Zaña: un recorrido por la enigmática ciudad colonial del norte que todos debemos conocer (y que puedes visitar un fin de semana)

Y la culpa, según la imaginación popular, era de la población afro y sus danzas desenfrenadas; es decir, el ‘perreo’ de esas épocas. Qué injusticia. Hoy se sabe que los indoctos españoles cometieron la inocencia de construir la ciudad y sus hermosas iglesias a solo unos metros del río. Los mochicas y otros pueblos posteriores, en cambio, construyeron sus templos en las faldas del cerro Corbacho, donde siguen hasta hoy.

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Así que nada de culpar a las sabrosas danzas afroperuanas, que felizmente han sobrevivido entre golpeteos de checos (calabazas secas que son usadas como tambores) para darle identidad a un pueblo sumergido en un mar de plantaciones de caña de azúcar y maíz.

Pero el objetivo de esta crónica no es llorar por la Zaña que se fue, sino mostrar lo que queda aún. Por ejemplo, la danza de los diablicos, que puede evocar en Zaña si visita el mencionado museo gracias a su valiosa colección de máscaras. Esta coreografía fue revivida por los 450 años de fundación de la ciudad y se trata de uno de los mayores rescates de la tradición afro del norte: siete demonios representan los siete vicios y el arcángel San Miguel se enfrenta al Diablo Mayor.

Gracias al director del Museo Afroperuano, Luis Rocca, y al ballet de Giannina Gamarra, tuvimos una exhibición de esta antigua diablada, que ostenta máscaras diferentes de las de otras zonas del país. La danza fue recreada a partir de una pintura del siglo XVIII de la obra del obispo Baltazar Martínez de Compañón.

Una de las mayores sorpresas al llegar a este acogedor museo que conserva instrumentos, carretas y cepos para castigar a los cimarrones de antaño, es encontrar a la declamadora de décimas María Antonieta Samamé, cuya ceguera no le ha impedido convertirse en uno de los personajes imperdibles del pueblo. La razón es su astuta picardía con que recita rimas de doble sentido a cambio de un donativo. Estaba tentado a poner unas estrofas pero prefiero que usted mismo se sonroje al escucharla haciendo maromas verbales con la palabra ‘culantro’, entre otras.

Alarifes para siete templos

Zaña está a unos 50 kilómetros al sur de Chiclayo. Lo recomendable es coordinar la visita con la oficina de turismo de la municipalidad (T: 979547370). El director de Turismo, Luis Legoas, está abocado a la instalación de una muestra fotográfica histórica en el mismo convento de San Agustín, que pone de manifiesto el paso del tiempo a través de estas ruinas españolas que asombran por sus dimensiones. De hecho, para levantar los siete templos que alguna vez tuvo Zaña se trajeron los mejores alarifes. Otra de las denominaciones que tuvo la villa fue la de ‘Pequeña Potosí’.

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Visitar estos vestigios es un fin en sí mismo. Los arcos del convento están en el centro de la ciudad y son el marco favorito de los grupos de danza y de artistas como Hildebrando Briones, considerado el primer decimista del Perú, y que aunque hoy vive en Chiclayo acude a las celebraciones especiales de su querida Zaña.

Tema aparte es la gastronomía, donde el arroz con chancho reina en las fiestas, así como los ya mencionados dulces que desde Zaña salen a azucarar las ferias de todos los pueblos del norte.

Zaña no se acaba en lo colonial pues en su territorio está la famosa Huaca Rajada, sepulcro del Señor de Sipán hasta que fuera rescatado de los huaqueros por Walter Alva. Un destino imperdible para este verano. //

Legado en peligro

Al llegar a Zaña, varios vecinos nos mostraron su preocupación por el estado en que se encuentran los restos de las demás iglesias que rodean la ciudad, muy cerca de la humedad de los cultivos.

Los especialistas recomiendan que el Ministerio de Cultura intervenga como prioridad la antigua villa Santiago de Miraflores, o antigua Zaña, a través de un proyecto de inversión pública con componentes de investigación, conservación y recuperación.

Su puesta en valor permitiría articularla con el Qhapaq Ñan, a través de diferentes tramos que recorren gran parte de la costa peruana y también se dirigen hacia Cajamarca.

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