Llegar al lago Sandoval y ver cómo es abrazado por los inmensos árboles de la Reserva Nacional Tambopata es de esas cosas que todos deberían experimentar al menos una vez en la vida. El espectáculo inicia minutos antes, cuando se ingresa en bote a un caño natural, entre palmeras y caimanes ocultos en la espesa vegetación. Lo siguiente deja a cualquiera boquiabierto: un lago inmenso se abre paso para servirle de espejo al cielo y es coronado por palmeras de aguaje y árboles gigantes como renacos y lupunas. Guacamayos pasan a saludar y familias de monos suben y bajan por la orilla, a su gusto.
TE PUEDE INTERESAR: Sandra Plevisani: “Todo lo que me pasa en la vida es premio de mi hija Camilla” | ENTREVISTA
“Pandora [hogar de los Na’vi, en la popular Avatar de James Cameron] le queda chico. La vista es espectacular.”, dice maravillado Luis Zapata, gerente de Asuntos Públicos, Comunicaciones y Sostenibilidad de LIMA EXPRESA. Su visita se da en el marco de la compra de bonos de carbono por parte de la concesionaria vial para la protección de esta reserva nacional, a través de la ONG de conservación ambiental AIDER.
POR UNA PRODUCCIÓN MÁS LIMPIA
Un bono —o crédito— de carbono es un mecanismo internacional que se emplea para reducir y compensar las emisiones contaminantes del medio ambiente. Estos pueden ser adquiridos por empresas, organizaciones o individuos de manera voluntaria para reducir su huella de carbono.
“El compromiso de las empresas privadas con la mitigación de la contaminación ambiental debe ser concreta. El cambio climático es más real y tangible de lo que creemos. Lo vemos en Perú, con fenómenos como sequías y huaicos. Como empresa, con una ruta de eficiencia energética, nos hemos comprometido a neutralizar nuestras emisiones de carbono. Sin embargo, muchas veces hay emisiones que no se logran reducir del todo, y para ello adquirimos bonos de carbono”, explica Janis Rey Lozada, gerente general de LIMA EXPRESA, quien también participó en la visita, junto al equipo de Somos.
LEE TAMBIÉN: Educación que cambia vidas: los programas que buscan cerrar brechas en la educación rural del Perú
“Ver la reserva natural, conocer a la gente que está trabajando por ella, los programas sociales que se ven impactados por estos créditos de carbono, hace que todo cobre sentido”, agrega.
MUCHO POR HACER
Aunque hoy ostenta un imponente verdor, no hace mucho la reserva se vio afectada por un enemigo común en gran parte de nuestro territorio: la minería ilegal. En 2016, la BBC señalaba que Tambopata se veía altamente amenazada y corría el riesgo de convertirse en un desierto si no se tomaban acciones oportunas. En el presente, esta actividad se ha visto reducida, pero no eliminada. Su contención depende de una inversión fuerte en zonas de monitoreo, guardaparques y promoción del trabajo sostenible, por mencionar solo algunos factores.
“La zona del lago Sandoval es hermosa. Pero ello no quiere decir que toda la reserva nacional luce igual. Aún hay zonas de alta tensión, donde la minería ilegal lamentablemente se abre camino. Cuidar más hectáreas de la deforestación que esto causa implica una inversión para más guardaparques, la construcción de más puestos de control, el incentivo para que las comunidades se dediquen a actividades productivas que les hagan percibir ingresos, y no se terminen sumando a esta actividad ilegal”, precisa Jorge Lezama Albarracín, guardaparques del lugar hace más de una década.
MIRA TAMBIÉN: Oxapampa: el sistema de cámaras trampa que ayudan a proteger a los osos de anteojos, una especie en extinción
Así, la compra de bonos de carbono cobra aún más relevancia, pues no solo destina fondos a la reforestación de hectáreas en la reserva, sino también a acciones como las mencionadas por Lezama, que protegen también a miles de árboles, conservan fauna y flora, y aseguran un mejor futuro para quienes tienen a Tambopata como hogar y sustento. Hablamos de familias dedicadas al turismo sostenible, guardaparques convencidos de proteger nuestra riqueza, cientos de productores de cacao y castaña y, por supuesto, especies fascinantes como el lobo de río, el caimán negro y el mono ardilla.
Asegurar este paraíso, ubicado a poco más de 1.500 km de la capital en Puerto Maldonado, depende de las acciones que se tomen desde todas las tribunas. //
El encanto de Tambopata