Un pedazo de cartón del tamaño de una foto carnet cuesta en eBay 85 mil euros. Un pliego vale dos soles en Tai Loy. La diferencia la marca el rostro impreso en este card de colección: la figura de Lionel Messi, el mejor futbolista de estos tiempos. El coleccionismo sobre fútbol es una ciencia que admira el significado de los objetos, la historia que pueden contar y la procedencia de sus primeros curadores, esa secta religiosa que se queda sin sitio para guardar su ropa o agota ahorros para la comida, pero siempre tendrá presupuesto para adquirir algo más. En el Perú, el ingeniero industrial Miguel Montalvo pertenece a este grupo de guardianes del pasado.
La primera vez que hablamos estaba rodeado de lo que otros incautos llamarían basura: una vitrina de acero con dos pelotas Merkur de los 70, anaqueles con decenas de cajas de figuritas Panini de todos los Mundiales y un perchero que reúne al menos diez camisetas antiguas que le pertenecieron a hoy legendarios abuelos. Pero de eso vamos a hablar después. El file de plástico en que nos hemos quedado tiene guardada una entrada que es, a su vez, papel bulky y patrimonio cultural del fútbol peruano.
—Tuve que cruzar el Océano Atlántico y no es broma, ja,ja, dice.
Se trata del boleto numero 28143, gradería alta, sector 35 de la tribuna Olímpica, del 18 de julio de 1930. El primer dueño de este ticket se sentó en el asiento 187 y vio cómo Perú perdía con Uruguay en la inauguración del Estadio Centenario de Montevideo.
El coleccionista peruano Miguel Montalvo Robertson le hace una foto y me la envía por WhatsApp. Leo todo lo que dice con la reverencia con que uno lee una página del Antiguo Testamento.
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El ingeniero industrial Miguel Montalvo le debe el fuego por el coleccionismo a su madre. En 2002 ella le regaló un álbum oficial de Panini por el Mundial Corea Japón, al que tampoco clasificamos. Ni siquiera se detuvo a leer el diario deportivo en el que venía este libro de hojas por llenar. “Fue un descubrimiento”, dice. Ese álbum le sirvió como referencia, brújula de marino casi. “Me di cuenta de que el coleccionismo era como un curso de historia del Perú: allí se puede comparar figuras, momentos de los países, etc.”. Se preguntó si habían otros álbumes y entonces se le abrió una puerta desconocida, como el clóset del abuelo en Narnia. El día en que su madre falleció, en 2016, Miguel Montalvo ya tenía, además de figuritas, entradas o memorabilias de Mundiales, todos los Panini de la colección, incluido el primero, de la Copa del Mundo en México 70. Eso dibujos que parecen Láminas Huascarán del fútbol: la bandera peruana en el número 244, Héctor Chumpitaz el 250, Teófilo Cubillas el 256, Luis Rafael Risco el 251.
Qué maravilla habría sido que su mamá pudiera ver que el hijo coleccionista de la familia consiguió hace unos meses la camiseta con que Calidad Risco jugó el partido de la Bombonera, en 1969.
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UNA ENTRADA DEL PERÚ-URUGUAY DEL MUNDIAL DEL 30
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En su cuenta pública de IG @hinchadecoleccion acaba de mostrar otra de sus joyas: un afiche original del Mundial del 30. “Se cree que al día de hoy solo quedan algunos afiches en existencia. El artículo cuenta con un sello oficial del Comité Ejecutivo”, escribe Montalvo en la leyenda. Esta afición le ha permitido confirmar que los objetos tienen vida y quien los conserva así los alimenta. Primero es una caja de zapatos, después un ropero y luego hay que buscar un local donde guardarlo todo. La segunda vez que hablamos, también vía WhatsApp, estaba ordenando algunas cosas con Steffi Roth, su novia, su cómplice y el puente perfecto que ha servido para conocernos. Steffi cumplió años el 4 de setiembre pero no ha sido necesariamente un feliz setiembre. La partida de su padre, el ingeniero y ex futbolista de Defensor Lima Ernesto Roth, lejos de quitarle la sonrisa se la ha iluminado. El día en que nos conocimos, su ímpetu era el de una futbolista que en el minuto 90 va por el gol del título. Eso le decía su papá: “Nunca hay que rendirse, siempre hay que lucharla hasta el final y entregarlo todo”. Steffi tiene una camiseta de Los Carasucias puesta mientras Miguel Montalvo y yo conversamos. Espero impaciente el día en que ambos abran su bar museo.
¿Qué es el coleccionismo para ti?
Preservar. La historia, sobre todo. Y llevar la historia a otros. Generar recuerdos a través de artículos de la época es generar afinidad por el fútbol peruano y sus héroes. Es lo más lindo: con ellos vives, de alguna forma, el mundo que ellos vivieron.
En tu caso, ¿también fue imparable?
Sí. Una vez dentro no se puede más. No hay forma que te eches para atrás. Siempre habrá forma de conseguir algo más, así no tengas plata. Con paciencia y buen humor.
¿Cómo conseguiste el boleto del Perú-Uruguay del Mundial del 30, el día de la inauguración del Centenario?
Todo empezó cuando estaba buscando lotes de figuritas de mis colecciones de álbumes Panini y entre mis contactos ubiqué a un coleccionista de entradas de todo tipo de partidos. Lo primero que hice fue preguntarle si tenía entradas de partidos de Perú en mundiales. “Tengo una por ahí, si mal no recuerdo”, me dijo. Me habló primero de los partidos de Perú en España 82, pero la que me pareció increíble de ver, inclusive en foto, fue esa de Perú de 1930. ¡Yo simplemente no podía creer lo que estaba viendo! ¡La entrada del primer mundial de futbol y Perú estuvo presente en la inauguración del estadio Centenario!
¿Dónde estaba la entrada?
En España.
¿Cómo fue la negociación?
Le pedí a este amigo coleccionista que por favor me la cambie o venda, pero lógicamente era bastante cara, así que me hizo el gran favor de guardármela por un periodo de tiempo muy largo y por eso estoy muy agradecido con él hasta hoy. Quedamos en un precio pero no podía pagarlo de una. Eso sí, tuve que ir hasta España para cerrar el trato y ahora la tengo acá conmigo. Sin duda es de los tesoros más preciados de mi colección.
¿Cuál es el rol de Steffi en esta aventura?
El año 2019, después de haber presenciado la final de la Copa América junto a Steffi, ella me dice: “...siempre me has hablado de tu colección, pero nunca la he visto” y como jugando fui sacando uno a uno todos los objetos que forman parte de mi colección, es así como me volví a ‘reenganchar’, además de darme cuenta de que así como Steffi, había mucha gente que apreciaba lo mismo que yo.
¿Es cierto que tienen pensado montar un museo, un bar?
Sí, estamos haciendo un estudio de mercado para empezar. Mientras, habilitaremos pronto un show room en casa. Steffi ha sido súper importante porque me ha motivado a seguir coleccionando, incluso ella me sugirió que le meta más punche a las camisetas y me ha ayudado a localizar algunas. Es más, tenemos una camiseta de cuando su papá, Ernesto Roth, jugó en Defensor Lima, allá por 1965 (la camiseta más antigua de la colección). Hoy en día ella y mi hermana me apoyan con mi cuenta de Instagram @hinchadecoleccion, una especie de museo virtual, en donde poco a poco iré subiendo fotos de los artículos de mi colección. Como nos dijo siempre don Ernesto: “tranquilos, todo va a llegar, pero con paciencia”.
LAS CAMISETAS DE CALIDAD RISCO, PANADERO DÍAZ Y EL NENE
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Su nombre completo es Luis Rafael Risco Alván (Lima, 1945), era talla L en el modelo de la casa Player y tenía la chapa más elegante de la historia del fútbol peruano: Calidad. En el álbum Panini que conserva impecable Miguel Montalvo en su casa de Surco, Risco es la figurita 251. Sale al lado izquierdo de Chumpitaz y de alguna forma su sitio en el campo era ese, el carril izquierdo de Perú, nada menos que en el partido fundacional de la Bombonera en 1969, ante Argentina. Todo esto sabe de memoria el coleccionista, que a finales del 2019 fue a buscarla al sur de Lima. Esa camiseta con el número 18 la tiene él entre sus tesoros.
“Esta historia es casi igual de loca que la de la entrada del Mundial del 30, pero sin necesidad de salir del país y recorriendo menos kilómetros. En mi afán de conseguir las camisetas más antiguas de la selección, conocí también a varios coleccionistas que ahora son mis amigos y uno de ellos me vio tan desesperado e insistente por cambiar con él una camiseta de su colección personal, una utilizada por Chale en 1969, que para librarse de mí me consiguió el dato de una camiseta bella: la de la Bombonera”, dice.
¿Cuál era el plan? Ir ese mismo día hasta Cañete, en donde estaba la chompa de Risco, convencido por su amigo y también coleccionista Peter Egacila, hincha de Perú como pocos, poquísimos. “Si he seguido a la selección por todas partes, ¿cómo no irme a Cañete por ese pedazo de historia, una de las camisetas de mis sueños?”, recuerda Miguel Montalvo ahora, en el insomnio previo al regreso de la selección a las Eliminatorias.
Se ha hecho una promesa: a Qatar, con esa fe ciega de los hinchas, irá con la camiseta de Risco, curiosamente el único de los héroes de la Bombonera que no viajó a México. Estricta y maravillosa justicia.
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