Cincuenta años después, Alfredo Bryce Echenique conocerá por fin a Julius. Se ha puesto unos zapatos de gamuza, un saco de paño y hasta se ha afeitado muy temprano, allá en su casa de San Isidro. Una de las personas que lo acompañó en el viaje hasta aquí dice que estaba genuinamente nervioso por la cita. No solo iba a conocer a Julius, el protagonista de la obra que la literatura latinoamericana recuerda con mayor ternura; también iba a volver al Centro de Lima, mirar la ciudad pasar detrás del parabrisas y caminar unas horas en esta casona art nouveau, lo más parecida a lo que Julius llamaba, con inocencia, el Palacio Original.
Es viernes 8 de octubre, feriado en el Perú por el Combate de Angamos. Afuera, la pista para autos ha pasado a ser peatonal y con adoquines. El puesto de diarios más próximo al jirón Ica confirma que el Perú le ha ganado a Chile por las Eliminatorias. Fuera de la cancha, el otro país que es Perú sigue perdiendo por goleada y Un mundo para Julius (1970), esa novela que descubre la Lima adinerada y clasista de los años 50 desde los ojos de un niño, parece escrita ayer. Adentro, en el gran salón del ala derecha de la Casa Fernandini, nadie se sienta en el sillón Voltaire.
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A las 10:17 de la mañana, mientras se ensucia un poco el abrigo y se despeina, Julius, que tiene 4 años pero en la vida real ya cumplió 7, pregunta si en serio va a venir “ese señor que sabe escribir”. Como nadie le responde, usa las manos para convertir sus orejas grandes en parabólicas. Se le notan los dientes de leche. Entonces aparece Alfredo Bryce, sus 82 años, sus 12 novelas, sus ocho libros de cuentos, sus seis antimemorias y sus tres mejores amigos. Se acomoda un poco el saco, se peina y mira de reojo al pequeño Julius. Alguien busca el sillón Voltaire pero en el sillón Voltaire está sentado el niño. Ahí ocurre.
Tengo la foto en el teléfono, pero también la memoria: son igualitos.
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Han pasado dos años y días desde que Bryce anunció su alejamiento de la literatura. Era junio del 2019. Había publicado Permiso para retirarme (Peisa) y en su departamento de San Isidro aceptó una visita. El encuentro tenía que ver con las razones de su aislamiento y con la foto que eligió para la portada de su último libro: el último viaje que Bryce realizó a Tarma, una ciudad en los Andes peruanos que gatilla sus mejores recuerdos. Un valle donde vuelve a ver, como antes, a su silencioso padre, Francisco Bryce. Desde entonces, no solo no ha vuelto a escribir. Tampoco volvió a salir en medios, hasta hoy.
—Ha dicho usted que Permiso para retirarme es su último libro. ¿No podría repensar su decisión?
—No es mi parecer, como dicen [risas].
—¿Por qué tiene tanto significado la foto de la portada?
—Por mi padre, Francisco, un hombre al que yo admiraba muchísimo. A él le encantaba ir a Tarma y a mí me encantaba por él.
—¿Por qué?
—Mi padre había vivido de chico allí. Era muy tímido él, poco dado a hablar, muy silencioso. En casa nadie quería acompañarlo y quedaba yo, para enrumbarme con él cada vez que así lo quería. Era lindo saber que viajar a Jauja era un motivo para estar juntos. Íbamos manejando. Mi padre era supercallado, tímido. Y a fuerza de estar solos en el carro, podíamos conversar. Una vez –y yo estuve allí, por eso lo cuento– fuimos a que se corte el pelo y el hombre le dijo, muy serio:
—Entonces... ¿cómo quiere que le corte el señor?
—Sin hablar, por favor —le dijo. Ese era mi padre.
La postal elegida, del fotógrafo Rolly Reyna, se tomó en la hacienda La Florida, de unos primos de Julio Ramón Ribeyro. Allí, el ‘Flaco’ escribió ese cuento maravilloso, “Silvio en El Rosedal”. Dos años después, en la Casa Fernandini, la locación principal de la esperada versión cinematográfica de Un mundo para Julius, Bryce Echenique ha llegado para tomarse una foto que hace 50 años estaba solo en su imaginación. Una foto con Julius.
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No es un solo Julius el que aborda la película de la directora Rossana Díaz Costa, cuyo tráiler oficial se estrenó el jueves 30 de septiembre y ha superado las 10 mil vistas en YouTube. Son dos: Augusto Linares, el niño Julius de 9 años, y Rodrigo Barba Pinillos, “porque me gustan los pepinillos”, el Julius de 4. Es el debut de ambos en la pantalla grande. Esta mañana, en que han llegado hasta la Casa Fernandini para conocer a Bryce, junto con sus papás, vestidos para un matrimonio de 1950, aprovechan el tiempo y juegan una pichanguita imaginaria debajo de unos vitrales. Sospecho que ninguno entiende la magnitud de lo que este filme puede significar en sus vidas. Augusto, por ejemplo, quiere ser futbolista. Es hincha de la ‘U’. De hecho, comparte sus clases virtuales en el colegio Franco-Peruano con el sueño de volver a La Masía, la burbuja que produce, educa y protege a los futuros cracks del Barcelona. El lugar donde creció Lionel Messi, por ejemplo. En 2019, cuando lo eligieron para el papel, fue el año de su vida: también viajó a España y se tomó una foto con Rafinha y con Piqué. “Soy lateral derecho. No sé si me gustaría ser actor luego. Pero sí ha sido una experiencia muy divertida. A mi mamá le gusta que haga castings, por eso llegué aquí”, dice, vestido como Julius solo hasta las medias: las zapatillas son deportivas, por si alguien le lanza una pelota y él tiene que jugar.
Rodrigo Barba Pinillos estudia en el Peruano-Chino Juan XXIII. Sus orejotas escuchan las preguntas, porque esta es la primera entrevista de su vida. Dice que una de sus maestras le ha dicho que es igualito a Julius. Al menos, al Julius que ella leyó en una antigua edición de Peisa. Está en primer grado de primaria y le gusta mucho la Educación Física. Tiene los ojos de la mamá, que está aquí a su lado y lo peina, raya al costado, anticipándose al momento en que lo llamen para la foto. “A mí sí me gustaría ser actor y grabar otra película. Me gustó mucho leer mi parte”, explica. Y cuando ve a Alfredo Bryce, que ya está listo para la sesión, me pregunta: “¿Dónde le enseñaron a escribir tan bonito a ese señor?”.
JULIUS Y JULIUS
MIRA EL TRÁILER AQUÍ:
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Todavía es de mañana: Alfredo Bryce quiere ir a desayunar. Alguien le acerca Un mundo para Julius, la versión conmemorativa por los 50 años de su publicación. “Quién le enseñó a escribir tan bonito, señor? ¿Cómo se llama esa letra?”, le pregunta Rodrigo Barba, Julius de 4 años, las orejas como parabólicas. Bryce firma el libro, “con cariño y gratitud” y luego cuenta lo que sintió el día en que vio unos instantes de la grabación del filme, que se estrena el próximo 11 de noviembre en el Teatro Municipal.
—Son estupendos los niños. Yo estuve en la filmación de una parte de la película en la que se trataba del santo de Rafaelito y vi toda la sabiduría que hay en la filmación. Ahora que los conozco, no tengo dudas. Me han caído estupendamente bien.
Los extras aplaudimos. Los tres Julius se sientan, uno muy cerca del otro, y empiezan a leer: “Julius nació en un palacio de la avenida Salaverry, frente al antiguo Hipódromo de San Felipe...”. //
“Un Mundo para Julius”, el elenco:
Fiorella de Ferrari (Susan), Gonzalo Torres (Juan Lastarria), Mayella Loclla (Vilma), Augusto Linares (Julius, 9 años), Rodrigo Barba (Julius, 4 años), Fernando Bacilio (Celso), Nacho Fresnada (Juan Lucas), Pamela Saco (Cinthia).
Avant première: 10 de noviembre en el Teatro Municipal, con 200 invitados, según aforo permitido. Estreno en cines nacionales: 11 de noviembre.
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