El calendario de fiestas religiosas en Chincha es nutrido. Los hatajos de negritos acompañan las ceremonias, especialmente en el Día de Melchorita, en enero. En este caso, no observamos una festividad religiosa, sino el aniversario de la bodega Chinchaysuyo, una de las más antiguas. (Foto: Luis Miranda / Somos)
El calendario de fiestas religiosas en Chincha es nutrido. Los hatajos de negritos acompañan las ceremonias, especialmente en el Día de Melchorita, en enero. En este caso, no observamos una festividad religiosa, sino el aniversario de la bodega Chinchaysuyo, una de las más antiguas. (Foto: Luis Miranda / Somos)
Luis Miranda

Los chinchanos sienten que su tierra es una potencia turística dormida. Les gustaría que la descomunal huaca Centinela brille como un polo turístico del nivel de Chan Chan o Pachacámac. Pero aún sin haber sido puesta en valor la llamada ciudadela del dios Chinchaycámac y del señor de Chincha –el soberano al que Pizarro confundió con el inca Atahualpa debido a su evidente riqueza–, es una maravilla que todo peruano y visitante extranjero debería conocer.

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