A Fausto Alejandro Liñán Benavides las grandes aventuras de la vida no se le acabaron cuando en el 2018 fue a alentar a la selección peruana de sus amores al mundial de fútbol. O al tomar el tren transiberiano, aquel que tiene el trayecto férreo más largo que existe, y viajar durante una semana más de 9.000 kilómetros desde Moscú hasta la frontera oriental con China. Dos años después, a los 30, cortesía de un despiadado virus que cerró el mundo, otras empresas, esta vez solidarias, se erigirían como extraordinarios capítulos en su historia personal. Porque sí, en la cuarentena hizo lo que muchos: preparó su primer ceviche, volvió a ver sus películas favoritas de la saga de Star Wars y celebró el retorno de la Bundesliga. Pero, honorablemente, se animó a lo que pocos: cumplir con su vocación de servicio yendo cada dos semanas a donar plaquetas al Instituto Nacional del Niño de San Borja ante la falta del vital recurso debido a la emergencia. Asistió más de 10 veces. Pero eso no fue todo: a su vez se ofreció como voluntario en nuestro país para participar de los ensayos clínicos de la vacuna del laboratorio chino Sinopharm contra el COVID-19. El 14 de setiembre lo llamaron, y al día siguiente, a las 4:03 de la tarde, ya tenía inactivo el SARS-CoV-2 en su organismo. Ello en su afán de frenar la pandemia poniendo el hombro a disposición de la ciencia. Y, cómo no, de la humanidad.
El joven, formado por los jesuitas en el colegio de la Inmaculada y como economista en la Universidad del Pacífico, labora hoy analizando el comportamiento del consumidor y las estrategias de negocio en Beat, el aplicativo de servicio de taxis. Siempre hizo trabajo remoto, por lo que el confinamiento no supuso un cambio drástico en su cotidianidad. Lo que sí lo golpeó, como a todos, fue –es- estar alejado de la gente que quiere. Uno de los motivos que lo conminaban a tener precauciones adicionales era, precisamente, su asistencia quincenal al hospital para colaborar con los niños enfermos. Dato no menor insertado aquí: el procedimiento para donar plaquetas es mucho más complejo que la sola extracción de sangre en un tubo. Implica que esta regrese a tu cuerpo luego que una gran máquina ha separado del fluido las plaquetas que necesita en un periodo de dos horas. “Una vez, ahí mismo, se me reventó una vena. La enfermera se asustó muchísimo, yo no. Soy sereno para estas cosas, un poco cabeza fría. No pasó a mayores y continué yendo”, relata Fausto. Álex, para los buenos amigos. Aquellos con quienes celosamente comparte su cuenta privada de Instagram.
“Cuando la pandemia ni siquiera había llegado al Perú, ya me había dado cuenta por las noticias que eso iba a convertirse en un hecho histórico. Que en el futuro íbamos a tener que contarle a nuestras familiares cuál fue nuestro rol en esta situación. Yo, por mi formación, siempre he estado pendiente de poder ayudar en lo posible. Eso lo aprendí de los jesuitas, cuyo carisma se caracteriza por el voluntariado y la entrega a los demás. Entonces cuando supe que necesitaban gente que pusiera el pecho para los ensayos clínicos de la vacuna no dudé en ofrecerme”, cuenta.
LA EXPERIENCIA PASO A PASO
¿Cómo se está inyectando esta candidata a vacuna, la primera que ha llegado a nuestro país para ser probada? Fausto, a continuación, comparte al detalle con Somos todo el proceso en el que trabajan juntos Sinopharm, la Universidad Peruana Cayetano Heredia (UPCH) y la Universidad Nacional Mayor de San Marcos (UNMSM).
Este comenzó con su inscripción por Internet el 30 de agosto. Él fue una de las 3.000 personas que agotaron la misma cantidad de cupos en solo diez minutos. Luego le enviaron un par de correos electrónicos avisándole que se iba a agendar una cita pronto en la sede la UPCH. Y así fue. El 14 de setiembre lo llamaron por teléfono de esa casa de estudios para confirmar sus datos y darle un código. Este y su DNI le permitieron ingresar a una suerte de ‘intranet’ en la que él mismo puso fecha y hora: el 15 de setiembre a las 2 de la tarde.
“Me pidieron ir con equipos de bioseguridad: mascarilla y protector facial. Llegué antes de las 2 y encontré una cola de siete personas. Entré a las 2:30, después que midieran mi temperatura con un termómetro digital y me pusieran alcohol en gel. Dentro del campus, con lo primero que te topas es con un mostrador en el que te dan dos juegos de un documento que se llama ‘Consentimiento informado’, el cual tiene ocho páginas y te explica todo lo relacionado al procedimiento. Qué es la vacuna, para qué es el estudio y más consideraciones de las que debes estar al tanto antes de firmar y recibir la misma. También te otorgan una ficha en la que se marcan los pasos y las evaluaciones médicas que vas superando ahí antes de llegar a la inyección”, puntualiza.
Posteriormente, cuenta, él subió a un segundo piso que alberga un área de espera junto a otra de triaje. En la primera se puede leer el consentimiento informado. “En el triaje sí te toman la temperatura con un termómetro de mercurio en la axila, te pesan, te tallan, te toman la presión y tu nivel de oxigenación. Paralelamente te realizan una serie de preguntas para ver si has leído y entendido en el documento lo que está a punto de pasar. Si todo está bien firmas las dos copias. También lo hace alguien de la UPCH. Una de ellas te la llevas”, indica. Fausto recuerda que el oxímetro le marcó 98% de oxígeno en el cuerpo. Su presión se hallaba estable.
- Sé que a algunos voluntarios se les subía la presión de los nervios. Y sí, se podía ver que la gente estaba ansiosa o tensa..
- ¿A ti no te pasó?
- Honestamente, no. Estaba muy tranquilo.
A continuación, prosigue, él pasó a un consultorio donde un médico le auscultó los pulmones, el corazón y el estómago. “Sé que las mujeres deben realizarse, antes de este punto, un descarte de embarazo. Yo obviamente no tuve que hacerlo, así que fui interrogado sobre mis antecedentes médicos y después revisado. Aquella fue quizá la parte más larga de todo el procedimiento, duró unos 20 minutos. Solo entonces me dijeron que estaba realmente apto para participar del estudio”.
Concluida esa fase, señala, se ingresa a otro consultorio donde atiende una investigadora. Unas preguntas más y el pedido de una reconfirmación: “¿Estás seguro de que quieres formar parte del ensayo?”. Afirmativo. “Bien, este es tu código de participación”. Fausto añade que seguidamente lo regresaron al primer piso y que allí le hicieron pruebas moleculares para detectar si el virus estaba activo en su cuerpo. También otra serológica, con el fin de detectar anticuerpos. Es decir, si había tenido COVID-19. Seguidamente ingresó a un ambiente parecido a un laboratorio en el que se veían varias cajas de color azul con letras chinas. “¿En qué hombro la quieres?”, le preguntó el personal de salud de la UPCH. “En el izquierdo. Soy diestro y tengo que irme manejando a mi casa”, contestó Fausto y agregó: ¿Pueden tomarme una foto, por favor?". Al también aficionado a la Fórmula 1 le dirían que era la primera persona que pedía un retrato con el celular. La inoculación, entonces, se produjo.
- ¿Dolió? ¿Era aceitosa?
- Sí. No parecía ser solamente agua, la verdad. Me dejaron sentado allí cinco minutos.
- ¿Cuántas personas estaban junto a ti?
- Dos. Cuando ven que no hay problema, te trasladan a un ambiente con sillones y cronómetros y te piden que descanses 30 minutos. Mientras, personal de salud, diría que eran enfermeras, van haciendo guardia y preguntándote cómo te sientes.
- ¿Y allí habían más personas reposando? ¿Conversaban?
- Unas siete personas… No, la gente estaba callada. Yo en ese momento no tuve ninguna reacción, así que aproveché para trabajar en el celular. Algunos estaban tensos, movían los piecitos, se veían a cada rato el hombro…
Finalmente, al joven economista le volvieron a tomar la temperatura y le entregaron una cartilla con números telefónicos a los cuales marcar ante cualquier reacción o duda. “Te informan que el primer mes te van a llamar diariamente para monitorearte y reconfirman contigo que debes volver en tres semanas por una segunda dosis. Ahí terminó la jornada”.
- Han pasado tres días desde que te pusieron la candidata a vacuna. ¿Has sentido efectos secundarios?
- Oh, sí.
EL DÍA DESPUÉS DE MAÑANA
Fausto cuenta que esa misma noche tuvo una atípica somnolencia. “Nunca me acuesto antes de la medianoche y a las 10 estaba muy cansado y me quedé dormido. El 16 de setiembre me desperté con dolor de cabeza y ese no se me quitó en todo el día. En una escala de intensidad del 1 al 10 diría que era un 4 o 5. Manejable. En la llamada que me hicieron esa primera tarde lo cuento y me piden que trate de no tomar ninguna pastilla, porque precisamente ese es el tipo de reacciones que quieren documentar. Pero que, claro, si se ponía más serio avisara. Por otro lado, me dolió durante día y medio la zona donde me pusieron la vacuna. El jueves bajó el dolor de cabeza, y hoy (viernes 17) he amanecido sin ninguna molestia”, declara.
Él añade que los efectos secundarios que sintió no le preocuparon, pero que sí lo pusieron más alerta de lo que le pasaba. “Mis familiares y amigos estaban mucho más angustiados que yo, preguntándome cómo me sentía a cada rato. Me bromeaban si me había salido cola o un tercer ojo (ríe). Yo, en general, estoy tranquilo porque sé que es parte de un experimento y que no soy la primera persona a la que vacunan. Así que confío en que al ser sano no debería haber mayor complicación. Dos días después de la vacuna ya estoy haciendo mi vida completamente normal”, asegura. Según un estudio publicado en agosto del 2020 en The Journal of the American Association , hasta el momento la vacuna ha demostrado generar efectos secundarios leves en quienes formaron parte de las primeras etapas de la investigación. Fatiga, fiebre ligera y dolores de cabeza o en el lugar donde se aplicó la inyección son algunos de ellos. Es importante acotar aquí que no todas las personas experimentan lo mismo. Hay quienes no reportan ninguna reacción.
El hincha bravo del fútbol, la ciencia y el dar de sí al resto, pues, debe continuar con los cuidados que todos practicamos: mascarilla, distancia social y lavado de manos. Sucede que pudo habérsele inyectado un placebo (práctica que se ejecuta en un porcentaje de los participantes de estos tipos de estudio para evitar sugestiones psicológicas). Asimismo continuará esperando que lo vuelvan a citar para otras evaluaciones médicas, volver a la sede de la universidad para la segunda dosis y que le timbren todos los días a la cinco de la tarde para preguntarle cómo se siente. “Siempre te monitorea la misma persona. A mí me llama una señorita que se llama Paola”.//
La revista Somos realizó una convocatoria pública, a través de sus redes sociales, en la que invitó a los voluntarios preseleccionados por la Universidad Peruana Cayetano Heredia para participar de los ensayos clínicos de la candidata a vacuna contra el COVID-19 del laboratorio chino Sinopharm, a ponerse en contacto con nosotros. La idea era conocer sus historias personales. La portada y el reportaje central del sábado 12 de setiembre dieron cuenta de tres de los seis casos que llegaron al correo de la redacción. Esta semana se decidió hacer seguimiento a los mismos, así como a aquellos cuyo relato no había sido incluido antes. Es así que se buscó a Fausto Liñán, quien ya había sido vacunado en la quincena. Él tuvo a bien narrarnos su experiencia.
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