Si la nueva ministra de la Mujer y Poblaciones Vulnerables, Rosario Sasieta, está amarga, toca en el piano a Beethoven. Ahí destruye las teclas. Pero si se siente romántica, a Chopin. Su madre, doña Tanita, lo sabía bien, así como la gente que ha trabajado por años con ella, ya sea en el ejercicio de la abogacía o en la política. Se reencontró con el instrumento musical durante la cuarentena, que pasó sola en su departamento. Entonces salía únicamente por víveres. Los arrastraba por cuadras dentro de una maleta de viajes. Con pocos días en el cargo, aquella ya está cumpliendo su función primigenia al acompañarla en aviones que la trasladan a otras regiones del país. A los 63 años no ha parado desde el 6 de agosto, cuando juramentó ante el presidente Vizcarra “por todas las mujeres y los niños del Perú”, aunque da la sensación de que no se ha detenido desde que nació. Sus detractores dicen que es porque le gusta “el show”. Y sus hinchas, que así es la ‘Señora Ley’. Que no la fastidien. Somos conversó íntimamente con ella, a menos de una semana de ponerse el fajín bicolor.
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La descripción de su cuenta de Twitter dice hoy: “@Rosario_Sasieta. Ya no soy congresista… soy ministra [emoticon de carita feliz, emoticon de mujer bailando] ¡y siempre tu Señora Ley!”. ¿Soñó con este cargo?
Eso lo puse porque hace nueve años que dejé de ser congresista y la gente se sigue dirigiendo a mí así. En la calle me gritan: “Gracias, congresista, ya me divorcié de la bruja o del vago…”. Además, yo no tengo un partido o grupo político. ¿Cómo iba a poder ser ministra? El Ejecutivo siempre busca personas representativas políticamente. Entonces, uno puede pensar… pero era bien difícil que ocurriera. Pude haberlo pensado para poder accionar, ejecutar presupuestos… Nunca por una cuestión de vanidad o logro profesional.
Juramentó y al día siguiente voló a Arequipa. Habló con el arzobispo, verificó un centro de acogida para chicos con discapacidad y vio a Celia Capira [la mujer que corrió tras el auto del presidente Vizcarra pidiendo por su esposo enfermo de COVID-19, quien hace poco sufrió un atentado]. Parece que estuviera acostumbrada a hacer las cosas para ayer.
Estamos viviendo la peor crisis que recuerde. Realmente, ¿cuántos quieren liderar durante una pandemia? ¿Coger esa papa caliente? Muy pocos. El presidente me llama y me pide ser ministra… imagínate que me hubiese negado. Automáticamente pensé: ‘Con qué cara les voy a poder hablar a las mujeres’. Con razón me habrían dicho: ‘Doctora, a usted la llamaron a servir y usted arrugó’. ¿Y sabes qué? Yo no arrugo. Para mi patria no hay cálculo político. Yo tenía la responsabilidad de aceptar. Siempre reacciono para ayer.
¿Nunca ha arrugado en nada?
En ayudar a niños y mujeres, nunca. Y no tengo arrugas, tampoco [ríe]… Bueno, hay algunas cositas en las que sí he arrugado. En el amor, a veces uno sí arruga… [ríe más fuerte].
¿Es hiperactiva?
No. La hiperactividad es un ritmo que está por encima de lo que comúnmente una actividad merece. Hoy creo que voy a la velocidad de lo que este mundo en emergencia requiere. Se puede pensar eso porque he sido una mujer que no ha seguido la corriente. Yo trabajo desde los 14 años porque he querido. Cuando ya era abogada, en los 80, a las 8 a.m. ya estaba en el café Haití. Yo leía El Peruano en vez de Cosmopolitan. Tomando café sin azúcar. Fumando muchísimo. Las mujeres de mis tiempos no hacían eso.
¿Cuánto tiempo fumó?
38 años.
¿Con qué frecuencia?
Entré al Congreso con 20 cigarros al día. Salí con 30.
¿Por qué lo dejó?
Porque me di cuenta de que de continuar así no podría contar con el mismo ritmo para ayudar. Le pedí a Dios con toda mi alma que me ayudara. Y lo logré. Un 28 de enero del 2008 se acabó.
¿Le costó mucho?
Bueno, soy treja, ¿no? Hay ovarios. El desgaste cuando fumas es tremendo. Felizmente, mis pulmones están muy bien. Nadar en el mar por años me amplió la capacidad toráxica.
¿Y desde cuándo nada en el mar?
Desde que mi padre me metía con él, a los cuatro años. Era un gran nadador. Me llevaba en su espalda anchísima. Ni podía ver el horizonte de la espalda tan grande que tenía.
¿Cómo se llamaba él?
Ay… César… Amó a mi madre mucho. Ellos se conocieron un 11 de marzo de 1955 y se casaron el 11 de diciembre del mismo año. La gente decía que no iban a durar. Mi mamá venía de una relación de siete años con un chico que estudiaba Medicina. Y mi papi también venía de una relación de cinco años. Se conocieron en la casa de mi tía abuela, en un almuerzo, y nunca más se separaron. Se adoraban. Fíjate, qué roche. Cuando yo entré a la universidad, mi papá me dio la llave de la casa. Pero me dijo: “Siempre toca el timbre antes de entrar”. Seguramente paraban chapando en la sala… [ríe].
¿Su madre cómo era?
Menudita, pero treja. Treja era mi vieja. Tenía un carácter... Hacía cosas increíbles. Se llamaba Isabel, pero le decían Tanita.
¿Ella ha sido la gran influencia de su vida?
Los dos. Yo leo desde los tres años. Toco piano. Eso lo motivó mi madre. Ella fue maestra de escuela estatal y yo la acompañaba a asistirla. Aprendí la importancia de ser directa, didáctica. Y mi padre ha sido el hombre más importante de mi vida. Él me mostró el mar, que es mi refugio. Fue funcionario público, administrador de todos los puertos del Perú. Cuando yo le decía que olía feo por la harina de pescado, él me explicaba: “Eso que hueles es el tesoro más grande. Con ese pescado se hacen hospitales, escuelas”. Luego, yo he vivido 10 años de mi vida en San Bartolo.
Como abogada, usted es especialista en divorcios. Después de 30 años tratando profesionalmente la parte menos onírica del amor, ¿qué piensa de este?
Yo no puedo ser profesional si voy a hablar del amor... El amor para mí es todo en la vida. Pero el amor a tus principios, a lo que haces, al prójimo. Piedad y misericordia para la gente que sufre… [guarda silencio, se quiebra]. Yo he sacrificado muchas cosas por amor... No tuve hijos por amor al servicio de los otros. En mi época se tenía que elegir. No podías ser profesional y mamá, como ahora. Y quería ser abogada. Mi madre había sido tan buena madre, que yo no quería ser una madre imperfecta… Disculpa, estoy muy sensible por todo lo que está pasando...
¿Estuvo enamorada?
Sí, el gran amor de mi vida fue un universitario. Éramos jóvenes, pero no estudiábamos en el mismo sitio. Nos separamos y desde ahí solo me he dedicado a trabajar… Hoy está lindo y sigue su vida por otro lado…De haber tenido hijos propios, no habría podido cuidar de los ajenos.
¿Cuán difícil le es tener ese espíritu tan maternal ahora?
Es lo peor de la pandemia. Sufro porque no puedo abrazar a mujeres maltratadas, humildes, que no tienen nada ni a nadie. ¿Tú sabes lo que hace un abrazo? Es muy poderoso. A Celia Capira no le podía dar un apretón. Pero ¿sabes cuál es la recompensa? Que ella me ha llamado. Y eso es importantísimo porque empieza a confiar en su Estado [vuelve a conmoverse]... Es una mujer que ha perdido todo: su esposo, le han quemado los carros, le han matado a sus perros. Algo había que hacer para que vuelva a confiar.
Mucha gente le pide ayuda. Por Twitter, en la calle, en la tele. Ahora más. Usted les pregunta los teléfonos y les dice que los apoyará. Pero, por más que uno quiera, es imposible hacerlo con todos.
Bueno, hoy tuve que decirle a alguien: no te puedo ayudar porque no hay camas. Yo no prometo ayudar a todos, pero trato. Si veo que es imposible, al menos los llamo y les digo que no puedo. Pero no los dejo en el aire.
Ministra, ¿a qué le tiene miedo?
A la deshonra. A no cumplir. A no estar a la altura de las responsabilidades.
Ha dicho que va a meterle acelerador al ministerio. La problemática de esa cartera es muy grande. ¿Qué priorizará?
Es muy difícil, pero a mí me preocupan los niños. Los huérfanos y los abandonados. Con la pandemia, su situación está peor. Sin embargo, los segundos son los más vulnerables. Un huérfano puede no tener papá, pero alguien de la familia puede velar por él. Pero a los abandonados no los quiere nadie. Lo que se necesita es hacer rápido el trámite de adopción. Tenemos que tener un registro de familias acogedoras particulares. Eso es para ya.
Usted tiene 11 años tuiteando. ¿Le dará el tiempo para seguir haciéndolo?
Solo tuitearé lo relacionado a mi trabajo en el ministerio. Pero no permitiré que nadie maneje la cuenta. Siempre voy a ser yo. //
SEPA MÁS
-Antonina Rosario Sasieta Morales nació el 26 de febrero de 1957, en Lima. Estudió en el colegio Sagrado Corazón Chalet de Chorrillos.
- Cursó Derecho en la Pontificia Universidad Católica del Perú (“Era muy chica cuando ingresé, imagínense que llevaba mis yaxes...”). Cuenta ella haber sido estudiosa y astuta (“Como en clase yo apuntaba hasta cuando el profesor respiraba, todos querían las copias de mis cuadernos. Yo las vendía”).
- Fue teniente alcaldesa del distrito de San Bartolo entre el 2003 y el 2006.
- Salió electa congresista de la república durante el periodo 2006-2011 como parte del Frente de Centro, coalición de Valentín Paniagua y Acción Popular, a la que renunció en el 2009.
-Ha ejercido la práctica privada de la abogacía por más de 30 años y se ha especializado en temas relacionados a la familia y la defensa de mujeres y niños. También ha conducido programas de radio y TV. El último: Esta noche con Rosario Sasieta, en un canal de cable. Se emitió por un año hasta que empezó la cuarentena.