En su cuenta de Instagram (@astro_terry) muestra imágenes de nuestro planeta, capturadas a más de 30 mil kilómetros desde el espacio, con un nivel de detalle digno de admirar: se aprecian los Alpes abriéndose paso por Europa, el fulgurante anochecer en el Mediterráneo o las impresionantes aureolas boreales que resplandecen en Islandia. “Lo que ves por la ventana de la nave es muy diferente a los que muchos se imaginan. Vas tan rápido que tienes un amanecer y un atardecer cada hora y media”, contó Terry Virts en una entrevista con la revista Prestige.
Pero antes de ser testigo privilegiado de lo que sucede en la órbita del planeta, Virts tuvo que recorrer un largo camino (y volar varios kilómetros de espacio aéreo). Creció en la ciudad de Columbia, en Maryland, donde mostró desde muy chico su interés por el universo y las naves espaciales. Su cuarto estaba decorado con estrellas y sus libros de cabecera eran sobre las míticas misiones Apolo. “Cuando era niño, el primer libro que leí era sobre (el programa) Apolo. Recuerdo que tenía 5 años y estaba en kínder. Desde ese momento quise ser astronauta”, confesó al diario El Tiempo.
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Se graduó de la carrera de Ciencias Matemáticas para luego obtener una maestría en Aerónautica en la Embry-Riddle Aeronautical University. Tras ello, ingresó a la Academia de la Fuerza Aérea de Estados Unidos, donde comenzó como Teniente segundo y llegó al rango de Coronel. Durante su etapa militar, aprendió el manejo de más 40 tipos de aeronaves y acumuló más de 3 mil horas de vuelo. El año 1999, tras múltiples distinciones, fue seleccionado como piloto de la NASA. Tenía 32 años y se convirtió en el más joven de la historia en hacerlo.
Terry Virts ha realizado cosas que pocos astronautas se pueden jactar de decir: ha piloteado el transbordador espacial, volado en los Soyuz rusos, comandado la Estación Espacial Internacional (ISS) y hecho caminatas espaciales. “Estar afuera, en el vacío del espacio, es algo tan asombroso... Yo fui piloto de pruebas, volé el transbordador, he hecho todas estas cosas, pero nunca algo como una caminata espacial”. Entre el 2014 y el 2015 pasó 200 días en la ISS como parte de la Expedición 42/43, la tercera misión más larga de cualquier astronauta de la NASA. Para este hombre del espacio, sus límites son infinitos, como el universo.
SIEMPRE ARRIBA
El 2015, Terry Virts logró lo impensado: un “apretón de manos” entre una persona en el espacio y la otra en la Tierra. ¿Cómo así? Esto fue posible gracias a la tecnología háptica, que permite percibir sensaciones virtuales por el tacto a través de dispositivos que logran imitar lo que no está físicamente presente.
Aquella vez, el astronauta se encontraba en la Estación Espacial Internacional (EEI). André Schiele, quien labora en un centro de investigaciones de la ESA en Holanda, fue quien lo acompañó durante el experimento. Ambos científicos utilizaron un dispositivo con tecnología háptica, diseñado para retransmitir la presión que ejerció Virts sobre un controlador que, a su vez, transmitió la sensación al otro terminal en la Tierra, donde estaba Schiele.
De acuerdo al portal Engadget, ese “apretón de manos” se hizo a una distancia de más de 36.000 kilómetros, con un retaso de la sensación de solo 0,8 segundos en ambos sentidos. Esta iniciativa tenía como objetivo desarrollar tecnología háptica para aplicarse a misiones espaciales, como un para la creación de controles y mandos remotos de alta precisión, que puedan usarse para manejar robots u otros instrumentos.
PIES EN LA TIERRA
Ya sea a través de sus fotografías o enlaces en vivo, el astronauta tiene constante comunicación con las miles de personas que lo siguen a través de sus redes. De hecho, el último martes hizo una transmisión en directo a través del Instagram de la marca de relojes de lujo Omega, donde respondió preguntas relacionadas a su vida como astronauta.
“La aceleración y la vibración del lanzamiento del cohete puede generar complicaciones. Un reloj tiene que poder trabajar en un entorno loco que no existe en Tierra. Las temperaturas son realmente extremas. Y el Omega Speedmaster es el único que puede con todo eso”, ha dicho Virts cuando le consultaron cómo se ve la hora fuera del planeta.
Con 52 años, casado y dos hijos, Terry Virts pasa sus días editando libros de fotografía, dictando conferencias y viajando alrededor del mundo. La última vez que estuvo en el espacio fue, precisamente, en el 2015, pero dice que no extraña volver. “No me siento triste por no estar ahí; no me hace falta. En mis dos misiones hice todo lo que pude y quería hacer”. //