Ronaldo Benito Osorio Sabino es curioso y preguntón. Siempre quiere aprender, todo el tiempo anda indagando, experimentando. Por eso, en el 2015, cuando comenzó a trabajar en un taller recién llegado a Lima, no paraba de cuestionar al maestro llantero sobre cómo era el oficio. Él era su ayudante. Claramente, recuerda, no tenía intenciones de quedarse ahí por mucho tiempo, pero su temperamento lo obliga, como norma, a hacer las cosas lo mejor que pueda. Tanto cuestionaba, que al jefe se lo escuchaba decir todo el día: “Sí, Benito... Sí, Benito... Sí, Benitoooo”. Ahí quedó su primera chapa made in la capital: Sibenitoo. Un lustro después ese tenía que ser el nombre de usuario para la cuenta de Tik Tok que creó para distraerse en los ratos muertos de la vida en el campo. Para entonces ya contaba con un título en Gastronomía, pero no con un trabajo pues lo había perdido con la pandemia, por eso estaba devuelta con sus padres. El contenido que genera es de humor y a millones parece encantarle. Al menos a 3, 5 millones.
El joven de 24 años, hoy auspiciado por marcas e invitado a programas de televisión, nació en el caserío de Choloque, en el valle de San Rafael, en la provincia ancashina de Casma. “Allí asistí a la primaria y a la secundaria, pero luego fui a vivir un año a Huaraz, quise intentar jugar al fútbol. En el 2015 me mudó nuevamente, esta vez a Lima. Mis padrinos fueron los que allí me alojaron cinco años. Allí, en el 2016, decido entrar a estudiar cocina en un instituto en Los Olivos. Egreso, me titulo y para inicios del 2020 me sentía tranquilo trabajando en un restaurante del aeropuerto. Hacía sushi, rolls, comida fusión. Pero llegó la pandemia...”, cuenta la celebridad del Internet local.
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Benito estuvo, como todos, dos meses encerrado en casa por la cuarentena. Eran los días en que las mujeres salían un día y los hombres, otro. “Comencé a ver que la gente se regresaba a su tierra caminando y la pensé. Pero llegar a Casma en auto toma seis horas, a pie podían ser días. Y días en el desierto... En Lima no podía hacer nada, lo mejor era volver con mis padres a la chacra, así que me puse en contacto con mi media hermana que vende frutas en Caquetá. Ella me ayudó a esconderme en un camión con destino a casa. Fue una aventura viajar escondido entre frutas, pero era la única opción que tenía”, detalla.
La cuenta de Tik Tok estaba creada desde marzo del 2020, sin embargo casi no había publicado videos. Para setiembre él ya estaba instalado con sus padres ayudándolos en las tareas de la chacra pero, acostumbrado a la locura de vivir en la ciudad, las tardes y las noches a veces se hacían eternas. “Tenía 28 seguidores (ríe), pero las ideas comenzaron a salir naturalmente. Todo lo relacionaba con la vida en el campo, las cosas que pasaban en la casa. Un día se me ocurrió jugar con un carrizo y le pedía a mi mamá que me ayudara. No entendía al inicio, pero se prestó. Ese video fue mi primer viral, justamente donde aparece ella”.
Yolanda Osorio es la mamá de Benito - y de otro hermano-. Cuenta el tiktoker que es una mujer tranquila, pero de genio fuerte. Sus apariciones en los videos comenzaron a cuentagotas, pero ella es hoy prácticamente la otra protagonista de la cuenta. “No fue fácil al inicio, mi mamá es de una generación mayor, apenas sabe leer, pero confía en mí. Le indicó qué hacer y ella también se divierte. Así pasamos los días”.
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La mayoría de los videos que pone en la plataforma cuenta con el visto bueno de sus seguidores, aunque en algunas ocasiones pueden leerse en la cuenta comentarios en que tildan el contenido de irrespetuoso. Osorio piensa que tiene que trabajar en ello.
Cuál es el negocio
Tik Tok, explica Benito, no pagaba ni un sol por la publicación de contenidos. Él vivía de algunos auspicios y del trabajo de la chacra, pero hace dos meses la situación cambió. “Recién uno puede tener ingresos desde hace dos meses. Esta red social no es como Youtube que te paga por videos vistos. Al menos, no por ahora, quizá esa modalidad llegué aquí en un tiempo. Ahora están pagando 24 soles por cada nuevo suscriptor del canal. Así que habrá que esforzarnos más para llegar a los cuatro millones o cinco...”., relata.
Mientras eso ocurre, él continúa grabando un video al día, excepto los sábados que descansa. De las cinco o seis toma, una tiene que salir para editar por la noche, porque en las tardes hay que preparar el almuerzo. A mamá y a papá, les gusta eso. //
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