Basta caminar por las primeras cuadras de la avenida Tacna para entender que el Señor de los Milagros es fe y devoción, pero también cultura y tradición. En una esquina, el aroma de unos humeantes anticuchos se mezcla con el olor a incienso. Vendedoras de turrón, así como decenas de comerciantes que ofrecen rosarios, esculturas y estampitas, detienen el paso de cientos de creyentes que llegan al Santuario de Las Nazarenas para orar y pedirle un milagro al Cristo Moreno. Un mar morado de personas que, pese a las dificultades que tienen que afrontar, no pierden las esperanzas de que las cosas vayan a mejorar, tanto para ellos y sus familias como para el Perú.
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Detrás de la fiesta religiosa más grande del país, está el noble trabajo de la Hermandad del Señor de los Milagros, que hace posible esta celebración cada octubre. La congregación está compuesta por 20 cuadrillas, cada una con aproximadamente 200 hermanos, divididas en cinco sectores. Aldo Corvetto, abogado y docente universitario, pertenece a la cuadrilla número cinco por herencia de su padre y ha trasladado su devoción por el Señor de los Milagros a su hijo de 19 años. Corvetto explica que para integrar la hermandad y cargar las andas hay que pasar por una serie de evaluaciones. “Yo soy un tipo muy agradecido. Entonces, mi fe no se debe a que el Señor me haya hecho un milagro. Solo pido tener salud y a mi familia conmigo”, explica.
La hermandad también cuenta con un grupo de sahumadoras y cantoras, compuesto por alrededor de 500 mujeres. Una de ellas es Patricia Verona, una abogada que forma parte de esta comunidad desde que era una niña gracias a su abuelo. Ella nos explica que su labor consiste en acompañar y proteger al Señor de los Milagros, a través de los cánticos que entonan. “A mí el Señor me ha salvado en muchas oportunidades. Yo he sido una persona que ha tenido distintos problemas de salud, pero gracias mis oraciones los he podido superar”, cuenta. “A mí me dijeron que no podía ser madre, pero milagrosamente tuvimos una niña que, en un futuro, esperamos sea una pequeña cantora”.
Desde que se decretó el estado de emergencia, se han reportado 23 personas asesinadas en atentados vinculados a sicariato y extorsión. Hasta el momento, no se ha encontrado una solución eficaz para erradicar este problema.
Una reciente encuesta reveló que la desaprobación a la presidenta Dina Boluarte alcanzó hasta el 92%, mientras que la insatisfacción de la ciudadanía con el Congreso llegó hasta el 88%. Números que reflejan el descontento de la población.
Tras la terrible derrota que sufrió la selección peruana a manos de Brasil, las posibilidades de clasificar al Mundial 2026 se reducen, pero matemáticamente aún es posible. Solo hay que ganar los encuentros que nos quedan en Lima.
La tasa de pobreza monetaria extrema aumentó de 5,0% en 2022 a 5,7% en 2023, casi duplicando la incidencia reportada en 2019, según el INEI. Hoy en día, 9 millones 780 mil peruanos están en situación de pobreza y pobreza extrema.
La construcción de la línea 2 del Metro de Lima comenzó hace diez años, pero parece nunca acabar. Según las estimaciones del MTC, su inauguración recién está prevista para el primer semestre de 2028.
UN ÍCONO NACIONAL
Desde su primer recorrido procesional en 1687, el Señor de los Milagros ha trascendido la religiosidad y se ha convertido en un símbolo de la cultura popular. El Cristo de Pachacamilla, como también se le conoce, ha sido fuente inagotable de inspiración para artistas e intelectuales peruanos. Abraham Valdelomar y José Carlos Mariátegui escribieron sobre su influencia en la sociedad peruana, mientras que los pintores Víctor Humareda y Jorge Vinatea lo retrataron con su propio estilo. En la gastronomía y el fútbol también se ha hecho presente (ver recuadro), y no son pocos los políticos que se han vinculado a su imagen para ganar popularidad.
“La devoción por el Señor de los Milagros ha perdurado en el tiempo por dos factores. El primero es porque representa la diversidad peruana. Mucha gente se identifica con él porque simboliza la mezcla de culturas que hay en nuestro país: desde la herencia afroperuana hasta la Lima mestiza y criolla”, nos dice Juan Fonseca, docente universitario especialista en historia de las religiones. “En segundo lugar, influye mucho esta idea de que lo divino se puede hacer presente a través de la fuerza de la naturaleza. Entonces, el origen telúrico del Señor de los Milagros, cuya imagen quedó en pie luego de dos devastadores terremotos, influye mucho para atraer nuevos creyentes”, complementa.
Fonseca explica que, si bien se trata de una celebración católica, esta tradición va a seguir vigente por mucho tiempo más al ser un referente de la peruanidad. “Por esa razón, vemos a muchos políticos que se preocupan por tomarse una foto con el Señor de los Milagros. Es una imagen que te puede legitimar ante las personas como posible representante de la nación. No dudo que haya quienes profesen su fe de manera genuina, pero, como bien se sabe, en política nada es casualidad”, concluye el especialista.
Este sábado 19 de octubre, mientras lee estas líneas, el Cristo Moreno viene recorriendo las calles del centro de la ciudad, acompañado por miles de feligreses que buscan un refugio de espiritualidad para mantener intacta su fe. Su última salida será el 1 de noviembre y, después, volverá a Las Nazarenas, a la espera de un nuevo mes morado.
UNA PASIÓN BLANQUIMORADA
Muchas veces, las casualidades se encargan de fundar una tradición. Es lo que le pasó a Alianza Lima, el único club en el mundo que una vez al año cambia su tradicional camiseta blanquiazul por una blanquimorada, en honor al Señor de los Milagros.
La historia la cuenta Carlos Bejarano, sociólogo, periodista e hincha aliancista: José Carrión Meigg, conocido como ‘Chino Pepe’, un histórico utilero del equipo íntimo, decidió utilizar las telas moradas que se usaban en los hábitos de los creyentes del Cristo Moreno para confeccionar los uniformes de Alianza Lima, luego de que la indumentaria oficial no pudiera secar.
El 3 de octubre de 1971, el club de La Victoria saltó al campo del Estadio Nacional con sus nuevos uniformes para enfrentar a Sporting Cristal. El partido lo ganarían con goles de Cueto y Cubillas. “Luego de ese encuentro, golearon a Manucci con la misma indumentaria. Como el fútbol es un deporte de cábalas, a partir de ahí se forjó la tradición de usar la camiseta morada durante el mes de octubre”, explica Bejarano.
Esta costumbre se afianzó con el paso de los años, gracias a la profunda religiosidad que ya tenían muchos jugadores del equipo, sobre todo aquellos de origen afroperuano. “Esta relación entre el club y el Señor de los Milagros permitió reforzar aún más su identidad como el equipo del pueblo. Esta devoción se trasladó del equipo a la hinchada, que tomó de buena manera cambiar los colores una vez al año. Cada octubre, el hincha espera con expectativa el nuevo diseño de la camiseta blanquimorada”, concluye el especialista. //