Ismael Cala: el negocio del positivismo

Amanece en algún lugar del mundo. Él abre los ojos con estricta puntualidad. Como todos los días, se levanta de la cama y toma unas pocas hojas en blanco y un lapicero. Hace lo que llama ‘drenaje mental’: en esas hojas anota lo primero que le viene a la mente, como un modo de expurgar pensamientos del día anterior. Si lo que sale es bueno, se alivia porque quede registrado; si es malo, también, porque así descargó su negatividad. Él cree que después de tres semanas de repetir ese mismo ejercicio escrito lo que saldrá será “puro arte, poesía, solo cosas lindas”. Tras hacerlo, su ceremonia del amanecer prosigue: 15 minutos de meditación guiada, escuchando Las 7 llaves, reflexiones para el crecimiento espiritual explicadas con su propia voz: es Ismael Cala oyéndose a sí mismo mientras medita.

Otras veces, sin embargo, se sume en el reto de meditación de 21 días que guía en audios junto a Deepak Chopra, sumo pontífice de los motivadores, coachs y afines de nuestro siglo. Para muchos es una inspiración; para otros, solo un charlatán. Para Cala es un ejemplo y un amigo. Tras escucharlo y escucharse, hace 10 minutos de estiramientos y ejercicios de respiración, oye durante unos 15 minutos más algún audiolibro “motivacional e inspirador” y luego se sume en su lectura de esa semana, pues cada siete días lee un nuevo libro. Solo al finalizar su “hora sagrada del día”, como le gusta decirle, está listo para comenzar con todo lo demás.

“Es mejor meditarse que medicarse”, dice sobre su rutina cotidiana este comunicador cubano de 47 años, un hombre que ha convertido su existencia en una misión y su apellido en una corporación de coach para personas y para empresas –Cala Enterprises–, que lo lleva a dar conferencias en numerosos países y cuyo apellido ya nombra un método: C.A.L.A. (Constante Aprendizaje para el Liderazgo en Acción), un “programa de autoestudio e instalación de programaciones mentales estratégicas”, como lo marketea él.

Para muchos, la autoayuda es la equivalente bienintencionada de la “literatura” de Paulo Coelho o de las “canciones” de Ricardo Arjona, pero no la toman en serio. Para Cala es, simplemente, su modo de vida.

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