Regreso a clases: así era volver al colegio en el siglo XX | FOTOS

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Eran momentos de emociones encontradas. Por un lado estaba la felicidad que reportaba tener útiles nuevos y el hecho de reencontrarse con los amigos. Del otro lado, todo lo demás: las obligaciones, las tareas y, quizá lo peor, el tener que levantarse temprano. Con altura poética, el escritor Martín Adán describía lo que eran esas mañanas de modorra en “La casa de cartón” (1928): “El desayuno es una bola caliente en el estómago, y una dureza de silla de comedor en las posaderas, y unas ganas solemnes de no ir la colegio en todo el cuerpo (...) y ahora silbas tú en el tranvía, muchacho de ojos cerrados. Tú no comprendes cómo se puede ir al colegio tan de mañana y habiendo malecones con mar abajo”.

En su libro “Diario de domingo I: Perdido en la monstruosidad” (2022), el escritor Pierre Castro Sandoval (Trujillo, 1979) se ocupa, entre otras cosas, de la experiencia de un niño en su primer día de clases en un colegio nuevo. Consultado por Somos, el autor comparte algunos de sus recuerdos de esos tiempos tan cruciales: “Del primer día de clases recuerdo al niño flaquito que se desmayaba en la formación. Era un mártir porque solo en ese momento el director se daba cuenta de que su discurso había durado demasiado. Recuerdo cantar el himno del Perú con la mano sobre el corazón sin saber qué significaba aquello (todavía no lo sé)”, le cuenta a Somos por correo electrónico.

Lo cierto es que, salvo el color del uniforme, el mes de inicio de clases o el horario de salida, son pocas las cosas que han cambiado con respecto a la experiencia de ser escolar en el país. El Archivo Histórico de El Comercio está lleno de imágenes del ayer que lo atestiguan y que dan cuenta de lo que representaba ser estudiante en otras épocas. En una foto de 1955, por ejemplo, podemos ver a chicos del colegio San Agustín, en Lima, con corbata, saco y pantalones cortos, como era la usanza de la época. Se los ve muy serios para ser niños de unos 7 u 8 años, mientras degustan chupetes, acaso para endulzar el amargo del primer día de clases.

Luego nos topamos con otra postal, tomada diez años después. Frente al colegio Guadalupe, vemos a un grupo de estudiantes con el característico uniforme de comando, color caqui, con corbata y “cristina”, como si fueran pequeños soldados. La imagen refleja la fuerte militarización de la educación desde las épocas del gobierno del general Manuel Odría. Este traje se usó en el Perú hasta fines de los años sesenta.

Además del discurso de bienvenida a los alumnos, como cita el escritor Castro, ocurrían otros incidentes a la vuelta del colegio. En una nota de El Comercio se recuerda cómo en 1965, en colegios como el Federico Villareal de Mira-flores, algunos alumnos eran devueltos a casa por estar “pelucones”, ‘look’ típico que se solía adquirir en la relajada temporada de vacaciones.

Las historias del archivo también guardan anécdotas de gran ternura, como la foto del niño muy bien peinado, que salta de un bus en su primer día de colegio. La alegría que lo invade es simplemente contagiosa. La imagen fue publicada nuevamente el 2021 y entonces el misterio de su identidad quedó al fin develado. Casi sesenta años después, el economista Adolfo Valderrama, que resultó ser el niño en cuestión, se reconoció a si mismo y escribió desde Denver, Colorado, para saludar a los periodistas que lo devolvieron por un rato a la sencillez y felicidad de otros tiempos. Los milagros a veces suceden en marzo. //