Reunidas en un viejo local aprista de Paseo de la República, las miembros del Club Raphaelista del Perú-Toda una Vida, celebran su primera reunión desde que se decretó la pandemia. Es una fecha especial en su almanaque. El COVID se ensañó con algunas de ellas por estar en un rango de edad vulnerable, dicen, pero un virus no iba a terminar así nomás con la pasión que las congrega desde que eran quinceañeras, hace ya cinco décadas. Porque si hay algo constante sobre el divo español Raphael, además de su genio precoz y su larga leyenda, es el fanatismo que despierta en todos lados. Lo que sucede en Perú es solo un ejemplo de ello.
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