Evita Perón, importante figura política de Argentina, se convirtió en una poderosa influencia política y un pilar del gobierno de su esposo, el presidente Juan Domingo Perón. (Foto: AFP/Archivo)
Evita Perón, importante figura política de Argentina, se convirtió en una poderosa influencia política y un pilar del gobierno de su esposo, el presidente Juan Domingo Perón. (Foto: AFP/Archivo)
Oscar García

Despedirse de alguien es un asunto muy personal. A los argentinos le dieron una despedida digna de su controvertida leyenda, entre lágrimas de emoción y bombas lacrimógenas, servidas por la policía cuando llegaron los desmanes. Fue un evento caótico. Tres kilómetros de hinchas a las afueras de la Casa Rosada lo lloraron cual sepelio de dictador coreano y más de un millón de personas no fueron a trabajar esos días para ir a ver su cajón, tocarlo, agradecerle los goles. No faltó el aficionado cómplice que, en un descuido de la seguridad, le arrojó una bolsita con polvo blanco, como se ve en un video que se hizo viral.

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Maradona, a quien llamaban D10S, se fue en olor de santidad y polémica para los que ven la figura más allá del balón. “En la devoción a Maradona que hemos visto en estos días encuentro varias dimensiones. Está el futbolista como mercancía. Esto se cruza con otras, que van más allá de la cultura de masas [...]. El relato maradoniano está soportado en su cuerpo popular y plebeyo. ¿Qué quiero decir? Que Maradona en la cancha mostraba lo imposible. Podía violar las reglas de juego”, anota Alonso Pahuacho, investigador y magíster en Estudios Culturales por la PUCP que ha escrito una tesis sobre la construcción discursiva de Paolo Guerrero como héroe nacional.

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En el velorio de Maradona se pudo apreciar hasta aprovechamiento político. “Siempre ha existido desde los Estados una tentación de aferrarse a las figuras plebeyas de alguna forma. Se intenta construir desde el fútbol un relato de lo nacional”, complementa Pahuacho sobre las pompas que recibió el ídolo argentino, que son comparables a las de Juan Gabriel, Sandro y otros íconos que también recibieron adioses faraónicos. La de Maradona, en particular, ha traído a la mente otra despedida colosal, aunque esta con toques de misterio y hasta necrofilia, como fue lo que ocurrió con el cadáver de Evita Perón en 1952.

Juan Domingo Perón saluda desde el balcón de la Casa Rosada junto con "Evita" en 1950. Foto: Getty images, vía BBC Mundo
Juan Domingo Perón saluda desde el balcón de la Casa Rosada junto con "Evita" en 1950. Foto: Getty images, vía BBC Mundo

UNA PASIÓN MÁS ALLÁ DE LA MUERTE

“Cada vez que en este país hay un cadáver de por medio, la historia se vuelve loca”. La frase se la atribuye el escritor Tomas Eloy Martínez al militar argentino Pedro Eugenio Aramburú en su libro Santa Evita, y es lo que le habría dicho a sus subalternos cuando les exigió que ubicaran de inmediato el cadáver embalsamado de Eva, nacida con el apellido Duarte en 1919. Aramburú, que formó parte del golpe de Estado contra Domingo Perón en 1955, quería el cuerpo de Eva porque reconocía el potencial subversivo de su existencia. Al enemigo, a fin de cuentas, se le puede vencer con las armas, pero desactivar sus relatos cohesivos, sus símbolos unificadores, es una batalla más ardua.

Eva, actriz y primera dama, fue una de las figuras más controvertidas para la política argentina. Amada, venerada al borde de la beatificación por los pobres, para los que más trabajó, también fue despreciada por las clases altas por su populismo, ignorancia y su extracción de clase baja. Eva fue la mano derecha de su esposo Domingo hasta que un cáncer se la llevó el 26 de julio de 1952. Su sepelio duró doce días y se contaron hasta 18 mil coronas de flores en el sepelio. Tanta era la demanda de estas que agotó la producción interna y se tuvo que traer flores desde Chile.

El multitudinario sepelio de Evita Perón duró 12 días. Se decretaron 30 días de duelo. (Foto: AP).
El multitudinario sepelio de Evita Perón duró 12 días. Se decretaron 30 días de duelo. (Foto: AP).

“Medio millón de personas besó el ataúd. Algunos tuvieron que ser arrancados a la fuerza porque trataban de suicidarse a los pies del cadáver con navajas y cápsulas de veneno”, escribe Eloy Martínez. Ese apenas sería el inicio de la interminable despedida de Eva. Para resumir: el cuerpo fue embalsamado por el español Pedro Ara con tal magisterio, que cuando los soldados lo encontraron tres años después de su muerte, en el local de la Confederación General de Trabajo, huyeron despavoridos. Luego sería secuestrado por el jefe del Servicio de Inteligencia, el coronel Carlos de Moori Koenig, al que las fábulas acusarían luego de cometer vejaciones con el cuerpo. Los militares ordenarían después que se traslade a diversos lugares secretos hasta que resolvieron que lo mejor era mandarlo a Europa. Recién retornaría a Argentina 14 años después. Hoy descansa a seis metros bajo tierra en una cripta del cementerio La Recoleta.

El cadáver embalsamado de Evita Perón a su retorno a Argentina. (Foto: Gettyimages).
El cadáver embalsamado de Evita Perón a su retorno a Argentina. (Foto: Gettyimages).

Veinte años antes del secuestro del cuerpo de Evita, en 1935, otro cadáver dispararía una narrativa de fervor con tintes de aprovechamiento político. Carlos Gardel, el ‘Zorzal Criollo’, el primer fenómeno de la canción latinoamericana, fallecía en un accidente de avión en Colombia. El cuerpo del cantante de tango demoró meses en llegar a Buenos Aires, pues parecía que alguien hacía lo imposible por retardar su llegada para vender su travesía como una novela por entregas. Fue transportado en tren y luego en lomo de bestia por una infinidad de pueblitos colombianos. Luego hizo una travesía en vapor que acabó en Panamá y Nueva York. Cada ciudad le hacía su sepelio.

Carlos Gardel, un zorzal del mundo
Carlos Gardel, un zorzal del mundo

Se rumoreaba entonces que al gobierno argentino de la época le convenía mantener la expectativa por el arribo del cuerpo de Gardel como una forma de distraer la atención de un escándalo relacionado con un oscuro negocio de carnes y un famoso político asesinado. A su arribo a la capital argentina, Gardel sería velado en el Estadio de Luna Park. Luego, jalado por ocho caballos, recorrió las principales avenidas bonaerenses, atiborradas de gente, hasta su destino final en el cementerio de Chacarita. //

Recuadro: el funeral de Papá Chacalón

Un 24 de junio de 1994, el país se despedía de una de sus leyendas populares en uno de los sepelios más sonados en la historia del Perú reciente. Lorenzo Palacios, también conocido como Papá Chacalón, el cantante de cumbia, aquel que “hacía bajar a los cerros” cuando cantaba, fue enterrado en el cementerio El Ángel luego de perder la batalla contra la diabetes. Su sepelio fue televisado (los canales lo cubrieron durante horas), un hecho insólito, y estuvo lleno de momentos de dolor y catarsis colectiva. Hasta el día de hoy, la tumba de Palacios parece la de un muerto reciente. Sobre su lápida nunca faltan flores frescas.

“Un cuerpo que producía lo imposible”, por Alonso Pahuacho

“El relato maradoniano está soportado en un cuerpo popular plebeyo marcado incluso étnicamente (lo que permitió llamarlo a tantos despectivamente “un negrito”), pero un cuerpo e movimiento, y en la acción de ese cuerpo en movimiento Maradona se transformaba en un creador de lo imposible. Así, el Diego jugador mostraba los límites del lenguaje, sencillamente porque no había límites para su lenguaje corporal. Él podría violar las reglas, y violar el límite del lenguaje, eso hizo Maradona con el fútbol. Y, hasta donde sé, eso puede ser una buena definición de lo que es “arte”. Para multitudes en todo el mundo, Maradona antes que nada, fue un artista popular. Pero un artista soportado en su cuerpo, un cuerpo que producía lo imposible”.

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El último adiós a D10S
Maradona Falleció el 25 de noviembre. El '10 sufrió un paro cardiorespiratorio y no resistió. Su último adiós fue controversial como sus últimos días de vida.

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