De todos los juguetes que Basa (1) pensó para los niños que crecimos en los 80 -pienso en el Chichobello, Patty la Patinadora o el Don Rascaplaya-, ninguno daba tantos superpoderes como el PLAYGO, un juego educativo de pequeñas piezas de plástico azul, rojo y amarillo que permitía, una mañana, ser el ingeniero constructor de una estación espacial. Al otro día, un mecánico que diseñaba autos Fórmula 1. Al otro, un pirata español a bordo de su carabela de 300 ladrillitos. A finales de los 80, cuando los billetes perdían su valor en horas y solo servían para jugar monopolio, PLAYGO, el primo peruano del poderoso gran danés LEGO, inició una colección de cajas y baldes para armar que hoy, casi 40 años después, se ha convertido en una joya de la realeza. Se buscan como el pie de la Cenicienta.
Al punto que hoy, una caja rescatada de los bajos de alguna bodega de Lince o Jesús María, todavía con ese precinto amarillo que decía “Cinturón de Seguridad” puede costar en dólares lo que se pagaba por inservibles intis.
(1) Basa, o empresa de plásticos Basa (originalmente Bakelita y Anexos) fue fundada en 1949, y aunque en un principio estuvo orientada a la manufactura de productos para el hogar, en los 80 inició una colección inolvidable de muñecas y juguetes.
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¿Cómo era el Perú en los 80-90, por lo menos para los niños? El día con pan tolete, la noche con lamparín. Ropa nueva para Navidad, zapatillas con suerte en los cumpleaños. Solo en julio -o diciembre- la familia podía ir a comer un pollo a la brasa, cuyas piernas, ahora que lo pienso, parecían de Brontosaurio. Los juguetes y la ropa importada eran una rareza, una buscada pepita de oro. De aquella época de urgencias surgió la creatividad. Como solo habían monedas, uno se compraba canicas. Como no sobraban juguetes, las latas vacías de leche Gloria servían para jugar Kiwi. Y cuando eso aburría, para jugar era suficiente el propio cuerpo: lingo, liga o las chapadas.
En ese Perú, apareció PLAYGO. “Podría decirse que fue la respuesta peruana a LEGO. Durante el Gobierno de Alan García, por decisión o por política, no se importaba casi nada, menos juguetes. Y si estos llegaban, era muy caros: solo la gente que tenía dinero podía comprar algo de marca o traerlos desde fuera”, dice Marcos Chumpitaz, periodista, coleccionista y querido compañero buceador en archivos, jugueterías y librerías de viejo. Me ha enviado sus tres joyas por WhatsApp, en inocente competencia con el oro de mi baúl: sus minimóviles de PLAYGO versus mis Arma tu Diversión, PLAYGO de Mobil. Carritos rojos, amarillos y azules contra mis helicópteros y gusanos espaciales.
Intuyo que podríamos pasarnos la tarde de viernes así.
Hasta que él, Chumpitaz, hace foco en el secreto de la fortuna de los ladrillos más famosos de los años 80 en Perú: “Es una maravilla recordar que eran juguetes blancos, educativos, que despertaban la imaginación. Y lo más importante, los podías encontrar en bodegas, pues Basa hacía alianzas con marcas tipo Coca Cola para vender unas cajitas de diez piezas, máximo, a menos precio”.
Entonces leo lo que dice en la cajita de sus minimóviles: “Construyendo con boques PLAYGO se le ofrece una oportunidad al niño de lograr una satisfacción de orgullo y éxito al ver realizada su creatividad. Es diferente, divertido y nuevo cada día”. Una niña de blusa blanca y chompa amarilla, y un muchachito de camiseta azul y raya al costado sonríen. No tienen más de 5 años.
Qué puede hacerte más feliz que tener esa edad y ser imagen de publicidad de un juguete.
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PLAYGO, EL JUGUETE SOÑADO DE LOS 80
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1982. Años previos al desastre aprista. Todos los indicios y los coleccionistas consultados para este reportaje apuntan a ese año como el primero en que Basa puso a la venta el nostálgico PLAYGO. Se puede ver aquí y decía: “Con un ladrillo de PLAYGO, y otro ladrillo de PLAYGO, puede hacer miles de cosas lindas. Casitas. Edificios y puentes, y colecciones excelentes”. PLAYGO tenía 3 tamaños (A, B y C), diferentes colecciones (playmobil, playgonautas, minimóviles, etc) y formatos cada vez más espectaculares (PLAYGO Lobo del Aire, por ejemplo, tras conseguir los derechos de Universal City Studios INC). Elvis Vilca es un ingeniero arequipeño de 28 años que dedica su tiempo y sus ahorros a la página de FB PLAYGO del 80 Made in Perú, probablemente, el espacio de culto más nostálgico del juguete del ladrillo. Hoy mismo está vendiendo uno de sus hallazgos: una caja con más de 250 piezas del TRANSROBOT X2.
-Es uno de los tres que me quedan. Y envié uno a Trujillo. Los encontré en un almacén, dice Vilca. Y dice más.
¿Cómo nació tu afición por PLAYGO?
Todo comenzó cuando tenía cuatro años. Mi papá fue a comprar bateas a una tienda de plásticos y me compró un PLAYGO minimóvil chico en el mismo lugar. Con el tiempo fui aumentando poco a poco mi colección, hasta que a mis 28 dije: “Ahora que se ha masificado LEGO, ¿por qué no muestro mi colección?”.
¿Cuán grande es tu colección?
Regular. Como vi que tengo una cantidad buena decidí completar todos los demás modelos para hacer una enciclopedia de los modelos. Un museo. Como LEGO tenía su página oficial e innumerables fan page de los modelos vintage de la marca danesa, decidí que no debía quedar en el olvido la marca 100% peruana PLAYGO fabricada por Basa. Que llegó incluso a países como Bolivia, Chile, Argentina aunque no tan conocido como Perú.
Entonces decidiste hacer un homenaje a PLAYGO.
Sí. Decidí crear una página web pero para conseguir e ir difundiendo creé el fan page primero en Facebook, a la vez que voy coleccionando todos los modelos. Termino este trabajo y con mi colección completa, mandaré la web.
¿Cuál es el PLAYGO más antiguo que apareció a la venta en el Perú?
Inicios de los 80. Hubo 3 colecciones grandes. Las de los 80, los 90 y el PLAYGO Preescolar. Las piezas son distintas; cada tipo tiene sus catálogos de diferentes modelos. De allí su valor.
¿Qué has descubierto en tus averiguaciones?
PLAYGO del 80 se lanzó con el sistema “MIS LADRILLOS” -tengo una publicidad que te voy a enviar- y duro desde 1980 hasta 1989, cuando perdieron la licencia y Basa decide continuar con su marca, nuevamente inspirándose en los ladrillos Japoneses Kawada pero variando su tamaño y el sistema crea sus propias piezas que no son compatibles. Así nació PLAYGO y continuó en los años 90 con otro tipo de desarrollo de sus contenidos, nuevos diseños y temáticas. En 2003 Basa quebró y acabó con la producción de este tipo de juguetes.
¿Es muy caro ser coleccionista?
Sí, específicamente si buscas cosas del 90 pero es una inversión también. Lo que compras es como un ahorro en el cual los activos solo se elevan de valor más aún si son modelos que se lanzaron sólo una temporada. Te cuento, los modelos escasos solo se lanzaron un año, diferente de otros modelos (cada año se lanzó un importante número en un catálogo responsable), que se lanzaron hasta 5 años con algunas variantes. Hablamos de los modelos del 90. Algunos modelos llegan a valer más de 1000 soles, como el barco pirata clásico seminuevo, y otros como los preescolares están 45 soles, con uso.
¿Cómo es el circuito para conseguir estas piezas vintage?
Pues... Busco en todos lados: bodegas, casas de amigos y familiares, Cachinas, grupos de coleccionismo vintage, tiendas de antigüedades ( en el Jirón Camaná, por ejemplo), contactos, etc.
¿Cuál es la joya de tu colección?
Lo más raro que tengo son unos baldes de preescolar licenciados por Disney. Basa, aprovechando que tenía sus propios bloques y la licencia de fabricación de muñecos Fisherprice, además de la licencia Disney, lanzó unos baldes con piezas grandes preescolares con personajes de Mickey, Donald, entre otros.
Podrías pasar una semana revisando cada foto publicada en su fan page. Su museo.
MIRA EL INOLVIDABLE COMERCIAL DE 1982
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“Canjea tu PLAYGO de Coca Cola por 10 chapitas”, decía una publicidad de diciembre de 1982. Se podía canjear tres puntos de la capital: la esquina de Moquegua y Angaraes 799, Lima; también en Pasaje Tello 163, en Miraflores y en Pedro de Osma 550, Barranco.
Diez chapitas. Cuando yo era niño eso costaba la felicidad.
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