Nueva entrega de Alejandro Neyra y Peruanos de Ficción.
Nueva entrega de Alejandro Neyra y Peruanos de Ficción.
Alejandro Neyra

En 1986 un grupo de hombres y mujeres deciden embarcarse en un crucero llamado “Bahía de Darwin”, que promete un viaje de encuentro con la naturaleza, en la hermosa isla ecuatoriana de Galápagos. Un millón de años después, el fantasma de Leon Trout –hijo del mítico Kilgore Trout, personaje recurrente del universo de Vonnegut- cuenta cómo aquel grupo humano compuesto por norteamericanos y japoneses, además de seis niñas de la ficticia tribu de los kanka-bonos, se convirtieron en los últimos humanos sobre la tierra y cómo se fueron reproduciendo hasta convertirse en una raza más parecida a los lobos marinos que a los seres humanos como los conocemos hoy.

¿Pero cómo fue que aquello ocurrió? En aquel tiempo el mundo entró en una crisis financiera que afectó a todos los países incluyendo al Ecuador. Dos semanas antes el Perú, siempre a la vanguardia del vecindario sudamericano en aquella década nefasta, ya había tomado la delantera y entrado en crisis. Con vistas a sobrevivir en un mundo en colapso, la junta militar que había tomado el poder decide lo que suelen hacer las dictaduras en crisis: declarar la guerra al enemigo más cercano (esto es, al país más a mano). Guillermo Reyes y Ricardo Cortez, valientes pilotos de la Fuerza Aérea Peruana, cruzan el espacio aéreo para bombardear el aeropuerto de Guayaquil y otros lugares clave en territorio ecuatoriano, en lo que será el inicio de una guerra a gran escala y a la hecatombe que destruirá el mundo tal y como lo conocemos.

Kurt Vonnegut, se conoce, es una de las principales figuras de la literatura norteamericana y sus novelas Matadero 5 y Cuna de gato, son clásicos notables, en los que hechos reales como el bombardeo de Dresden –en el que participó Vonnegut- o la guerra de Vietnam, se mezclan con extraterrestres del extraño planeta Tralfamadore e invenciones propias de la ciencia ficción, con una visión satírica del ser humano, descritas por el alter ego de Vonnegut, Kilgore Trout (que aparece mencionado como padre de Leon en Galápagos).

¿Y qué es lo más atractivo en , en especial las de Vonnegut? Pues la visión que da del mundo en que le tocó vivir al autor, en este caso, el mundo de los años 80 y los estertores de la Guerra Fría. En aquel planeta verde el gran rival de los Estados Unidos todavía es el Japón de la tecnología y el poder financiero (ninguna mención a China) y en él países periféricos como el Perú no solo son propensos a tropezar de nuevo con la piedra de la dictadura sino además a provocar una nueva guerra con el Ecuador –para el caso, en 1985, año en que se escribe la novela, estaba aún fresco el recuerdo de la guerra del Falso Paquisha de 1981 y no estábamos tampoco tan lejos de los enfrentamientos en el Alto Cenepa de los años noventa y por suerte tampoco de la firma de los Acuerdos de Paz entre nuestros países.

Y es que la ciencia ficción dice mucho más del mundo en que un escritor plantea su narración que de la imaginación. Y más aun cuando en este caso Vonnegut fantasea con un mundo en el que los seres humanos son criaturas marinas con cerebros infinitamente más pequeños que los actuales, cuerpos aerodinámicos cubiertos de escaso pelaje y aletas en lugar de manos, para poder sobrevivir en un mundo acuático en el que la mayor preocupación es encontrar un poco de pescado fresco para disfrutar, la mayor exquisitez culinaria del planeta junto con el plancton y las algas marinas (nada de boom de la gastronomía aquí).

En todo caso, lo interesante de la novela es que más allá de describir la crisis económica de los ochenta -que comparativamente debió ser más suave que aquella en la que terminamos luego del descalabro del primer gobierno de - el Perú de ficción contaba con armamento sofisticado y un deseo mayor de hacerse de aquel país con el que tantos desencuentros tuvimos en el ya lejanísimo siglo XX; y que es de las manos de un peruano que el mundo empieza su camino a la destrucción en plena época en que los miedos estaban todavía en la posibilidad de una guerra nuclear entre Estados Unidos y lo que fue la ya casi olvidada Unión Soviética.

El mundo ha cambiado radicalmente. Por suerte estamos a pocos días de conmemorar veinte años de uno de los hechos más relevantes de la diplomacia peruana reciente: la suscripción de los acuerdos de Brasilia y , acordada en octubre de 1998. Aquello escapa notablemente de la ciencia ficción y es parte de nuestra historia real y reciente. Pero debemos estar siempre atentos pues pasada la Guerra Fría, en el mundo de la post verdad, más allá de la capacidad militar siempre puede quedar en manos de un peruano fomentar la destrucción del mundo (aunque esperemos que, como hoy, eso pueda pasar más en la virtualidad de las redes sociales y la literatura de ciencia ficción).

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