptados por los nipones. Pese a que Japón se aisló del mundo por más de dos siglos y el shogunato prohibió tanto las cartas como las apuestas, estos siguieron gozando de popularidad clandestina y la población comenzó a crear sus propios naipes y juegos.
Fusajiro Yamauchi, por aquel entonces con 26 años, vio una gran oportunidad en la legalización de las cartas hanafuda y creó su propio negocio de fabricación artesanal de naipes, el cual se convertiría en Nintendo.
¿El gran detalle? Que en ese entonces el hanafuda había perdido cierto arraigo popular a causa de la prolongada prohibición, mas seguía siendo una gran afición y fuente de ingresos para los grupos criminales de Japón, hoy conocidos como Yakuza.
Tal como señalaba Eurogamer en un reportaje de 2017, Nintendo se había convertido en el mayor proveedor de cartas hanafuda de Kioto, su ciudad de origen, y en el área cercana. El problema era que las perspectivas de crecimiento no parecían demasiado grandes entre el público familiar, pero la situación cambió cuando la Yakuza mostró su interés por abastecerse de cartas.
Si bien el hanafuda ya no estaba prohibido, había multitud de casas de apuestas ilegales manejadas por la mafia en Kioto. En muchos de estos locales, era una costumbre habitual abrir un paquete nuevo de hanafuda en cada juego y eso se tradujo en una enorme demanda de cartas. Para ilustrar dicho contexto, puede mencionarse que la sede original de la compañía estaba ubicada en una zona que había sido controlada por el Aizukotetsukai, una de las organizaciones criminales más temidas de la época, cuyo jefe líder era conocido por ser un espadachín violento y un apostador empedernido.
“No es que la compañía fuera originalmente manejada por mafiosos japoneses”, indicaba Brian Ashcraft en un artículo publicado por Kotaku en 2011. “Sin embargo, no hay duda de que la Yakuza apostaba con cartas hanafuda de Nintendo”, añadía el periodista estadounidense residente en Japón.
Ashcraft señalaba que Yamauchi “únicamente tenía que ver fuera de su puerta” para encontrar clientes, pues Kioto estaba repleta de grupos de “apostadores y chantajistas” en 1889. Aparentemente, el mismo fundador de Nintendo había sido un aficionado al hanafuda en tiempos en los que la actividad era ilegal, por lo que únicamente se remitió a cubrir una demanda insatisfecha que conocía muy bien.
Nintendo aprovecharía de gran manera las ganancias y lograría expandir su negocio hacia otros tipos de cartas japonesas, los naipes occidentales y juegos de mesa. Más tarde llegarían apuestas de expansión corporativa como una cadena de taxis, un canal de televisión e incluso una red de “hoteles del amor”, los cuales serían recordados como aventuras fallidas.
Sería con los juguetes electrónicos y, finalmente, con los videojuegos que la empresa japonesa terminaría de cimentar su reputación y éxito a escala global. Todo ello empezó con un lote de cartas pintadas a mano, negocio que, contra todo pronóstico, la compañía sigue manteniendo vigente.