Tik Tok viene atravesando por una segunda ola de popularidad gracias a las cuarentenas que se han venido haciendo en el mundo a causa de la pandemia. Si esta ya era muy popular entre los niños y los jóvenes el año pasado, ahora lo es más. Generaciones mayores se han unido al boom durante los últimos meses en la búsqueda de contenidos que sean divertidos, cómicos y relajantes con el fin de eludir, aunque sea por un rato, la dura realidad que está tocando vivir. De ahí que, solo en el primer trimestre del 2020, la aplicación se haya descargado 315 millones de veces. Es en este contexto, que un adolescente chiclayano de 16 años se viene convirtiendo en un fenómeno, en un tiktoker superstar. Su nombre: José María Martínez Escobar. También conocido como Josi, al muchacho lo siguen, al cierre de esta nota, nueve millones de personas. Leyó bien. Nueve millones. Eso es casi como que sus videos estuvieran siendo vistos por toda la población de Lima.
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¿De qué van las publicaciones de Josi en Tik Tok? Pues son fundamentalmente de humor. Monólogos que detallan experiencias de su propia vida pero llevadas al extremo de la parodia. A veces se une a las coreografías o retos que son tendencias en la aplicación, pero a lo que más se dedica es a hablar. Es audaz, provocativo, escandaloso, liso, divertido. Así da consejos para que dejes de pensar en tu ex o despotrica porque en el otro lado del mundo “no hirvieron bien los murciélagos”.
Josi nació en Lima en el 2004, pero desde pequeño vive en Chiclayo junto a su mamá Marianella. Es el menor de tres hermanos. Hoy divide sus días entre tomar las clases virtuales del cuarto de media por las mañanas y hacer sus “tiki tikis” por las tardes. Él recién se unió a la plataforma en enero, aunque ya tenía experiencia en Instagram y Youtube desde hace dos años. “Lo hago porque me gusta expresarme libremente, para que otras personas puedan conocerme. Me entretiene llevar las cosas al extremo, a la parodia y alegrarle el día a la gente. Me lo dicen mucho todo el tiempo. Y qué mejor que sacar una sonrisa cuando mucha gente está desanimada. Eso es lo mejor de ser tiktoker”, le cuenta a Somos con la misma locuacidad de sus videos, pero mucho más sereno, incluso tímido.
Consciente de que la cuarentena aceleró su fama a una velocidad vertiginosa, por estos días él maneja una cuenta que crece a una media de 500 mil seguidores cada cinco o seis días. “Yo no soy usualmente mucho de estar fuera de casa, tal vez de ver películas en las casas de mis amigos, pero que te digan que obligatoriamente no puedes salir o que puedes exponerte a contagiarte del virus, sí, pega un poco. Pero el tiempo en casa me ha servido para generar mucho contenido porque ‘cuelgo’ videos diariamente”, narra.
La celebridad enorme, sin embargo, viene también con un precio: los haters. “Lo peor de la experiencia son las críticas con falta de respeto. Los ataques hacia mí porque no piensan como yo o no les gusta lo que hago. Creo que uno puede estar en desacuerdo, pero no entiendo la agresión. Igual trato de que eso no me afecte”, narra. El 28 de junio, Día Internacional del Orgullo LGTB, de hecho, publicó un tik tok contando la razón por la que se conmemora esa fecha y la importancia de esta. “Yo, al tener un gran público que me sigue, siento como una responsabilidad en hablar sobre ciertos temas y movimientos. Hay mucha discriminación, homofobia…tal vez hablando sobre ello pueda contribuir en algo para erradicar esa terrible forma de pensar y actuar”, dice.
Marianella, su madre, viene apareciendo últimamente en algunos de sus tikt toks. Esto en diálogos o situaciones pactados también llevados a la comedia. “Lo está haciendo desde hace poco, a la gente que sigue la cuenta le divierte mucho la química que tenemos y nosotros mismos también nos reímos”, afirma Josi. “Su respaldo hacia lo que hago significa mucho para mí. Si ella está conmigo, no me importan los demás”, aclara quien eventualmente estudiará en la universidad alguna carrera afín a lo que se dedica hoy. Probablemente Ciencias de la Comunicación.
“José María desde muy chico ha tenido inclinación por lo que hace. Cuando era pequeñito cogía una cámara y se grababa, imitaba lo que veía en la televisión. A los ocho o nueve años ya tenía contenidos en un canal de Youtube creado por él. Juntos veíamos a youtubers de su época. Lo he acompañado en este camino. No me sorprende que se haya convertido en comunicador por su creatividad y talento, por esa facilidad que tiene para saltar de una historia a otra, pero sí un poco la cantidad de seguidores que ha conseguido”, cuenta Marianella, quien lo trata de proteger de la gente malintencionada o agresiva, tan abundante en las redes sociales. “En el camino nos vamos dando cuenta que esto viene incluido en el paquete. No me imaginaba, debo decir, que podían haber personas tan malas, así que siempre estoy con él. Me cuenta sus cosas, qué piensa hacer, le digo qué opino. Le doy libertad para crear, pero no lo dejo solo”, concluye ella ya acostumbrada a los cameos. Es su incondicional, pues. Una de los nueve millones. //
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