Desde su estreno en Netflix la semana pasada, The Irishman se ha proyectado como la gran favorita para llevarse el Oscar a Mejor Película el próximo año. Solo esta semana, la cinta ha sido reconocida como la mejor del 2019 por el National Board of Review, de Estados Unidos; por el círculo de críticos de Nueva York e incluida en la lista de lo mejor del año del American Film Institute (AFI). Los días pasan y los reconocimientos siguen creciendo.
Motivos para ello sobran: se trata de una gran película que marca el retorno del venerado Martin Scorsese al cine de mafiosos, al examen minucioso de sus lealtades que tantos elogios le ganó en Buenos Muchachos, Casino, Pandillas de Nueva York y Los Infiltrados. Es también su primera colaboración en 24 años con Robert De Niro, quien fuera su actor fetiche en su primera época, en cintas como Malas Calles, Taxi Driver, El Rey de la Comedia, por decir algunas. Por último, es la primera vez que Scorsese trabaja con una leyenda de la actuación como Al Pacino (“Michael Corleone”, en la saga de El Padrino), a quien conoce desde 1970.
Para el gusto de la Academia, el Oscar parecería servido aunque aún habría que sortear un posible obstáculo en el horizonte: The Irishman no es una película hecha por un gran estudio de Hollywood, ni por uno pequeño, sino por la plataforma de streaming Netflix. Aunque tuvo un estreno limitado en algunas salas de cine, su destino final es ser vista en televisores, tablets y hasta celulares, una realidad que Scorsese, un cinéfilo de vieja guardia, ha aceptado, no sin pena.
Lo cierto es que Scorsese buscó a Netflix porque los estudios le dieron la espalda. Lo jubilaron antes de tiempo. La polémica que desató el cineasta de 77 años al expresar su nula pasión por las películas de superhéroes de Marvel llevaba implícita una crítica a las productoras que lo rechazaron, a las que no parece interesarle ya un cine como el que él propone, complejo, un cine de personajes con historias narradas desde la repulsión al lugar común, con riesgo artístico y una dimensión mística.
The Irishman es un relato scorsesiano por donde se le mire: es la historia del joven camionero Frank Sheeran (Robert De Niro) y su increíble ascenso como matón de la mafia italiana de Filadelfia, de todos los problemas familiares que esto le atrajo, además de su decisiva vinculación con Jimmy Hoffa (Pacino), el poderoso hombre que controlara los sindicatos de Estados Unidos en los años sesenta y que desapareciera misteriosamente.
El proyecto ambicioso le demandó diez años de planeamiento y hasta tecnología de punta, provista por ILM (Industrial Light and Magic) para poder rejuvenecer digitalmente a sus estrellas De Niro, Pacino y Joe Pesci (este último salió de su retiro a pedido de su amigo Scorsese). Netflix accedió a todos los pedidos del director. No objetó ni la duración final de la película, 3 horas y media, que ha encontrado resistencias en las nuevas generaciones que se preguntan si la pueden ver como una serie.
“Lo que Netflix está buscando es prestigio. Los suscriptores ya los tiene, la plata ya la tiene, lo que quiere ahora desesperadamente es el caché de tener un Oscar”, dice a Somos el analista de taquilla Maykoll Calderón. “Acuérdate que ya estuvo muy cerca de ganarlo con Roma el año pasado. Tuvo diez nominaciones, le dieron cinco y creo que si no se lo dieron a Mejor Película fue porque les dio miedo darle el máximo premio a una película de streaming. De otra manera, no me explico que Green Book haya ganado”, acota.
Tanto quiere Netflix un Oscar que este año ha triplicado su apuesta por la máxima presea. SI el año pasado era solo Roma, ahora tenemos The Irishman, además de las películas Historia de un Matrimonio, de Noah Baumbach, y Los Dos Papas, de Fernando Meirelles. Grandes apuestas que, de coronarse, pondrían a la casa en un nivel superior a sus competidoras, algo nada desdeñable en un mercado cada vez más saturado de plataformas de streaming.
“The Irishman hasta el momento es la favorita para ganar el Oscar a Mejor Película, pese a que hay resistencia de muchos cineastas y de gente de la industria que no consideran válido que Netflix pueda postular al Oscar o que esté a la misma altura de los estudios de Hollywood”, dice Claudio Cordero, co director del Festival de Cine Insólito. El crítico de cine recuerda que este año Steven Spielberg hizo una campaña mediática para que las películas hechas para las plataformas de streaming no sean equiparables al cine que se se exhibe en salas. Su esfuerzo cayó antipático y resultó en vano.
Para Cordero, es un poco difícil que con The Irishman suceda lo mismo que con Roma. “Alfonso Cuarón es un cineasta respetado pero no es una leyenda viva como Martin Scorsese. Creo que es tan grande y tan fuerte el prestigio de Scorsese que esta vez puede superar todas las resistencias contra el streaming. Si no gana ahora, veo bien difícil que Netflix vuelva a estar tan cerca de conseguirlo. Tendría que cambiar radicalmente la idea de cómo funciona su negocio para que gane un Oscar. Creo que esta es la chance que mejor se les ha presentado”.
Hay que anotar que, en esta guerra por la legitimidad de las películas de streaming, Netflix ha tenido que ceder un poco. Ha tenido que acomodarse a las reglas de exhibición que Hollywood le ha presentado para que sus opciones puedan ser elegibles. Según Calderón, “la Academia fue muy dura con las apuestas de Netflix el año pasado, debido a que estos solían priorizar sus estrenos en streaming antes que en la cartelera comercial. Este año lo que ha hecho Netflix es lo contrario. Ha permitido que sus tres apuestas se estrenen primero en un circuito pequeño de salas, por lo menos en los EE.UU., antes que en su plataforma. Ellos saben que ahora no pueden imponer sus reglas del juego y que es el momento de ceder un poco, y es lo que han hecho". //.