Personal de Prolima toma muestras de la imagen del libertador San Martín, en la plaza que llleva su nombre, para su futura restauración.
Personal de Prolima toma muestras de la imagen del libertador San Martín, en la plaza que llleva su nombre, para su futura restauración.
/ Elias Alfageme
Oscar García

Pese a su silencio y actitud hierática, las esculturas del Centro Histórico tienen mucho por decir. Cada una de las más de 90 que se cuentan en la Ciudad de los Balcones existe para recordar un acontecimiento importante o celebrar a un personaje cuyas acciones en vida fueron destacadas. La prisa de estos tiempos, o el mal estado de los monumentos, hace que muchas veces no nos ocupemos lo suficiente de estos, dando por sentada sus presencias, ignorando su existencia o las grandes historias que esconden.

Equipo de restauradores de la Municipalidad de Lima retiran capas de pintura en la escultura Las Tres Gracias, frente a la Plaza San Martín.
Equipo de restauradores de la Municipalidad de Lima retiran capas de pintura en la escultura Las Tres Gracias, frente a la Plaza San Martín.
/ Prolima

Hay que escuchar de vez en cuando a las estatuas. Hay que leer con atención sus placas de bronce o mármol (si es que no se las han robado) y aprender a relacionarnos en general con una capital cuyo corazón fue declarado Patrimonio Histórico de la Humanidad por Unesco, allá por 1991.

Justo a partir de esa designación es que se creó en 1994 Prolima, el programa municipal para la reconstrucción del Centro Histórico, órgano que depende de la Municipalidad de Lima. El 5 de diciembre pasado, la gestión de su alcalde, Jorge Muñoz, aprobó un plan maesro para la recuperación de esta zona de la ciudad que comprende objetivos concretos y áreas de acción: la recuperación de espacios públicos, la peatonalización del lugar para mitigar los efectos del parque automotor y el arreglo del ornato, entre otros campos a trabajar. Y uno de ellos es, precisamente, la recuperación de todas las esculturas públicas dentro del Centro, como un legado de la gestión de cara a las próximas celebraciones del Bicentenario.

Luis Martín Bogdanovich, gerente de Prolima, supervisa los estudios técnicos sobre la estatua del libertador San Martín, en la plaza que lleva su nombre.
Luis Martín Bogdanovich, gerente de Prolima, supervisa los estudios técnicos sobre la estatua del libertador San Martín, en la plaza que lleva su nombre.
/ Elias Alfageme

“Cada una de estas esculturas tiene un valor artístico y podría estar tranquilamente en un museo, pero está en la calle. Cada una conmemora algo de lo que nos debemos sentir orgullosos; celebran los valores de una sociedad, que pueden ser patrióticos, literarios o de otro tipo. Son como altares cívicos”, reflexiona el arquitecto Luis Martín Bogdanovich, gerente municipal de Prolima, desde la Plaza Francia, en el Centro de Lima.

En este lugar se inauguró, en diciembre pasado, la restauración de la Estatua a la Libertad, una hermosa pieza de bronce a la que la delincuencia le arrebató cada uno de los adornos que la caracterizaban, como una antorcha y una hoja de palma.

El equipo de trabajo de Bogdavonich, compuesto por conservadores, arquitectos, ingenieros, químicos y resturadores, consiguieron restituirle todo lo perdido, además de su bronce original. Este se recuperó luego de liberar la estatua de capas y capas de pintura, que era la forma más sencilla y más incorrecta de remozarla en otras épocas. Una restauración express.

“No se tenía mucha conciencia en el pasado. Esta estatua, que fue donada por la colonia francesa en el primer centenario de la Independencia, fue pintada de negro en varias oportunidades. Los químicos tuvieron que analizarla para determinar qué solventes usar para no dañar el bronce”. Con ayuda de fotografías y el concurso de historiadores, se logró devolverle su original estado.

La escultura a la Libertad, en la plaza Francia, ha sido recuperada en su totalidad. Se le devolvió su hoja de palma y su antorcha, que la delincuencia le arrebató.
La escultura a la Libertad, en la plaza Francia, ha sido recuperada en su totalidad. Se le devolvió su hoja de palma y su antorcha, que la delincuencia le arrebató.
/ Elias Alfageme

Otra escultura recuperada hace un mes es la Farola de las Tres Gracias, ubicada frente a la Plaza San Martín, que es una reproducción de una obra del mismo nombre del escultor Germain Pilon (1537-1590), originalmente encargada por la reina de Francia, Catalina de Médicis, en 1561, para guardar el corazón de su esposo, el rey Enrique II (1561 - 1570).

En este caso se trató de una obra de fierro cuyo autor le dio un acabado final tipo bronce. Este luego fue cubierto absurdamente de pintura amarilla, roja y de otros colores, a través de las décadas. Con ayuda de bisturíes, los expertos dieron con el color original.

Un proceso en marcha

Según estimaciones de Prolima, un 20% de las 91 estatuas del Centro de Lima está en mal estado. Esto debido a la corrosión del tiempo y las personas mismas, que las orinan, grafitean y hasta se las roban. El programa de restauración actualmente se ocupa de las estatuas de Antonio Raimondi, en la Plaza Italia; y del Mariscal Ramón Castilla, frente a la iglesia de La Merced.

Equipo evaluador toma muestra de la escultura a San Martín para determinar su estado, grado de corrosión, etc.
Equipo evaluador toma muestra de la escultura a San Martín para determinar su estado, grado de corrosión, etc.
/ Elias Alfageme

Pero la ballena blanca a cazar en el futuro cercano será lo que Bogdanovich denomina las “grandes estatuas”, como las de las plazas 2 de Mayo, Bolognesi, Grau o San Martín. Icónicas estructuras de la capital cuyos considerables tamaños requerirán esfuerzos titánicos. Esta semana se empezó a tomar muestras de la estatua del libertador, con el fin de elaborar un primer diagnóstico. Cada estatua es una historia distinta, dicen, y con el Bicentenario a la vuelta de la esquina el trabajo que les espera es arduo. La meta trazada, lejos de desanimarlos, los estimula. //

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