Con el pelo blanco y la cara siempre risueña, Roberto Canessa (71) es una figura que inspira serenidad, respeto y admiración. Hace más de cincuenta años, cuando tenía 19, le tocó enfrentar uno de los desastres más sonados y terribles de la historia de la aviación, el del equipo de rugby uruguayo que cayó en una montaña de los Andes. Abandonados a su suerte, los muchachos padecieron enfermedades, hambre y recurrieron a la antropofagia para sobrevivir. Tres meses después, Canessa y Nando Parrado decidieron que saldrían a pie de ese infierno. Y, gracias a su heroica caminata de once días, ellos y los catorce chicos que se quedaron atrás se pudieron salvar.
A Roberto lo encontramos en medio de una charla motivacional para los empleados de la empresa CBC. Les habla de liderazgo, de trabajar en equipo. Es una visita fugaz, pero había que aprovechar para charlar.
¿Qué tal lo pasaste en los Óscar?
Estuvimos hace dos semanas en Los Ángeles. Doscientos millones de personas vieron “La sociedad de la nieve”. Creo que es una película que tendría que haber ganado el Óscar, sin lugar a dudas.
Pero no ganó ni el Óscar a mejor maquillaje...
Pienso que se lo merecía el director, J. A. Bayona. Ahora, hay que separar la película de lo que nos pasó a nosotros. La película es una manifestación artística. Si hubiera mostrado todo lo que vivimos en la montaña, la gente no se hubiese quedado sentada en el cine. Se habría ido corriendo.
¿Qué cambios hubo?
Bayona hizo pequeños cambios para darle una forma más artística. Por ejemplo, es muy lindo cuando interpreta al final de la película que ellos pensaban enterrar los objetos de los fallecidos, lo que era su ropa, sus medias. Nosotros no lo hicimos, pero él lo pone en la película y creo que es un buen homenaje y respeto a los que no volvieron. Él se esperó a la luz del atardecer exacta para grabar esa escena del entierro. Bayona grabó 400 horas de película y solo pudo poner dos.
¿Qué pensaste luego de ver por primera vez “La sociedad de la nieve”?
La vi con los otros sobrevivientes. Me llamó la atención cómo abordaron lo del personaje de Numa [Turcatti]. Pienso que esta película es un puente entre nosotros y la sociedad. Para lograr eso, tenés que potabilizar esta historia, para que la gente la pueda ver. Y el resultado es maravilloso. Hay chicos de diez, doce años a quienes les ha gustado, a pesar de los temas que trata.
¿Es verdad que ayer, que saliste a pasear en Lima, hubo gente que te reconoció?
Estuve en Larcomar y vinieron chicos a saludarme. Y yo decía, pero cómo saben quién soy. Y me decían que cuando vieron la película no podían creer que eso había pasado, entonces fueron a Internet a conocer a los personajes reales. Me asombra todo esto que está pasando.
Pedro Algorta, otro de los sobrevivientes, dice que ha bloqueado recuerdos de lo que les pasó. Sus memorias se confunden con las películas que se han hecho. ¿Te pasa a ti algo así?
No. Lo bueno de cada uno es que somos todos diferentes. Yo sé que estuve ahí porque si vos me preguntás algo, me acuerdo de todo. Capaz que no tengo ya los sentimientos de alegría o de tristeza que tuve en ese momento, pero sí de cada cosa que nos pasó.
¿Qué película es más fiel a los hechos: “Viven” (1994) o “La sociedad de la Nieve”?
Esto es como el “Titanic”. Cada película que se ha hecho sobre el barco aporta cosas diferentes. Sobre tu pregunta, es como comparar un auto de 1994 con uno del 2024. Hay una diferencia técnica. Lo notas en las tomas de la montaña, ahora tienen más profundidad.
¿Sentías que tenías que asumir un papel de liderazgo en la cordillera?
No tanto. Soy de hacer las cosas por mí mismo, y no exijo a los demás que me acompañen. No es que busque ser el jefe. Es como en el tema de la comida. Fui yo quien dijo: “Bueno, ya está; voy, corto un pedazo de carne y me lo como”. No le di muchas vueltas. Igual les preguntaba a ellos qué pensaban, si había algo que no estaba tomando en cuenta. Quería saber su opinión.
¿En situaciones tan traumáticas, no hay un bloqueo emocional?
Para algunas personas sí. Para mí no, porque lo viví de una manera muy natural y muy real. Creo que el gran dolor fue en ese momento, todo lo demás ahora es todo alegría.
Eres muy racional....
Bueno, eso es capaz porque soy médico.
¿Piensas en la montaña aún?
La montaña es algo que invade mucho mi vida. Yo más bien trato de sacarla. De vivir el presente. Si no, todos los días serían lo mismo. No te olvides que esto pasó hace cincuenta años.
¿Sueñas con eso todavía?
No. Más bien, cuando estaba en la montaña a veces soñaba que estaba en mi casa pero que la gente no me veía. Hay gente que dice que eso es un viaje astral, pero bueno…
En la conferencia mencionabas que se equivocaron, que si hubieran ido por el otro lado de la cordillera, hubiesen llegado mucho antes...
Debimos haber salido por el lado de Argentina, no por Chile, porque ahí era todo en bajada. El lugar en que estábamos nosotros, que era el Valle de las Lágrimas, sale al río Atuel. Y por ahí pasaban camiones que cargan azufre en las minas del Sominar. En cuatro días nos hallaban.
Lo curioso es que hoy ya no hay nieve en toda esa zona.
El calentamiento global se ha llevado la nieve. Y ten en cuenta que ese año del accidente había nevado más que en cuarenta años.
Ahora hay gente que hace la ruta “Sociedad de la Nieve, pero llegan en furgonetas 4x4, con todas las comodidades.
Llegan hasta donde empieza el Valle de las Lágrimas. Pero después son como diez horas caminando. Hacen como cuatro horas en auto. Hay un campamento que se llama El Barroso, y después suben a donde está la tumba de los fallecidos.
¿Has vuelto al Valle de las Lágrimas?
Sí, con mis hijos. Porque, pobres, no quiero que sea una historia que se la cuenten. Quiero que la puedan vivir. Y que ellos puedan tener sus propias anécdotas. Mi hija, por ejemplo, me dijo: “Papá, este lugar no me gusta porque es muy triste, pero tiene mucha fuerza”. Así que le dije: “Bueno, valió la pena para que entiendas un poco lo que sentimos en este lugar”.
¿Qué lección te dejó lo que les pasó en la montaña?
La recompensa que me ha dado la vida ha sido mucho más de lo esperado. Yo esperaba, como gran sueño, tener hijos, casarme. Y me dio nietos que me dicen: “Tata, yo quiero trepar montañas como tú y salvar a mis amigos”.
En una situación crítica, ¿cómo no caer en la desesperación?
Hay que saber esperar. Saber que mientras hay vida, hay esperanza. Muchas veces las respuestas las quieres ya, pero las respuestas están en el tiempo, no cuando la ansiedad tuya las quiera.
El sentido del humor, ¿qué tan importante es en esas situaciones?
Mucho. Nosotros hacíamos bromas todo el tiempo, de lo flacos que estábamos. Me acuerdo mucho de Carlitos Páez saliendo sin camiseta porque decía que quería estar bronceado para cuando llegue el verano y tenga que ir a la playa. Carlitos era el más bromista.
¿Y Numa Turcatti cómo era?
Numa… ¿viste eso que dicen que tenés que amar al prójimo como a ti mismo? Bueno, Numa amaba al prójimo más que a sí mismo. Numa se inmoló. Se entregó a los demás y se olvidó de sí mismo. Yo creo que no, que hay que quererse un poquito primero. Hay que cuidar la vida.
Muchos de ustedes ahora son conferencistas y hablan del tema.
Yo tengo 20 años dando charlas. Sí, somos varios los que hacemos conferencias. Y cada cual la cuenta distinto porque la vivió de una manera diferente.
¿Difieren muchos sus historias? ¿Sucede que Carlos recuerde algo que tú no o al revés?
Puede ser, sí. Puede ser, puede ser.
¿Recuerdas algún dato concreto, sí, o una discrepancia?
Carlitos por mucho tiempo dijo que fue Gustavo Nicolich quien dijo eso de “es una buena noticia que ya no nos busquen, porque eso significa que ahora tenemos que salir por nosotros mismos”. Y después creo que dijo que eso se lo inventó o que no lo recuerda bien. Pero igual es una frase buena y todos lo usamos.
¿Los supervivientes están en contacto?
Nosotros vivimos todos en Carrasco, que es nuestro barrio. Ahí está el colegio donde fuimos, donde han ido nuestros hijos y nietos. Yo juego con Gustavo Zerbino al tenis los martes y jueves. Somos una comunidad.
¿Tienen un grupo de WhatsApp?
Sí tenemos. “Cordillera”, se llama. Estamos los 14 que quedamos. [Hace una pausa para enseñar su teléfono. Se ve que se mandan fotos familiares y emojis animados]. Nos tomamos el pelo. Y se dicen de todo. A veces se pelean un poco. Acá está Moncho Sabella, Gustavo Zerbino. Eduardo Strauch, Antonio Vizintín... Estamos todos.
Un año antes del accidente en los Andes, tú supiste de otra famosa tragedia aérea que ocurrió en la selva del Perú...
Sí, lo de Juliane Koepcke. Me acuerdo que vimos la historia con mi novia, que ahora es mi esposa, en una revista y nos sorprendió. Hablamos de cómo ella llegó a salir de ahí, siguiendo los ríos. Nosotros no pudimos seguir ríos porque no había nada. Y también, en ese momento, hablamos de la posibilidad de tenerte que alimentar de los muertos en una situación extrema. Porque si no tenés nada para comer y es lo único que te puede dar energía... ¿qué haces en ese caso?
Y un año después, tuviste que enfrentar ese escenario tan complicado...
Sí, fue como una premonición.
Para terminar en una nota ligera. ¿Cómo fue conocer a Margot Robbie?
[Risas]. Eso fue muy divertido. En el almuerzo del Óscar les mandé un video a mi comunidad de los Old Christians [su equipo de rugby], un video que hice con Martin Scorsese, y uno de ellos muy zafado me dijo: “No mandés videos de viejos, mandá de alguna actriz linda”. Entonces vi que estaba Margot Robbie ahí. Y, bueno, ella aceptó. Luego subimos el video y a las 4 horas tenía 2 millones y medio de vistas. Una cosa increíble. Me pareció que era una persona encantadora. Ella no había visto “La sociedad de la nieve”. Y yo no he visto “Barbie”. //
@elcomerciope El encuentro entre Margot Robbie y Roberto Canessa, sobreviviente de la tragedia de Los Andes❤️🙌 || #sociedaddelanieve #MargotRobbie #RobertoCanessa #Barbie #Viral #EntreteNews #TiktokNews #tragediadelosandes #Netflix #Fun #Funny #Christian #Conmovedor #Oscar #Oscars #Oscars2024 #OldCristians #Uruguay #nominadosaloscar #Viral #ElComercioPerú ♬ sonido original - Diario El Comercio