El próximo reto de Gallese: soportar la robusta ofensiva de los ‘All Whites’ neozelandeses. (Foto: Marco Huertas)
El próximo reto de Gallese: soportar la robusta ofensiva de los ‘All Whites’ neozelandeses. (Foto: Marco Huertas)

A veces provoca imaginar que a las espaldas del portero, bajo los tres palos, se abre un abismo. En comparación con los jugadores de otras posiciones, el arquero cuenta con un margen de error mucho menor. De eso da fe, por ejemplo, el portero cafetero David Ospina. En el reciente choque entre Perú y Colombia, su mano providencial, al rozar la pelota impulsada por Paolo Guerrero, validó el disparo (era un tiro libre indirecto) que se convirtió en gol. Fue 1 a 1. Perú alcanzó agónicamente el repechaje. Ahora se viene Nueva Zelanda en la dramática ruta hacia el Mundial de Rusia 2018.

El arquero es otra especie de futbolista, y también apetece fantasear que le toca una clase distinta de gloria. Una particular mística que, en la tradición de las atajadas a la peruana, va desde la fábula de Juan ‘El Mago’ Valdivieso hasta el pundonor de Pedro Gallese, quien de ser el tercer arquero de los ‘jotitas’ que disputó el Mundial Sub 17 en el 2007 ha pasado a colgarse del travesaño de un clan selecto y enguantado.

Pero, curiosamente, en las participaciones mundialistas de Perú (Uruguay 30, México 70, Argentina 78 y España 82), los porteros no han propiciado actuaciones para el asombro elogioso (los seis goles de Argentina a Perú son una densa niebla que oculta el decente desempeño de Ramón Quiroga en el Mundial de 1978). Ojalá Gallese llegue a Rusia 2018 y revierta esa opaca tendencia.

Hubo, sin embargo, un tiempo en que la genealogía local del guardameta seleccionable estaba copada por dotados arqueros nacionalizados (hoy Gallese ha interrumpido esa tradición).

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