Los relojeros en el Perú custodian un conocimiento de varios siglos de antigüedad, uno que parecería condenado a una eventual desaparición por el avance del tiempo. Esto lo advierten los apasionados que se dedican a este oficio, que es mucho más que cambiar una pila o una correa. Cuando ellos se formaron en su artesanía, en los años setenta y ochenta, la relojería era una carrera pujante en las escuelas técnicas del país, casi tan popular como la mecánica de autos. Un chiquillo podía estudiar unos semestres en centros como Senati o Gamor, en salones repletos de alumnos, y de ahí salir a enfrentarse al mercado laboral. El problema es que hace varios años que las escuelas técnicas no imparten la carrera de relojero.
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