El último miércoles, Stefano Peschiera (Lima, 1995) se volvió inmortal. Tras obtener la medalla de bronce en París 2024, el velerista inscribió para siempre su nombre en las páginas más gloriosas del deporte peruano, al lado de Edwin Vásquez, Juan Giha, Francisco Boza y las chicas del vóley. Luego de 32 años, Stefano terminó con una sequía de medallas olímpicas que parecía eterna y, de esta manera, le dio una alegría a un país que no está acostumbrando a ganar.
MIRA TAMBIÉN: Es jubilada, tiene 67 años y a esa edad cumplió su sueño de ser surfista: la increíble historia de Nora Loredo
Luego de múltiples reprogramaciones por mal clima, la regata final en la modalidad dinghy se llevó a cabo el 7 de agosto en el mar de Marsella. Peschiera se ubicó entre los diez mejores veleristas que alcanzaron una chance para obtener una medalla. Era el tercer mejor puntuado de la competencia. Es decir, se subió a su bote y corrió la última etapa con la medalla colgada en el cuello, y nadie se la pudo arrebatar: ni la presión, ni el poco viento, ni el húngaro Jonatán Vadnai, quien le pisó los talones a todo momento y casi nos deja con las manos vacías una vez más.
Lo hecho por Stefano tiene un valor incalculable. En el Perú, solo el 2% de los patrocinios se destinan a los atletas que compiten en el ciclo olímpico, mientras que en otros países de la región la cifra llega al 10%. Contra viento y marea, el deportista peruano pudo conseguir el presupuesto necesario para preparase y costear su entrenamiento integral, el cual además incluye sesiones de fisioterapia, psicólogo deportivo, nutricionistas, suplementación especial y más.
“Creo que esta es una gran motivación para los deportistas, no solamente para los que estuvieron muy cerca de subirse al podio, sino para todos los deportistas peruanos en general. Esta edición de Juegos Olímpicos hemos venido a competir, no solo a participar. Hemos tenido a varios compatriotas como protagonistas de distintas competencias. Ha sido la mejor presentación en cuanto a resultados para el deporte peruano”, sostiene Patrick Espejo, periodista especializado en temas polideportivos y enviado especial de ATV a París.
Además del logro obtenido por Stefano, los Juegos Panamericanos Lima 2027 —sostienen los especialistas— deberían marcar un punto de inflexión para el deporte peruano. La idea es que no vuelva a pasar tanto tiempo para alcanzar una medalla olímpica. Para ello, es primordial que nuestra dirigencia deportiva se ponga verdaderamente la camiseta. No solo para la foto.
HIJO DEL VIENTO
Stefano Peschiera estaba destinado a ser un hombre del mar mucho antes de nacer. Para conocer su historia nos tenemos que remontar a inicios del siglo veinte, exactamente a 1902, cuando Marco Aurelio Peschiera, su bisabuelo, llegó al Perú proveniente de Italia. No solo trajo consigo una maleta cargada de sueños y esperanzas, sino también las primeras embarcaciones lightnings, dando así origen a las competencias de vela en nuestro país.
COMPARTE: Universitario, más allá de la garra: ¿Cómo se explica la presencia de la ‘U’ en cien años en la escena cultural del Perú?
La tradición de surcar los mares pasó en su familia de generación en generación. Años después, su abuelo Alfonso lo llevó con él a recorrer la inmensidad del océano a bordo del Anfitrite, una embarcación adquirida por su familia en la década del sesenta que cambiaría para siempre la vida del pequeño Stefano.
“Desde chico, siempre fue disciplinado y fuerte. Cuando tenía en la mira un objetivo que quería alcanzar, no se apartaba de ello”, le cuenta a Somos desde Francia su madre, María Elena Loret de Mola, quien no pudo evitar emocionarse hasta las lágrimas cuando vio a su hijo subirse al podio en la costa de Marsella. “Nada es fácil en la vida y él lo ha entendido a lo largo de su carrera. Hoy obtiene la medalla a punta de esfuerzo, sacrificio y entrega, sin dejar de lado algo muy importante, que es la humildad, la virtud más importante. Stefano aprendió de sus derrotas y de escuchar a los demás”, añade, orgullosa, María Elena.
En noviembre del año pasado, tras conseguir la medalla de oro en los Panamericanos Santiago 2023, Stefano le contaba a Somos que su mente ya se encontraba enfocada en París 2024. “Es un deporte que viene de familia. Es duro, pero increíble. Para mí siempre es un honor representarlos no solo a ellos, sino al Perú y a toda su gente”, declaró en aquella oportunidad. El grito de victoria tenía que llegar. “Esto significa mucho para mí. Orgullo, felicidad, tranquilidad. Es el fruto de un trabajo bien hecho, muy profesional, que no hubiera podido lograr sin el apoyo de la gente que más quiero. Le agradezco a mi equipo, al país y a mis auspiciadores. Es una medalla de todos”, dijo el velerista peruano poco después de la ceremonia de premiación, donde compartió el podio con el australiano Matt Wearn (oro) y el chipriota Pavlos Kontides (plata).
Campeón sudamericano de vela y dos veces olímpico —en Río 2016 (#31) y Tokio 2020 (#25)—, nuestro medallista concluye su ciclo de competencias en lo más alto de la élite deportiva, remando contra la desidia y el abandono de un Estado que apoya muy poco a los atletas peruanos. “Cada vez que navega, él dice que no lo hace solo, que navega con todos nosotros en el corazón. Se merece este logro porque lo he visto esforzarse desde que tenía apenas seis años”, comenta Claudia Peschiera, hermana mayor del deportista. En múltiples ocasiones, Stefano ha dicho que le dedica sus éxitos a toda su familia, en especial a su abuelo Alfonso, de quien lleva una fotografía como una suerte de amuleto en su chaleco de competencia.
En la historia quedará registrado que un 7 de agosto de 2024 —fecha que además coincide con el centenario de Universitario de Deportes, club del que nuestro medallista es hincha acérrimo— la bandera peruana volvió a flamear en podio olímpico. Tuvieron que pasar más de tres décadas para que suceda. Por eso, nuestro agradecimiento con Stefano Peschiera será eterno. //