Óscar Vidarte, internacionalista y  catedrático de la Universidad Católica, afirma que Maduro nunca consolidó un liderazgo en su país, ni siquiera dentro del propio eje chavista. (Foto: Reuters)
Óscar Vidarte, internacionalista y catedrático de la Universidad Católica, afirma que Maduro nunca consolidó un liderazgo en su país, ni siquiera dentro del propio eje chavista. (Foto: Reuters)
Ana Núñez

"Nos vamos a seguir muriendo de hambre por tu culpa. 500 [mil bolívares] vale un cartón de huevo y me botaron de mi trabajo”. El mensaje escrito hace tres semanas por la usuaria María Tereza Romero aparecía entre los comentarios del video en vivo que transmitía por Facebook sin que el presidente venezolano pudiera hacer nada para evitarlo. No se puede tapar el sol con un dedo: Maduro había entrado a un mundo que no podía controlar, así es que cientos de mensajes como este, e incluso uno en el que le deseaban la muerte, no pudieron ser borrados sino hasta después de finalizada la transmisión. 

No hay forma de que Maduro siga intentando ocultar la crisis económica y humanitaria que vive Venezuela. Un estudio realizado por las principales universidades de ese país indican que, para el 2017, el 87 por ciento de las familias se hallaba sumergido en la pobreza, mientras que cifras de la precisan que para ese mismo año 1’622.000 venezolanos habían emigrado fuera de su país, y casi un millón de ellos solo entre el 2015 y el 2017.  

Así llega Nicolás Maduro a las elecciones presidenciales que se realizarán dentro de un mes en su país y en las que tanto como –los principales líderes de la oposición– están prohibidos de participar en comicios. Pero claro, ya sabemos: Maduro no se presentaría a unas elecciones que sabe que va a perder.  

Las reacciones a la no invitación del presidente venezolano a la Cumbre de las Américas que se realiza hasta hoy en la capital peruana han servido tan solo para confirmar la debilidad del liderazgo de Maduro y de Caracas, en términos generales, en la región.  

La única protesta que se escuchó fue la elevada por una disminuida ALBA (Alianza Bolivariana para los Pueblos de América), que en su sesión del mes pasado en ‘exigió’ que Maduro participe en la Cumbre. Lo que habría que añadir es que hasta la sesión del ALBA solo llegaron tres de los doce presidentes que la integran, y tres sobre los cuales pesan las mismas acusaciones de autoritarismo: (Bolivia), (Cuba) y  (Nicaragua). 

Fin del eje chavista
“El poder de Caracas, en general, se ha visto reducido en los últimos ocho años. Antes de este tiempo podíamos hablar de un eje chavista en la región o de la Unasur (Unión de Naciones Suramericanas) naciendo bajo la influencia de Venezuela y de Venezuela dirigiendo a un grupo de países en torno al ALBA. Ahora, imposible decir que hay un eje chavista influyendo en la región”, comenta Óscar Vidarte, internacionalista y catedrático de la Universidad Católica.

Mantenerse al frente de los doce países que integran el ALBA (en su mayoría, pequeños países del Cabribe), añade Vidarte, solo le garantiza que no se consigan los votos en la OEA para que se aplique la Carta Democrática Interamericana en Venezuela.  

Por otra parte, el profesor de la Católica afirma que Maduro nunca consolidó un liderazgo en su país, ni siquiera dentro del propio eje chavista. No por nada constantemente se habla de enfrentamientos entre el presidente y Diosdado Cabello, el número dos del Gobierno. Páginas de opinión de diarios venezolanos como El Nacional, incluso, sueltan hipótesis sobre un golpe de Cabello contra Maduro en el caso de que su permanencia se haga insostenible debido a una explosión social.  

Lee la nota completa este sábado en Somos

Contenido Sugerido

Contenido GEC