Hay que ser valientes para zambullirse en el gélido mar de Lima en este invierno especialmente frío. Esta tarde con neblina, un grupo de chicos de entre 14 y 16 años que por distintos motivos eligieron el surf como parte de su estilo de vida han llegado a Punta Roquitas, en la Costa Verde, para desafiar al clima. Se ponen el ‘wetsuit’, realizan ejercicios de estiramiento y calientan sobre un ‘skateboard’ para entrenar sus reflejos antes de ingresar al agua. Los sigue con la mirada Pablo Doig, director de la escuela de surf Tubos. Otros jóvenes como ellos van entrando uno a uno al Pacífico, que se va poblando de tablistas. La temperatura marca 13 grados, pero no importa: las ganas de estar sobre una ola son más fuertes que esta atmósfera glacial.
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Alejandro Puiggrós (15) decidió meterse a clases de surf en plena pandemia, cansado del encierro. “El surf me ha dado libertad. Además, siento que tengo un mejor sistema inmunológico, pues casi nunca me resfrío”, explica el joven surfista. Bryan Virijivich (14), en tanto, comenzó en este deporte hace tres años, atraído por las olas de Palillos, una playa que suele frecuentar cada verano. “Vengo tres veces por semana. La idea es mejorar mi surfing para poder competir en torneos”, nos cuenta.
Uno de los factores que además han contribuido a que este deporte empiece a masificarse son los distintos logros que el surf viene obteniendo en el último tiempo, como el meritorio cuarto puesto del peruano Alonso Correa en los Juegos Olímpicos de París. “El surf se ha convertido en una disciplina cien por ciento accesible. Cada vez son más las personas que se animan a practicarlo gracias al excelente trabajo que vienen haciendo jóvenes surfistas como Lucca Mesinas, Sol Aguirre o Alonso Correa. Son ellos los que están impulsando a que otros chicos sigan su ejemplo”, comenta Pablo Doig.
LA CIENCIA DEL SURF
Si Lima es una de las grandes capitales del surf en el mundo, la playa Makaha, en Miraflores, es uno de sus campos más fértiles. Entre las décadas de los 50 y 60, aquí surgió la primera generación dorada de surfistas peruanos que empezó a conquistar los mares del mundo. Hombres y mujeres que se atrevieron a dominar el Pacífico cuando sus olas reventaban en la base del acantilado.
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Desde hace veinte años, caminar por esta zona es toparse con un gran número de jaladores que ofrecen desde clases de surf al paso, hasta tablas y demás aditamentos. En un rápido recorrido, contamos una veintena de escuelas, entre formales e informales. La pionera de este ‘boom’ de academias para aprender a surfear es la que dirige el multicampeón nacional y preparador de menores Roberto ‘Muelas’ Meza, desde 1992. Es uno de los que brinda un buen nivel de instrucción, a través de diversos programas diseñados para un rápido aprendizaje, divertido y seguro.
Con el paso del tiempo, fueron apareciendo nuevos espacios, entre ellos Corzo Surf School, de Juan José Corzo; Tubos Surf School, de Pablo Doig; Kamea Surf, de Kurt Sainz; Total Surf Academy, de Franco Portocarrero, y otros más. “La práctica del surf requiere paciencia y dedicación, como con todo deporte. Y, especialmente, hay que tener mucho respeto por el océano y las condiciones climáticas”, explica Doig.
Los especialistas indican que una buena edad para iniciarse en el surf es a partir de los siete años, cuando los niños empiezan a adquirir más fuerza. Pero eso no quiere decir que una persona adulta sea incapaz de aprender a surcar olas sobre una tabla. Para ellos, lo mejor es comenzar con clases personalizadas, pues el instructor ofrecerá mayor dedicación y podrá asistirlos rápidamente en cualquier eventualidad. Se recomienda tomar las clases grupales cuando ya se haya ganado confianza.
Sin embargo, es importante tener en cuenta que los golpes son parte del aprendizaje. “Es necesario que te caigas de la tabla, que sientas frío y dolor. Esos son factores que siempre van a estar a tu alrededor si quieres, digamos, que el surf sea parte de tu estilo de vida”, comenta el director de Tubos Surf School. “Acá preparamos a los chicos no solo en la técnica, sino también para que aprendan a conocer las condiciones del mar: que sepan por dónde entrar, por dónde salir. Cada playa funciona de una manera distinta y tiene su propia energía. Es fundamental conocer sus características”.
En los últimos años, debido a que el mar peruano ha sido reconocido por la consistencia de sus olas, son cada vez más los extranjeros de paso por Lima que se animan a correr tabla, al menos por una vez en su vida. Además, diversas empresas contratan los servicios de Pablo para que les brinde una clase a sus trabajadores, a modo de reto. “Acá viene mucha gente de Europa y Estados Unidos que quiere correr tabla, pero últimamente nos están buscando para potenciar las habilidades físicas y emocionales del personal de distintas compañías. Nos han tocado grupos de hasta 30 personas a las que les damos clases durante un día con el objetivo de que, al final, puedan pararse sobre una tabla”.
No se necesita ser un experto nadador para vivir la experiencia de surfear en Lima. Basta con tener algunos conocimientos básicos, una guía y la suficiente motivación para atreverte a dar lo mejor. La cancha está frente a nosotros. //
Para el tablista nacional, antes de lanzarse al mar, es importante tener algunas nociones básicas de natación para evitar contratiempos con la tabla en el agua.
El segundo paso, nos dice, es ir encontrando el equilibrio y posicionar bien los pies sobre la tabla. A partir de ahí, todo lo demás fluye.
Para un nivel principiante, las playas que recomienda son Redondo, Máncora, Cerro Azul y San Bartolo. Para el nivel avanzado, Caballeros y Punta Rocas.