Miguel Villegas

El dólar a finales de los años 80 era, en realidad, un dolor. No solo porque su intercambio, en medio de una crisis económica catastrófica para el Perú, devaluaba el precio del inti a niveles miserables, que convertía a la moneda nacional en papelitos para jugar monopolio; también porque sus bases, asentadas en el jirón Ocoña en el Centro Histórico de Lima, atraían violencia común, asaltos a mano armada y la sensación de que el destino financiero del Perú no se decidía en el BCR o Palacio de Gobierno: se discutía aquí, en estas dos cuadras que van desde el final del Jirón de la Unión hasta el Jirón Camaná. Y frente al Hotel Bolívar, donde algunas madrugadas salen zombies enamorados producto del Catedral, su delicioso pero traicionero pisco sour XL.

ACLARACIONESLa nota se publicó originalmente el 14 de agosto. Ha sido actualizada luego de que el dólar alcanzara un nuevo máximo histórico

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