Se ubica a 343 km de Lima (5 h). Tomar la Panamericana Sur hasta San Clemente. Luego la Vía de los Libertadores. (Foto: Flor Ruiz)
Se ubica a 343 km de Lima (5 h). Tomar la Panamericana Sur hasta San Clemente. Luego la Vía de los Libertadores. (Foto: Flor Ruiz)
Álvaro Rocha

es una huaca, un lugar sagrado. También es un sitio desatendido por el Estado, no está inscrito en registros públicos, así que formalmente no les pertenece a ‘todos los peruanos’. Ante esta figura, la comunidad campesina de Huaytará se apropió socialmente del complejo arqueológico en 2003 y techó sus estructuras más importantes.

Huaytará pareciera un poblado más en la Vía de los Libertadores (km 112), que conduce a Huamanga. Sus 2.700 m.s.n.m. propician los frutales. Los viajeros se aprovisionan de lúcuma, aguaymanto, durazno y palta; otros aprovechan para estirar las piernas y almorzar, tal vez la típica sopa de patachi y una mazamorra de calabaza. Pero pocos saben, tal vez por no estar ubicada en la Plaza de Armas, que coronando el pueblo se levanta la iglesia San Juan Bautista, construida sobre un admirable palacio inca solo comparable con los más notables edificios del Cusco. Sin duda, el más destacado monumento del Tahuantinsuyo en Huancavelica.

En 20 minutos se trepa del templado Huaytará a los 3.800 m.s.n.m. de Incahuasi. No se puede entender este sitio sin su asociación con el río Vizcacha. Si bien es cierto que hay portadas, ushnu y kallankas, las construcciones más trascendentes (incluso un intihuatana y una piedra de 11 ángulos) se ubican a la vera del río. Incahuasi fue un adoratorio al agua, que discurre mágica y musicalmente lamiendo muros pulidos y colosales piedras con asientos labrados. 

Así es Huaytará. Hay fuego que brilla en cada piedra inca, que nos recuerda el esplendor de nuestras antiguas civilizaciones.

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