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Oscar García

No deja de ser motivo de satisfacción la persistencia con la que películas peruanas realizadas fuera de Lima llegan a nuestra cartelera local. En los mejores casos, se trata de relatos humanos que ofrecen perspectivas diferentes y conmueven, invitándonos a contemplar el país desde un enfoque más allá de los limitados referentes urbanos. No hace mucho, en enero de este año, una película de pequeña escala grabada en Cusco y en quechua, titulada “Willaq Pirqa: El cine de mi pueblo”, resultó ser un sorprendente éxito de taquilla, prácticamente sin promoción publicitaria, gracias únicamente al boca a boca. Algunos años atrás, recordamos “Wiñaypacha”, una hermosa película grabada en aimara, que nos hablaba sobre la realidad universal del abandono de los adultos mayores y de la cultura, cuando los jóvenes huyen de sus pueblos.

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Esta vez está por entrar en cartelera una nueva producción nacional que ha sido filmada íntegramente en Cajamarca. Y de forma similar a “Willaq Pirqa”, esta película tiene la particularidad de incluir la presencia de algunos actores no profesionales, también conocidos como actores naturales, entre ellos un gracioso niño de cinco años que se roba el corazón de todos. La cinta se titula “Pirú”, y según su director Bismarck Rojas, la concibió como una carta dirigida al Perú, ese país diverso y polarizado de estos tiempos, que lucha por comprenderse a sí mismo y por alcanzar la autoaceptación y el respeto a los derechos del otro.

En “Pirú”, dos jóvenes relacionistas públicos, interpretados por los actores Emanuel Soriano y Andrés Salas, han sido contratados por una empresa minera para llevar a cabo un trabajo de campo peculiar: “suavizar” el desalojo de un pequeño pueblo en Cajamarca, cuya especial ubicación, a juicio de la minera, obstaculiza el progreso. El conflicto surge cuando estos jóvenes conocen a los habitantes de la comunidad, en particular a una abuela y su nieto de cinco años, quienes les cambian la perspectiva.

El director Bismarck y su hermana, la productora Sara Rojas, empezaron a trabajar este proyecto en el Año Nuevo de 2015. “Nuestra familia es de Cajamarca, y desde pequeños nos tocó ver los conflictos sociales que se generaban en torno a la minería. Ese día, nos quedamos pensando en cómo hacer una película que tienda puentes, que hable de un país dividido, y de la posibilidad de lograr un tipo de unión. Y recuerdo que escribimos en un papel la palabra “Perú”, y así empezó todo”, recuerda Bismarck.

La cinta se grabó el 2022 en la localidad de Namora, a una hora de la ciudad de Cajamarca. Allí, encontraron a los actores naturales perfectos. En el caso de la señora Teresa Tello, quien interpreta el papel de la abuela Hermelinda, la hallaron un día en que realizaron una convocatoria en Cajamarca. Por error, acudieron un nutrido grupo de adultos mayores pensando que iban a cobrar su Pensión 65. Cuando se aclaró la confusión, el lugar de audiciones se vació, y solo quedaron cinco personas interesadas. Una de ellas fue la seleccionada.

En el caso del pequeño Mateo Castrejón, la elección fue fruto de una corazonada. Aunque se realizaron cástings en algunos colegios de la zona, el director Bismarck Rojas prefirió dejarse guiar por su instinto y eligió a un niño que había conocido en la calle. Bastó con jugar a las canicas con él para darse cuenta de que era el indicado.

Trabajar con Inés y Mateo fue muy gratificante y desafiante para los destacados actores profesionales Salas y Soriano. “Son personas maravillosas, con las emociones a flor de piel debido a todo lo que han vivido, y eso, como actores, es increíble”, comentan. Describen a Mateo como un niño hermoso, alegre y juguetón, que sin duda se convertirá en la gran sorpresa de la película. Algunas de las líneas en la película fueron improvisadas por el niño y contienen una gran sinceridad. Hoy en día, Mateo tiene siete años y ya les ha dicho a todos que su sueño es mejorar su técnica y convertirse en una verdadera estrella de cine. //

Además…
Estreno Nacional

Pirú” ingresa a carteleras este 5 de octubre en todos los cines del país. Su realización fue posible gracias al apoyo del programa de estímulos del Ministerio de Cultura y de la Dirección del Audiovisual, la Fonografía y los Nuevos Medios (DAFO). Sus productores aseguran que el 5% de las utilidades de la cinta será donado a fundaciones que protegen a personas en situación de calle y a albergues de animales abandonados.

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